El software, ese conjunto de instrucciones para hacer que funcionaran las computadoras de antaño, hoy es una fuerza que no solo está invadiendo el mundo: lo está cambiando. No hay actividad humana, incluidas las industriales, que no haya sido sustancialmente impactada por el software.
Tal vez el caso más representativo sea la prensa. ¿Cómo entró el software a la prensa? Al principio, de forma muy ingenua e inocua. Cuando llegaron las computadoras, para mejorar la eficiencia, se reemplazaron las máquinas de escribir por procesadores de texto. Luego vinieron las versiones para web, los contenidos multimedia y los formatos digitales. Todo esto, de alguna manera, terminó cambiando el modelo de negocios de la industria de tal modo que hoy mucha gente ya no sabe cómo hacer dinero con la prensa. Tal es así que The Washington Post acabó siendo comprado por el dueño de Amazon.
Así, en el caso de la prensa, el software que empezó ayudando a la eficiencia de los procesos, terminó cambiando la eficacia de lo que hay que hacer. Pero eso mismo puede trasladarse a cualquier otra actividad, como fabricar un auto o ganar las elecciones.
El éxito de Barack Obama en las elecciones demócratas en 2008 es otro ejemplo. Primero, parecía imposible que le ganara a la favorita, Hillary Clinton. Pero lo hizo, con software. En efecto, usando un sistema muy sofisticado, consiguió que la gente hiciera videos virales de su campaña, en lugar de usar un esquema centralizado. Luego, durante la carrera presidencial, su equipo seguía a la republicana Sarah Palin, y cuando ella decía alguna barbaridad, le enviaban un mensaje de texto a los demócratas de la localidad en la que ella estaba, con información sobre lo que estaba diciendo, y una solicitud para que apoyaran la campaña de Obama. De esa manera cambiaron la forma de hacer una campaña política.
En el mundo de los negocios, los cambios impulsados por la invasión del software han generado dos situaciones extremas: los gigantes que hoy están parados en una situación en la que no saben qué hacer o hacia dónde ir para seguir creciendo; y las pequeñas empresas emprendedoras o startups, con enormes oportunidades de desarrollo y que nacen de ideas que al principio puedieron haber parecido malas como negocio.
Así sucedió con Facebook. Yo debo confesar que si Mark Zuckerberg hubiera venido a presentarme su modelo de negocio, no le hubiera invertido un peso porque jamás me hubiera imaginado que más de 1000 millones de personas iban a poner fotos en su sitio de contactos de la Universidad de Harvard. Pero eso indica que ya no sabemos cuál idea será el siguiente gran éxito.
Facebook es el caso de una idea que parecía mala, y resultó ser buena. Como empresarios, eso es lo que debemos buscar en última instancia: aquellas ideas que parecen malas, pero que en realidad son muy buenas.
¿Cómo hacemos eso? No hay una manera técnica de definir qué idea es buena para un emprendimiento. La única manera real que hay es probarla, y ese es uno de los grandes signos de los tiempos actuales. Por eso debemos fomentar a todas aquellas personas que tienen ideas ambiciosas, y darles una oportunidad de probarlas en el mercado.
Seguramente la mayoría de esas ideas va a fracasar, pero dos o tres pueden volverse un éxito mundial. Esto no es tan descabellado como podría sonar, tanto porque no estamos hablando de inversiones astronómicas como porque hay mucha gente que tiene ideas de innovación. Necesitamos trabajar con muchas startups, y esperar que alguna despegue.
Otra particularidad que ha permitido este nuevo entorno son las empresas que no tienen modelo de negocios. Sucedió con Google por un tiempo, desde 1998 hasta 2002, y hoy aún le ocurre a Twitter, que vive de capitales de riesgo porque aún no sabe cómo ganar dinero. Sin embargo, la cantidad de gente que usa Twitter todos los días es tan grande, que seguramente a alguien se le ocurrirá cómo capitalizarla en algún momento.
Finalmente, creo que es pertinente decir que, en este panorama lleno de oportunidades que ha creado la invasión del software, debemos mantener una cultura generalista para promover las ideas innovadoras. Así podremos aprovechar oportunidades que se nos podrían pasar por alto si somos muy especialistas, y hacer como aquella compañía maderera en Finlandia que aprovechó la llegada del software, decidió hacer productos de telecomunicación digitales y celulares, y se convirtió en Nokia.
Nicolás Jodal es CEO de GeneXus Internacional.