El lugar donde nació el protestantismo está perdiendo a sus feligreses. La asistencia era más alta bajo el comunismo.
El pastor Johannes Block puede considerarse el sucesor de Martín Lutero. Es el vicario de Stadtkirche St. Marien zu Wittenberg, la propia iglesia de Lutero. Esta iglesia es la Basílica de San Pedro del protestantismo.
Aquí, Lutero predicó sus incendiarios sermones contra la corrupción del Vaticano que condujeron a la Reforma y al surgimiento del movimiento protestante. Es donde fueron ordenados los primeros pastores protestantes.
Pero en un domingo cualquiera, Block congrega apenas a 50 o 100 personas en las bancas de su iglesia: un pequeño número en una ciudad de 135 000 habitantes, especialmente en una cuyo nombre oficial es Lutherstadt (ciudad de Lutero) Wittenberg. De hecho, en ningún lugar de Alemania la cantidad de protestantes es menor que justo aquí, en el lugar de nacimiento de Lutero.
De acuerdo con Detlef Pollack, catedrático de sociología religiosa de la Universidad de Münster, actualmente 4 por ciento de los protestantes de Alemania del este asisten a la iglesia con regularidad, en comparación con 10 a 15 por ciento en la década de 1950. Entre la década de 1950 y el fin de la Alemania Oriental comunista en 1980, la asistencia a la iglesia por parte de los protestantes de esa región disminuyó de 80 por ciento de la población a tan solo 25 por ciento.
La iglesia luterana (protestante) informa que la feligresía en la antigua Alemania Oriental ha disminuido actualmente por debajo de esa cifra. En el estado de Sajonia-Anhalt, donde se encuentra Wittenberg, solo 13.8 por ciento de la población pertenece a la iglesia protestante; en la cercana Turingia, la otra parte principal del “País de Lutero”, la cifra es de 23.6 por ciento. En contraste, en un estado occidental como Renania-Pfalz, 30.5 por ciento de la población es protestante, mientras que 44.5 por ciento es católica.
“Las personas pensaban que la iglesia crecería después del final del comunismo, pero no lo ha hecho”, afirma Block. Unos 4600 residentes de Turingia y Sajonia-Anhalt cancelan su pertenencia a la iglesia todos los años, mientras que aproximadamente 13 000 mueren. Las 1000 personas que se adhieren a la iglesia todos los años no pueden compensar tales pérdidas.
“En la República Democrática Alemana era difícil que los pastores fueran aceptados en la sociedad, pero las personas sabían de uno”, afirma Diethard Kamm, un pastor veterano que se desempeña como obispo auxiliar a cargo de la zona.
“Pertenecer a la iglesia implicaba asumir una postura, decir, ‘esto es en lo que yo creo y asumo las consecuencias’. Actualmente, las personas piensan, soy el dueño de mi propia vida, ¿para qué necesito a la iglesia? Pero en épocas de crisis, por ejemplo, cuando comenzó la guerra de Iraq, nuestras iglesias se llenan de nuevo”.
He aquí la paradoja: bajo la dictadura comunista de Alemania Oriental, en la que se desaprobaba la práctica religiosa, las congregaciones eran más grandes. De hecho, la iglesia protestante y sus pastores y miembros fueron posiblemente el factor más importante en la caída del Muro de Berlín.
“En [Alemania Oriental], la iglesia era el hogar de aquellos que no apoyaban al régimen, y todo lo que la iglesia hacía tenía una trascendencia pública”, afirma Christine Lieberknecht, primera ministra de Turingia, Demócrata Cristiana que se desempeñó como pastora durante el régimen comunista.
Cuando era adolescente, a fines de la década de 1980, Jana Fenn asistió a un grupo para jóvenes cristianos en Jena, Alemania Oriental porque, explicó, “uno podía decir cosas que no podía decir en la escuela, y aprendía cosas que no aprendía en la escuela”.
Pero un día, dijo Fenn, su profesora quiso hablar con ella: “me preguntó, ‘¿qué haces los viernes por las tardes?’ Le dije que iba al grupo de jóvenes cristianos. Entonces me preguntó quién más asistía y qué hacíamos”. Aunque asistir al grupo de jóvenes significaba que Fenn y sus amigos se exponían a sufrir las repercusiones oficiales, no permitieron que sus profesores los intimidaran.
Sin embargo, actualmente, Fenn ya no pertenece a la iglesia. “Voy a un servicio de vez en cuando, pero la iglesia ya no tiene ninguna función en mi vida”, dijo. “Ya no significa nada realmente. Igual podría afiliarme a Greenpeace”.
Pollack añadió: “Los católicos critican a su iglesia más estridentemente que los protestantes a la suya, pero también sienten una conexión muy fuerte. Los protestantes no sienten tal conexión. La iglesia protestante es considerada más como una institución que dirige guarderías y proporciona servicios sociales”.
Tolerancia y aceptación: ¿quién podría criticar estos valores tan benignos? Ese es exactamente el problema de los luteranos. “Las personas no saben exactamente qué representa la iglesia”, señala Pollack. “A esta le resulta muy difícil diferenciarse de otras organizaciones de la sociedad civil, como los sindicatos o los partidos políticos”.
De hecho, un número notable de pastores protestantes disfrutan de exitosas carreras políticas en Alemania: el presidente Joachim Gauck; el ministro de cultura de Sajonia-Anhalt, Stephan Dorgerloh; el diputado de Lieberknecht, Christoph Matschie; el exlíder del Partido Verde Antje Vollmer. El Parlamento Europeo tiene ahora a un pastor alemán socialista, Jürgen Klute. Incluso la canciller Angela Merkel es hija de un pastor.
¡Qué diferencia con respecto al siglo XVI, cuando el enérgico monje agustino y estudioso de la Biblia Martín Lutero lanzó sus intensos ataques verbales contra Roma, acusando a la Iglesia católica de corrupción y de venta de indulgencias! Cuando el papa León X lo excomulgó, el agitador alemán se escondió en el castillo de Wartburg, también en Turingia, donde tradujo la Biblia al alemán por primera vez.
Actualmente, el castillo es un popular destino turístico, donde el personal vuelve a pintar regularmente el sitio de la pared donde se dice que Lutero arrojó su tintero para ahuyentar al diablo. Lo mismo ocurre con la puerta de la iglesia de Wittenberg, donde Lutero clavó sus 95 tesis, documentando las prácticas poco éticas de la Iglesia católica.
Paradójicamente, el país de Lutero ha visto como la cantidad de turistas ha aumentado gracias a la “Década de Lutero” que terminará en 2017 con el 500 aniversario de las 95 tesis. Como resultado, los domingos, hasta 1000 personas se unen a los feligreses habituales en el sobrio santuario luterano del pastor Block. “Lutero es para Wittenberg lo que Mozart es para Salzburgo”, dijo.
Pero una vez que los visitantes se van, los 807 000 luteranos locales tienen que llenar los bancos de sus 3927 iglesias y capillas. Esto representa apenas 205 feligreses por iglesia, y casi cuatro iglesias por pastor. Block enfrenta un dilema existencial: ¿es principalmente un funcionario de turismo en un parque temático luterano, o debe concentrarse en ser el pastor de una pequeña feligresía local?
“Esta es la iglesia madre de la Reforma”, señala. “Ser una parroquia local y un destino turístico a menudo constituye una disyuntiva, pero tenemos que continuar la tradición de Lutero”.
Cómo lograr que crezca esta menguante feligresía es, por supuesto, otro tema. Ilse Junkermann, obispa a cargo de Turingia y Sajonia-Anhalt, ve un gran potencial en la música de la iglesia: “La mitad de los miembros de nuestros coros de la iglesia no son miembros de la iglesia”, señala. “La música de Bach, por ejemplo, es como un curso en la fe cristiana. Y estar en un coro otorga un sentido de comunidad”.
Mientras que el papa Francisco disfruta una gran popularidad en todo el mundo, pastores como Diethard Kamm continúan con el trabajo pesado. A pesar de las tribulaciones, Kamm dice que todavía le encanta su trabajo.
Si se reuniese hoy con el Padre de la Reforma, reflexiona, “le diría, no estoy de acuerdo con algunas de las cosas que usted escribió, en particular con su opinión sobre los judíos. Pero gracias por la Reforma”.