En Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) ya existen grupos de autocontrol que se han estado reorganizando bajo un liderazgo más centralizado, tanto social como público. Y México podría sumárseles.
En México, los grupos civiles de autodefensa y policías comunitarias se han multiplicado en la última década a raíz de los vacíos de poder que han existido en diversos estados de la república y de la creciente inseguridad ocasionada por diversos factores, como el narcotráfico, la corrupción, los secuestros y la violencia.
El contexto específico de cada grupo en otros países ha sido muy particular. En el caso de Colombia, grupos civiles evolucionaron como guerrillas hasta convertirse en paramilitares y en lo que hoy conocemos como las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). En los últimos años hemos visto también el desarrollo de las maras (Salvatrucha) en Guatemala, Honduras y El Salvador, grupos criminales que han estado colaborando entre sí, en cada país, con una estrategia organizada de cooperación mutua tanto para el trasiego de drogas como para la extorsión y el tráfico de personas, entre otros delitos.
El surgimiento de estos grupos de autodefensa en México ha sido diverso también porque no es lo mismo un grupo yaqui o seri de Sonora (estado al norte del país), los cuales luchan contra el saqueo de sus recursos naturales y territorio, que los de Guerrero o Michoacán, que están armados y combaten a los grupos criminales.
Y es que si bien las organizaciones comunitarias ya existían históricamente en los pueblos indígenas y en las comunidades rurales, en su contraparte otras asociaciones, denominadas “guardias blancas”, son paramilitares contratados para imponer control social a través de la opresión y violencia.
Si bien la lucha de los primeros parecería legítima, no se puede generalizar, idealizar o simplificar sus acciones y formas de operación, ya que en su mayoría se desconocen. Y es que ante estas acciones surgen un sinfín de cuestionamientos: ¿quién los financia?, ¿acaso algún grupo narcotraficante pudiera estar detrás de algunos? Si es así, ¿qué tanto poder podrían generar?, ¿qué evita que puedan mutar en acciones criminales como secuestro, robo o extorsión para autofinanciarse?, ¿existe la posibilidad real de que puedan unirse y mantener mayor control social a nivel nacional? Y a todo esto, ¿qué hacen las autoridades para evitarlo?
Para profundizar en el tema, el Dr. Gustavo López Montiel, profesor del Departamento de Estudios Jurídicos y Sociales del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México, analiza: “La mayoría de los grupos surge en los estados de Michoacán, Guerrero e, incluso, Oaxaca, Chihuahua y Sinaloa, que son estados donde el esquema de convivencia con la violencia es estable a lo largo de esos últimos años. La violencia social en algunos países es más alta que en otros, igual en comunidades internas de cada estado, desde violencia intrafamiliar o de parte de la delincuencia organizada. Por ejemplo, en Michoacán tradicionalmente la gente está más armada que en otros lugares, eso benefició, entre otras situaciones, su proliferación. Por ejemplo, en el Distrito Federal hay delegaciones como Iztapalapa, Xochimilco y Milpa Alta que son lugares donde hay niveles de violencia mayores que otros, por sus propias tradiciones tienen armas, acostumbran a dispararlas en festividades y hasta se dedican a la caza todavía, por lo mismo han construido mecanismos propios de blindaje y protección autónoma, y así es en todo el país”.
Estos grupos de autodefensa tienen presencia ya en 68 municipios de 13 estados de México; entre ellos, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Morelos, Hidalgo, Estado de México y Chiapas, y se han desarrollado mayormente en Guerrero y Michoacán.
Guerrero es el estado en donde hay mayor número de grupos. Según un informe especial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), dado a conocer hace unas semanas, la presencia de estos grupos en el estado se extiende a 46 de los 81 municipios, con lo que sus operaciones pueden alcanzar al 65.47 por ciento de la población estatal. De hecho, algunos han trabajado en conjunto con las autoridades policiacas.
En 1995 nació la Policía Comunitaria de la Montaña de Guerrero, que hoy se extiende a 104 comunidades de 13 municipios del estado y que se organiza en la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), la cual coordina el proceso de reeducación al que son sometidos quienes son encontrados culpables de delitos, el cual varía según el grado de criminalidad, aunque los delitos menores y más usuales consisten en trabajo social a favor de las comunidades.
Un caso atípico: José Manuel Mireles, líder de autodefensas protegido por las autoridades
Según datos recogidos por la prensa nacional, los grupos de autodefensa en Michoacán tienen presencia en, aproximadamente, 995 000 hectáreas, que representan la sexta parte del territorio del estado. Los municipios de Buenavista Tomatlán, Coalcomán, Chinicuila, Aguililla, Aquila y Tancítaro son de los más extensos del estado y con escasa población. Son territorios agrícolas con ganaderos muy productivos; destacan los cultivos de limón, aguacate, papaya y mango.
En el último mes, los grupos de autodefensa, encabezados por José Manuel Mireles, tomaron la tenencia de Zicuirán y el anexo del Chauz, municipio de La Huacana, así como Churumuco y el anexo de Poturo.
José Manuel Mireles, el coordinador de los grupos de autodefensa de la región de Tierra Caliente en Michoacán, ha generado polémica en el país a raíz de un accidente ocurrido el 4 de enero, donde la avioneta en que viajaba cayó, el piloto murió, él logró sobrevivir, y recibió protección de las autoridades.
En febrero de 2013, Mireles, médico general de la Clínica de Salud de Tepalcatepec (Michoacán), decidió organizar a varios de sus conocidos en su comunidad, y posteriormente aledañas, para hacer frente a la extorsión del cartel de Los Caballeros Templarios, ya que, aseguró, habían diversos casos de niñas raptadas y violadas por parte del grupo criminal mencionado.
Por su parte, la Tuta, el mediatizado líder del cartel de Los Caballeros Templarios, mencionó en videos difundido por YouTube que, a su vez, diversos grupos de autodefensa, entre los que se encontraba el de Mireles, eran “financiados y armados por el cártel de Jalisco Nueva Generación”, sus enemigos que les peleaban la plaza de distribución de drogas. Mireles aseguró que no era verdad y que la misma comunidad cooperaba con los gastos que se necesitaran.
Sin embargo, el caso tomó tintes políticos, ya que después del accidente de Mireles, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aceptó: “Sí (lo) cuidamos porque es una persona que ha venido lastimando a los grupos de los carteles, particularmente a Los Templarios. Claro que di la instrucción de que se le diera el cuidado y que se le apoyara, por eso se ha visto a la Policía Federal participando”. Esta postura fue duramente criticada, ya que el mismo Mireles actúa al margen de la ley.
Sus formas de financiamiento: “Operan estratégicamente como empresas”
Hay muchas comunidades donde la gente apoya a estos grupos, incluso las autoridades, y así los propios grupos se institucionalizan, explica el Dr. Gustavo López Montiel. “Aunque todos los grupos son distintos, tienen en común tres vertientes: la necesidad de control, asegurar su armamento de protección y su capacidad de expansión. Sobreviven por la extracción de recursos de la propia comunidad, de los impuestos que cobran, incluso en especie. Por supuesto, también hay mecanismos de financiamiento externo que pueden provenir de carteles.
“Sus mecanismos de supervivencia los llevan a interactuar y a trabajar en conjunto con las mismas comunidades, hay premios y castigos en el tono de ‘si estás conmigo te protejo, si no te puedo secuestrar o matar’. Aunque la mayoría trata de simpatizar con la comunidad para tener arraigada su base social, establecen servicios en las comunidades que no se tenían, ganándose así esa lealtad. Incluso llegan a dar roscas de Reyes, despensas, juguetes, hacen las capillas del pueblo, pavimentan calles, hacen infraestructura y la mantienen; y es que, también, si secuestran a alguien necesitan caminos y medios de comunicación”, añade.
Los grupos de autodefensa, además, podrían estar tomando una estructura de organización como de organismo criminal: “Es como lo que ha pasado orgánicamente con los grupos del narco, han surgido con gran poder, y cuando cambian o atrapan a sus líderes, se dispersan, se vuelven a unir, y en algunos casos se forman nuevas células. Además, las uniones entre grupos de estados vecinos dependen de las condiciones de operación y mercado que se están manejando, como cualquier otra empresa, para sortear las crisis como sucede por ejemplo con las aerolíneas, se fusionan para abarcar y minimizar costos y luego se vuelven a separar para seguir compitiendo”.
El papel de las autoridades para hacerles frente ha sido de cautela en algunos casos, y de omisión en otros: “Lo que ha ocurrido es que diferentes instancias del gobierno no asumen la responsabilidad del problema, los gobiernos municipales decían que no era problema de ellos porque lo consideraban de índole federal, el estado decía que no porque señalaban que no estaban cometiendo delitos que estuvieran en el contexto de la legislación estatal, y la federación decía que no porque no tenían armas exclusivas del Ejército y afectación nacional. Al final de cuentas están cometiendo delitos y estaban atentado a la autoridad pública, y en ese sentido es problema de los tres órganos de gobierno. Estos grupos no solo están compitiendo con la autoridad, sino que la están sustituyendo, es complicado y difícil, ya que tienen base social y apoyo de sus comunidades”.
Lo que sucede en otros países
Por supuesto es necesario atender y trabajar en conjunto para encontrar mecanismos de comunicación entre las comunidades y las autoridades, ya que de no hacerlo podría suceder lo que está pasando en otros países: “Si no se atiende y resuelve el problema social, podría ocurrir lo que sucedió en Chiapas con el levantamiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional), pero a niveles insospechados, ya que la organización e intereses de cada grupo es totalmente diferente. En Colombia, por ejemplo, se redujo el impacto de la violencia, pero no se erradicó, este país aún sigue siendo de los más violentos de América Latina, lo que pasa es que se institucionalizaron estas bandas delictivas en las comunidades.
“Otro caso es lo que está pasando en Guatemala, El Salvador y Honduras con las maras, hace unos años estos grupos decidieron hacer una tregua entre ellos, y de ahí para acá hubo una disminución de un 30 a 35 por ciento en los índices de violencia, pero lo que realmente ocurrió es que no dejaron de matar y secuestrar, sino que no dejaban tirados los cuerpos, sino que los recogían y los iban a enterrar a cementerios clandestinos, que es lo que estamos encontrando ahora. Además, lo que hicieron es transitar a un mecanismo de afiliación política, es decir, como llegaron recursos del estado decidieron cómo y dónde los administraban sustituyendo a la autoridad política, que es lo que finalmente puede ocurrir en México”, advierte López Montiel.
Mapa mexicano de autodefensa
Sonora:
—
Guardia tradicional seri, en Punta Chueca; 30 kilómetros de bahía de Kino, protege sus aguas de barcos camaroneros.
—
Guardia Tradicional Yaqui, en cuatro municipios del Valle del Yaqui; se opone al acueducto Independencia.
Jalisco:
—
Ayotitlán. En Manatlán, pide el reconocimiento de su policía comunitaria.
Michoacán:
—
Cherán. Autodefensa para proteger el bosque.
—
Buenavista. Autodefensa de productores de limón.
—
Irapichu. Integrado por ocho comunidades purépechas.
—
Zitácuaro. Guardias comunales.
—
Nurío. Policía comunitaria.
–
Tepalcatepec.
Chiapas:
–
En la sierra y la selva. Grupos de autodefensa.
–
Los altos, norte, sierra, Soconusco, valles centrales y costa. Autodefensas coordinadas por el Ejército y paramilitares.
Estado de México:
–Amatepec.
–Tlataya.
–Tejupilco.
–Zacualpan.
–Almoloya de Alquisiras.
–Luvianos.
–Tlatlaya.
–Amatepec.
Morelos:
–
Ciudad Ayala. En Tenextepango surgió una autodefensa en febrero de 2013.
–
Cuautla. Autodefensa en Telelcingo.
Guerrero:
–
Iguala (autodefensa en 30 comunidades).
–
Tixtla (CRAC).
–
Olinala (retenes civiles de octubre a diciembre del 2012).
–
Cualac (creó su policía comunitaria en 2013).
–Teloloapan (autodefensa).
–Marquelia (policías comunitarias).
–
La Montaña. CRAC tiene presencia en 13 municipios.
–
Ayutla de los Libres, Teconapa, Florencio Villarreal y Copala (policías de la UPOEG surgidos en 2012).
Oaxaca:
–
Juchitán. Policía comunitaria.
–
Santos Reyes Nopala. Autodefensa.
Veracruz:
–Tantoyuca. Paramilitares.
Quintana Roo:
–Guardia tradicional Maya creada en el siglo XIX.
Chihuahua:
–Dos grupos de autodefensa.
Tabasco:
–Cárdenas. Grupo paramilitar.
San Luis Potosí:
–
Huasteca Potosina. Autodefensas y paramilitares.
Puebla:
–San Martín Texmelucan. Autodefensa.
–Amozoc. Autodefensa.
–
Tehuacán. Autodefensa coordinada por las autoridades.