Corre el minuto 95 del partido entre Corea del Sur y Alemania, y el arquero Manuel Neuer, que se había sumado al ataque, pierde el balón ante el defensor Ju Se-Jong. El surcoreano envía un pase largo para Son Heung-Min, que se encontraba solo en el área alemana, y el delantero anota el segundo gol que hace que los mexicanos estallemos en júbilo porque el resultado le da el pase a la selección a los octavos de final de Rusia 2018 (donde perdería por dos goles contra Brasil).
Mientras la mayoría de los mexicanos celebra, en Barcelona, Guillermo Aguilar León envía un email a su madre con copias de su pasaporte y cualquier documento que pudiera ser útil para poder localizarlo en caso de que lo detuvieran. A la mañana siguiente, Guillermo abordó un avión que lo llevaría a Rusia, pero no para ver un partido de la selección mexicana.
Guillermo, quien vive desde hace siete años en Barcelona, formó parte de los seis activistas que viajaron a la ciudad donde se llevó a cabo el mundial de futbol para retar a las autoridades y pasearse con una bandera de la comunidad LGBTTTI, lo cual está prohibido desde 2013 cuando se aprobó la polémica ley contra la “propaganda homosexual”.
La iniciativa fue organizada por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales de España (FELGTB), la agencia de publicidad Lola Mullenlowe y el periódico El Diario, quienes reclutaron a seis personas de seis distintos países (Colombia, México, Argentina, Brasil, España y Holanda) para que se pasearan con las camisetas de colores de su selección nacional y formaran una bandera gay.
En exclusiva para Newsweek en español, Guillermo nos cuenta sobre su experiencia en este proyecto.
-¿Cómo fue que te contactaron para esta iniciativa?
Vivo en Barcelona desde hace siete años y supe por un amigo que trabaja para la agencia Lola, la cual inició este proyecto. Este amigo me habló un viernes en la tarde sobre el proyecto e inmediatamente le dije que sí. Lo hablé con mi esposo (Manolo “lo conocí bailando en una fiesta y ya llevamos cinco años casados”), mi familia y mi jefe del trabajo quienes me apoyaron en todo momento, aunque me pidieron que fuera cauto y me cuidara porque saben de la situación que se vive en Rusia contra los homosexuales. En la mañana del 28 de junio salí de Barcelona hacía Rusia sin conocer a los otros participantes.
-¿Dónde conociste a los participantes?
Conforme fuimos llegando a Rusia, los fui conociendo, pero la reunión definitiva con todos fue en una cena que tuvimos con los chicos de la producción. Durante la cena, conforme cada uno se presentaba y contaba sus historias, nos fuimos compenetrando y de pronto a las 12 de la noche éramos un equipo unido, aunque muy nervioso. Después de cenar, el equipo de producción se sentó con nosotros para explicar lo que teníamos que hacer y nos dijeron las imágenes que querían lograr.
-¿Quién de los participantes fue el que más te impactó?
Aunque con todos logré fincar una amistad y a la fecha sigo platicando casi diario con todos, creo que quien más me impactó fue Martha Márquez (España). Ella trabaja en el activismo cada día de su vida (Martha es presidenta de GALEHI Asociación de Familias LGTBI) va a la oficina a luchar realmente por los derechos humanos de la comunidad. Su trabajo, su historia, me motivó a no dejar esta tarea que hemos comenzado en Rusia.
-¿Tuviste miedo durante tu estancia en Rusia?
Todos lo tuvimos. Pero tratábamos de apoyarnos para tranquilizarnos. Al primer lugar que fuimos fue a la Plaza Roja en Moscú, el lugar estaba lleno de policías que nos observaban, pero jamás se nos acercaron, nadie se dio cuenta. Los miembros de la producción nos dijeron que si pasaba algo dijéramos que éramos un grupo de amigos que se había reunido para apoyar cada uno a su selección en el mundial.
-¿Las personas de otras partes les dijeron algo?
Fíjate que no, nadie parecía percatarse de la bandera. Muchas personas se nos acercaban para tomarse fotos con nosotros pero nadie nos dijo algo. En lo personal, hubo muchos coreanos que se me acercaron para felicitarme por el pase de la selección a octavos y por el buen juego que habían hecho. Una buena anécdota fue cuando fuimos a un bar y muchos rusos se nos acercaron para tomarse fotos con nosotros porque al final ellos no veían la bandera LGBTTT, sino solo a un grupo de amigos con playeras coloridas pasándola bien.
-¿Durante su estancia vieron algún tipo de represión?
Nunca vimos alguna represión en las calles. Un día conocimos a un chico en la Plaza Roja que iba con un paraguas del arcoíris, los miembros de la producción se le acercaron, le preguntaron sobre su orientación sexual y muy orgulloso dijo que era gay.
Le contaron lo que estábamos haciendo y vino a tomarse una foto con nosotros. Fue muy emotivo que el chico estuviera defendiendo ahí sus derechos y nosotros apoyando su causa que es la de todos nosotros. La razón para no haber visto o escuchado de alguna represión fue porque se vieron un poco más permisivos. Todos los ojos estaban puestos en Rusia, pero creo que cuando el mundial termine la represión volverá.
-¿Cuáles son las diferencias entre las leyes a favor de la comunidad LGBTTTI en España y en México?
Creo que no hay diferencias como tal. Lo que sucede es que la gente las ha recibido mejor en España porque son más abiertos. Finalmente, en México aún predomina esta educación católica y una moral muy estricta que de pronto hace parecer que ser homosexual no está dentro de lo correcto. Aunque depende también de la región, en Ciudad de México es más fácil ser aceptado que por ejemplo Monterrey o Mérida.
-¿Qué enseñanza te llevas de esta iniciativa?
– Que hay causas que son más grandes que nosotros. Creo que todo país debe asegurar que las personas tengan libertad de demostrar quienes son y de amar a quienes elijan y nosotros como sociedad debemos trabajar para que vivamos con dignidad, libertad y respeto.