En la forma de administrar la economía, el país suramericano utiliza un círculo decadente que no tiene un futuro útil.
Enero fue interesante en temas económicos. La Reserva Federal de Estados Unidos recortó por segunda vez los estímulos de liquidez que inyecta al mercado, ahora serán 65 000 millones de dólares por mes, 20 000 menos que en noviembre. Ello limita el flujo de dinero barato disponible e intuye un alza en los rendimientos en Estados Unidos por la mejora en la recuperación de su economía.
Esto impacta las bolsas de valores y el tipo de cambio en las economías emergentes, pues los capitales comienzan a desinvertir para volver a Estados Unidos y aprovechar dicha alza. Los países que utilizaron los años de liquidez para rediseñar sus balances e indicadores hoy son los menos vulnerables; quienes no planearon al fin de la fiesta, ahora vivirán la resaca financiera.
Otro tema estuvo en el estallido de la crisis económica en Argentina, un país que tiene años ignorando el mercado y la economía. La nación tiene escasos ingresos en divisas, pues exporta poco; tampoco accede a los mercados globales de crédito, por su historial de impago desde 2002; hoy, aunque el gobierno busque decretarla en 10 por ciento, la inflación ya rebasa el 25 por ciento.
Para frenar el alza, el gobierno optó por congelar los precios de múltiples productos, lo que solo agrava el asunto dado que los costos de las empresas no se detienen. La moneda es otro desastre, pues maneja dos tipos de cambio para el dólar: el oficial, que es controlado, y el Blue, que flota libre. El margen entre ambos oscila en el 50 por ciento, lo que daña reservas, empresas y familias.
Las reservas del país están en un mínimo de siete años, lo que limita mucho las alternativas. Mientras, el gobierno luce perdido, pues en vez de atender el núcleo del problema que es la inflación, busca evitar que salgan más dólares, restringiendo su venta y hasta las compras por internet. El nivel de inversión extranjera que presentan ya es pobre, pero con esto lo será más.
En la forma de administrar la economía, Argentina utiliza un círculo decadente que no tiene futuro útil; debe cambiar su visión u obtendrá lo que sigue a una grave crisis económica: una crisis social. Otro obstáculo es la pérdida de confianza, pues ante el falseo de la información económica oficial, los órganos internacionales no lucen con ganas de aportar financiamiento.
Lo de Argentina no atañe a los riesgos definidos por la decisión de la Reserva Federal, son pistas alternas. Argentina es un país poco globalizado, aislado por juicio propio, lo que convierte esta crisis en un asunto local y de difícil contagio al exterior; para nada es Grecia y compañía. Empero, sí hace tercia con Brasil y Venezuela como los países mas deteriorados de la región.
De Venezuela no hay mucho por decir, es conocido el manejo inviable que da a la economía, solo que a diferencia de Argentina, este posee petróleo, lo que le da oxígeno, mas no viabilidad. Brasil sí encaja en el primer escenario; para evitar la salida masiva de capitales, ya fijó la tasa de interés en 10.5 por ciento, lo que en adición al demérito de la moneda, pegará fuerte al mercado interno.
Se opina que la decisión de la Reserva Federal nos volverá a las crisis de la década de 1990. Su escribidor discrepa, pues América Latina es mucho más que Brasil y muy distinta de Argentina y Venezuela. Claro que la menor liquidez implica riesgos, pero se enfrentan con reservas fuertes, inflación controlada y mercados internos capaces. Tenemos dos, se debe trabajar en lo tercero.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado le corresponde a usted.
Oscar Armando Herrera Ponce es administrador financiero y maestro en Impuestos y en Educación. Ejerce como profesor de Finanzas en posgrado. Twitter: @oscar_ahp