Joaquín Guzmán, hombre leyenda en el mundo del narcotráfico, fue capturado por la Marina Armada en un departamento de Mazatlán, Sinaloa.
Joaquín Guzmán, el Chapo, el narcotraficante más poderoso del mundo, el hombre más buscado por la Policía en su país, cayó en manos de las autoridades en el interior de un sencillo departamento en Mazatlán, una ciudad turística del pacífico mexicano, luego de permanecer 13 años en fuga.
No hubo necesidad de disparar un solo tiro. Ubicado gracias a su teléfono satelital —según dio a conocer el diario mexicano Reforma al día siguiente de su captura—, elementos de la Marina Armada de México llegaron la noche del viernes 21 de febrero al edificio Miramar, en la avenida costera de Mazatlán, y se toparon casi de bruces con Carlos Manuel Hoo Ramírez, el hombre de más confianza del narcotraficante, a quien arrestaron de inmediato. Luego, los marinos localizaron el departamento 401, forzaron una sencilla chapa, y entraron a la vivienda para encontrarse a un Guzmán Loera que llevaba por lo menos una semana escapando de entre diversas casas de seguridad, túneles y drenajes, además de largos recorridos a bordo de su camioneta blindada.
La detención en el departamento no tomó, pues, por sorpresa al Chapo Guzmán, pero sí al mexicano común que se había acostumbrado a conocer —gracias a corridos y a leyendas pasadas de boca en boca— de las hazañas del criminal sinaloense para escapar de las autoridades y de sus enemigos en el millonario submundo del tráfico de drogas.
El arresto de Guzmán Loera, informó después el procurador (fiscal) general de la República, Jesús Murillo Karam, resultó producto “de una operación que fue trabajada durante varios meses” de manera coordinada entre el gobierno federal, e “impecablemente lograda por los elementos de la Secretaría de Marina”. Para ubicar al delincuente, reconoció Murillo, hubo “una colaboración muy plena también con algunas agencias de los Estados Unidos”.
Haberse fugado en 2001 de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande, elevó al Chapo Guzmán al nivel de antihéroe. Guzmán Loera llevaba ocho años tras las rejas en la prisión federal, pero logró convencer a los carceleros —ya fuera mediante sobornos o amenazas— de que apagaran las cámaras de seguridad y permitieran la salida de un paquete de ropa sucia en el que, se dijo, estaría oculto un cargamento importante propiedad del criminal (algunos mencionan que el cargamento era dinero, otros, una gran cantidad de oro); quien salió dentro del bulto fue en realidad el Chapo .
Desde entonces, y a lo largo de 13 años, Joaquín Guzmán Loera se dedicó a acrecentar no solo su poder, sino también su leyenda.
Capturarlo se convirtió en una meta de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, quien declaró una batalla frontal en contra de los carteles del narcotráfico; y aunque no tuvieron éxito, el panista Calderón estuvo cerca de colgarse esa medalla.
Y es que en febrero de 2012, dos años antes del reciente arresto, el Chapo Guzmán habría escapado por los pelos de las autoridades en la también turística ciudad Los Cabos, en Baja California. En esa ocasión, militares y policías detuvieron en un departamento a quien se presume era el piloto del narcotraficante, a otros hombres y algunas mujeres, pero se encontraron con que el Chapo habría dejado el lugar minutos antes al parecer alertado por su equipo de seguridad.
Pero, contrario a lo que se pudiera creer, el Chapo Guzmán no era un hombre alejado de las calles. En su estado natal, Sinaloa, siempre se habló de la presencia del narcotraficante en lugares públicos, ya fuera en restaurantes, a los que llegaba a cerrar las puertas con todo y comensales adentro (previa requisa de teléfonos celulares) y de quienes cubría las cuentas antes de retirarse; o ya fuera paseando a caballo entre los asistentes a fiestas populares en comunidades de la sierra.
La presencia pública del Chapo incluso fue revelada en 2009 por el arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, en una rueda de prensa, según reportó entonces el diario mexicano La Jornada. “Más adelante de Guanaceví (Durango), por ahí está el Chapo, por ahí vive, pero bueno, todos lo sabemos, menos la autoridad”, dijo el religioso al ser cuestionado sobre la presencia de grupos criminales en la entidad. “¿No ha hecho la denuncia?”, le preguntaron. “Todos estamos muy convencidos de que no tiene mucha eficacia”, respondió el sacerdote.
Del Chapo, en los últimos 13 años se hablaba de que visitaba Argentina, Uruguay, Centroamérica e incluso Europa, pero sin que se aportaran datos concretos. Eso, por supuesto, acrecentaba su leyenda de hombre poderoso.
Pero si algo molestaba a la clase política mexicana en torno al Chapo y su popularidad eran sus menciones en la revista especializada en negocios Forbes no solo como uno de los hombres más ricos del mundo (número 1153 en su lista de 2012), sino también como uno de los más poderosos (el número 62 en la lista de los 72 personajes que dominan el mundo).
Por eso la captura del Chapo se ha convertido en una de las acciones más importantes del gobierno del actual presidente, Enrique Peña Nieto, en temas de seguridad pública. Salvo unas menciones en Twitter para felicitar a las fuerzas armadas y a los cuerpos de seguridad pública, Peña Nieto no se había pronunciado públicamente sobre el tema al cierre de la edición, pero en su círculo de trabajo se hacía alarde de la detención.
El vocero del gobierno de Peña Nieto, por ejemplo, subió a su cuenta de Twitter una serie de fotografías en las que se mostraba a los sonrientes miembros del gabinete de seguridad a bordo de un helicóptero luego del anuncio de la captura del narcotraficante. “El trabajo en equipo da resultados”, decía uno de los mensajes que acompañaban a las fotos en la cuenta de la red social (@ESanchezHdz). Incluso Sánchez Hernández creó un hashtag con la leyenda #ElLogroDeUnoEsElLogroDeTodos.
A las felicitaciones se sumaron grupos empresariales, gobernadores y legisladores priistas y de la oposición. El único que había lanzado una crítica al gobierno fue, por medio de su cuenta de Twitter, el excandidato presidencial izquierdista Andrés Manuel López Obrador (@LopezObrador_), quien señaló que “La detención de Joaquín Guzmán Loera no resuelve el problema de fondo, pero le sirve a EPN y a la mafia del poder para hacerse publicidad”.
Capturado el Chapo, el cartel de Sinaloa, la organización dirigida por Guzmán Loera, sufrirá los reacomodos naturales producto de la detención de su líder. Especialistas en temas de narcotráfico presumen que Ismael Zambada García, el Mayo, puede ocupar la plaza de Guzmán Loera al frente del trasiego de drogas hacia Estados Unidos, pues se le identifica como el principal socio del ahora arrestado.
También hay quienes consideran que uno o varios de los hijos del Chapo Guzmán, quienes también forman parte del cartel de Sinaloa, busquen hacerse del control del grupo de su padre. En cuentas de Twitter, personajes que se identifican como hijos de Guzmán Loera se lanzaban mensajes como “No estamos vencidos”, “Vamos a esperar órdenes”, o amenazan con hacer “pagar con creces” lo ocurrido al Chapo.
Y, así, mientras Joaquín Guzmán Loera se encuentra en el penal de máxima seguridad El Altiplano, en el Estado de México, y el reacomodo del cartel de Sinaloa se produce, la leyenda del Chapo se mantiene fuerte, pues vecinos de Mazatlán se han hecho presentes para hacerse fotografías de recuerdo frente al condominio Miramar, el mismo donde terminó la fuga de 13 años.