Estados Unidos es el gran espía del mundo. Las prácticas de espionaje internacional de la nación más poderosa del orbe, puestas en el candelero en las últimas semanas, han desencadenado una crisis mundial en la que sus relaciones bilaterales se han tensado en extremo, al grado de casi reventarse. Y si con su aliado Brasil las relaciones han retrocedido como nunca en la historia, con México se han complicado sobremanera y con Europa los abrojos no permiten vislumbrar un sendero afable.
El espionaje internacional es la práctica a la que recurren naciones poderosas como Estados Unidos para allegarse información de forma ilícita so pretexto de comunicaciones necesarias para su seguridad nacional. En entrevista con Newsweek en Español, Iliana Rodríguez Santibáñez, doctora en Derecho, profesora e investigadora del Departamento de Estudios Jurídicos y Sociales y especialista en temas internacionales del Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, considera que, en este ámbito, el espionaje tiene diferentes acotaciones y puede ser interpretado desde los Convenios de Ginebra de 1949, cuando los militares ejercían esta práctica catalogada, en su momento, como actividad de inteligencia.
“Por supuesto, en el caso de ser atrapado durante el espionaje, que se ejerce como actividad de inteligencia militar, se aplica el estatuto de protección de prisionero de guerra, igualmente si es un civil el que realiza la práctica del espionaje. No es resguardado por el estatuto del prisionero de guerra, sino es visto como un espía que constituye un delito común en el orden del país en el que se trate y que tiene que ser juzgado bajo las cortes civiles de ese estado”.
Ante los escándalos diplomáticos y mediáticos generados a partir de que se divulgó que países como Brasil, México y Alemania han sido especialmente espiados por Estados Unidos en los últimos años, Washington ha respondido aludiendo a su derecho a allegarse información en cualquier nación en pos de proteger a sus ciudadanos e intereses. No obstante, también ha manifestado que está decidido a examinar sus programas actuales de espionaje para dejar claro que estos recaban solo la información netamente necesaria.
El presidente Barack Obama por esa razón desde hace varias semanas ordenó que se revisaran dichos sistemas de espionaje. Pero, como era previsible, no ha habido ninguna respuesta novedosa.
Nuestra entrevistada considera que los intereses que han llevado a Estados Unidos a espiar al resto del mundo son diversos. Explica Iliana Rodríguez:
“Desde la Primera Guerra Mundial el espionaje ha servido como una medida para anticipar los movimientos de otros estados, ir un paso adelante y obtener una ventaja en la protección de la seguridad nacional. Sin embargo, el espionaje ha cambiado y ha modificado su forma de realizarse después de la caída de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, porque es precisamente en ese año cuando surge en Estados Unidos una ley llamada Ley Patriota, la cual permite, precisamente, la restricción de la privacidad de las personas y que el Estado, de alguna manera, realice este espionaje o reduzca la capacidad de los individuos respecto a la protección de sus datos en aras de la seguridad nacional de esta nación.
“Y es en ese espacio de tiempo en el que Estados Unidos despliega con mayor énfasis todos sus aparatos de inteligencia, los cuales sin duda deben de estar recabando una serie de informaciones de los estados que pueden tipificarse o recolectarse a partir de las embajadas que la propia Unión Americana tiene o a través, precisamente, de la Agencia de Seguridad Nacional, que es la que pudiera estar ordenando e instruyendo estas prácticas de espionaje”.
La Agencia de Seguridad Nacional (en inglés, National Security Agency —NSA—) forma parte del Departamento de Defensa de Estados Unidos y obtiene, analiza y descifra mensajes cifrados en todo el mundo. Además, se encarga de proteger las redes informáticas de su país ante cualquier ataque. Por ejemplo, de acuerdo con lo publicado por el semanario alemán Der Spiegel el pasado 9 de septiembre, el cual fundamentó su información en documentación sustraída por Edward Snowden, exanalista de la NSA, los programas de espionaje de Estados Unidos dedican mucho tiempo y esfuerzo a violar los códigos de seguridad de tres de los sistemas operativos para teléfonos inteligentes (smartphones) más importantes: iOS (Apple), Android y Blackberry.
El mapa negro
Aparentemente, la NSA ha espiado a casi 40 jefes de Estado que utilizan teléfonos inteligentes, incluida la canciller alemana, Angela Merkel, y Mariano Rajoy, presidente del gobierno español. Y Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, quien según la documentación de Snowden también fue objeto de vigilancia por parte de la NSA, a modo de protesta canceló una visita oficial a Estados Unidos, en donde estaba programa una reunión con Barack Obama. Asimismo, en la tribuna de la Organización de las Naciones Unidas, durante la última Asamblea General, pronunció un duro y vibrante discurso en contra del espionaje.
Y es que las revelaciones más recientes de Edward Snowden sobre cómo la NSA espía al mundo permiten vislumbrar un mapa que abarca la mayor parte del globo terráqueo. Sin embargo, de ese mapa negro se excluyen los aliados favoritos del país más poderoso del planeta, a saber: Nueva Zelanda, Australia, Reino Unido y Canadá. Caso contrario es su vecino del sur, México, en donde, según los documentos de Snowden, fueron espiadas las comunicaciones del expresidente Felipe Calderón Hinojosa.
El camino que recorre y el destino final al que arriba la información que se recaba por medio del espionaje son largos y escabrosos, reflexiona la experta Iliana Rodríguez Santibáñez:
“La información puede caer en manos de un país que la puede usar para presionar a otro país. Pero el peligro también con esa misma información se encuentra en el uso, pues puede llegar a manos de criminales. No sabemos el uso cierto que se le dé, sin embargo, sabemos que el destino, bajo cualquier esquema, puede ser negativo porque no sabemos el uso al que va a ser destinado.
“Cuando es en un primer momento el Estado el que la recaba, puede ser para usos de inteligencia. Pero si cae en manos de criminales, la verdad es que el panorama resulta ser muy negativo para los individuos”.
En un escenario como el actual, en el que prácticamente el planeta entero está al pendiente de los descubrimientos y respuestas a los temas del espionaje, las relaciones entre el país que espía y el espiado inevitablemente resultan dañadas sobremanera.
Reflexiona la especialista del Tecnológico de Monterrey: “Podemos decir que hay un daño a la diplomacia entre los dos estados que solamente puede ser depurado a partir de aquellas medidas que se practiquen en el mismo orden de la diplomacia, como puede ser una satisfacción o una disculpa pública por parte del país que ha cometido el acto, y esto conlleva a detener cualquier otra acción que pudiera resultar en el arreglo incluso judicial o llevar a un Estado ante una corte internacional para denunciarlo por estas prácticas.
“Ese camino, básicamente, en este tipo de situaciones, es de carácter diplomático. Los estados generalmente terminan negociando de alguna forma las faltas para respetar un poco la relación que existe, bilateral, y no dañar las demás”.
Alemania y Brasil, dos de las naciones más afectadas por la vigilancia de la NSA, han unido fuerzas y ya elaboran conjuntamente un proyecto que tiene como finalidad proteger la privacidad en internet. A esta propuesta, que se trabaja en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se han sumado más de 20 países y entre todos intentarán responder a las prácticas de espionaje de Estados Unidos.
Pese a que la capacidad de la ONU para moderar el trabajo de la Agencia Nacional de Inteligencia es casi nula, Alemania y Brasil esperan que el proyecto pueda discutirse en el Comité de Derechos Humanos de la Asamblea General de Naciones Unidas antes de que finalice 2013.
Sin embargo, lo que sí es posible es que se logre concretar un frente internacional muy amplio y representativo que rechace el espionaje estadounidense, lo que pondría en una situación de aislamiento al espía más grande del mundo. Y eso es algo que Washington de ninguna manera desea.
Ante ello, Estados Unidos ha respondido que, aunque en principio no se opone a sus lineamientos, el documento que se prepara en la ONU será revisado por sus expertos. Asimismo, ha insistido en que está examinando los mecanismos de la NSA para la recopilación de información con el ánimo de hallar estrategias que le permitan recuperar la confianza de sus aliados y detener los reclamos que han provocado sus prácticas vigilantes.
América para los americanos
La especialista en temas internacionales consultada por Newsweek en Español considera que no es posible saber a ciencia cierta en qué medida México y América Latina son espiados por Estados Unidos. Empero, “me parece que, en todo caso, no podemos ignorar y negar que no solamente Estados Unidos es el país que práctica el espionaje, sino que tendríamos que partir de que cada nación está en la facultad de realizarlo de acuerdo a sus propios intereses, aun cuando sea una práctica denostativa o lesiva para los intereses de otros estados.
“Sin embargo, sí me parece que Estados Unidos ha jugado un eje de influencia bastante importante respecto a América Latina después de la Doctrina Monroe de ‘América para los americanos’. Entonces, me parece que ese es el eje de influencia y el interés que tiene en América Latina, tenerla lo más cercana posible y evitar cualquier conato de conflicto que pueda trasgredir sus fronteras”.
Iliana Rodríguez Santibáñez añade que las consecuencias que acarrea el espionaje a la soberanía de la nación víctima son variopintas. No obstante, lo principal es que “se merma su seguridad nacional porque es vulnerable por el tipo de información que ha emitido y que ha sido interceptada por otro país. Entonces se encuentra en una posición de desventaja respecto del país que espía y se reserva todas sus garantías y derechos para negociar en el ámbito internacional una salida pacífica a este tipo de conflictos que se pueden presentar entre estados”.
En la Cumbre de la Unión Europea, que se celebró en Bruselas, Bélgica, y se clausuró el pasado 25 de octubre, los 28 mandatarios signaron un comunicado por medio del cual advirtieron a Washington que el espionaje maquinado por la NSA contra los jefes europeos puede concluir con el quebrantamiento de la confianza entre Europa y Estados Unidos.
Esta pérdida de confianza, de acuerdo con los jefes de Estado, perjudicaría la necesaria colaboración de inteligencia, lo cual resulta especialmente relevante si se considera que Estados Unidos y Europa colaboran en temas tan delicados como la lucha contra el terrorismo.
—¿De qué manera debe responder un país que ha descubierto que es espiado por otro país? —pregunta Newsweek en Español a la experta Rodríguez Santibáñez.
—En el tema internacional se parte de un principio de igualdad soberana, es decir, un Estado no se puede superponer a la soberanía de otro Estado, es parte de ese principio de igualdad. Lo único que nos resta es la imposición de una contramedida, y las contramedidas tienen el efecto de una sanción, donde puede significarse, por ejemplo, la retorsión, que es una medida poca amistosa, pero que responde o es en proporción a la medida enemistosa que ha emitido el otro país.
“En ese sentido, una retorsión sería pedir la satisfacción o el perdón público. Otra podría ser incluso de mayor carácter, como nombrar persona non grata al embajador de Estado, que podría ser también un signo de molestia y podría llevar a la negociación de una nueva relación bilateral”.
—Finalmente, ¿a nivel global cómo queda el país que es descubierto por sus prácticas de espionaje?
“Básicamente, dentro de la percepción internacional, daña su imagen, daña lo que es el poder blando, el poder que se construye a base de las percepciones que genera un país, y me parece que lo que trasmite es la posición de un país abusivo, de un país que transgrede la norma internacional con tal de conseguir sus propios fines. Me parece que la imagen de Estados Unidos queda lastimada con todo este escándalo”.