Según Pablo Picasso, el arte es una mentira que nos hace caer en cuenta de la verdad. Cuánta razón…
Ante el anuncio de la aprobación de una reforma legal para dotar a los militares de poderes de intervención de comunicaciones, redes sociales y domicilios, y darles facultades para investigar delitos cuando exista afectación de la seguridad interior, o por ineficacia y deficiencia de los elementos de seguridad pública y ministerial de los Estados; lo cual es una maniobra ante el rechazo de la propuesta de legitimar un mando único policial, para crear una policía militar, integrada a los cuerpos castrenses; recordé un capítulo de la serie animada “Los Simpsons”, en una etapa social donde la intimidad y los derechos se siguen limitando con el pretexto de combatir la inseguridad: el amor vigilante en los tiempos de cólera, de ira, de desesperanza.
El capítulo 20, de la temporada 21 de la serie animada “Los Simpsons”, de Matt Groening, titulado en español “Vigilando con amor” (que pueden verlo en http://www.simpsonlatino.com/2014/06/ver-los-simpson-21×20-vigilancia-con.html), es una alegoría de la novela “1984” de George Orwell. En principio, Smithers, asistente ejecutivo del Sr. Burns, dueño de la Central Nuclear de Springfield, le informa que ya no tienen un lugar donde ocultar el plutonio y residuos peligrosos de la fábrica, es decir, le hace ver la producción de energía nuclear peligrosa que existe en el lugar; por lo que se le da la orden de esconder una barra de plutonio con el más tonto de los trabajadores de la planta. Aparece entonces una maleta de Homero Simpson, en donde se oculta una barra de plutonio; este personaje acude a una estación de trenes donde olvida su maleta, y nos muestran el pánico que se genera por la “maleta olvidada”, lo que es evidencia del ambiente de miedo que se ha generado en la conciencia colectiva. Lo interesante del caso es que la maleta no afecta o explota por sí misma, sino que el propio sistema de “seguridad pública” de Springfield es quien la hace explotar con dinamita, generando un desastre nuclear; aquí se muestra que el peligro real lo genera el mismo sistema, no un acto de otra persona o grupo, la explosión la genera el mismo sistema: la guerra es la paz.
A partir de aquí se desencadena toda la historia: Kent Brockman, conductor del programa de noticias de canal 6, informa de la explosión en la estación del tren, y dice que no hay otra forma de llamar el hecho más que como un “acto terrorista”. Es decir, primero hubo pánico, se provocó una explosión por el mismo cuerpo de seguridad, se genera miedo y se califica como acto terrorista a través de los medios: el Ministerio de la Verdad.
Luego nos muestran una sesión de los miembros del partido frente a los representantes (altos privilegiados) del gran hermano: una reunión democrática del pueblo para decidir cómo solucionarán el problema. El Alcalde Diamante comienza la sesión con esta frase “hasta ahora todo lo que habíamos dicho de terrorismo era mentira, pero hoy le temo a la verdad…”, lo que nuevamente nos muestra la manipulación de la conciencia colectiva a base del miedo, y como algunas autoridades ni siquiera están conscientes de lo que ocurre en la realidad. Aparece entonces un asesor ingles de seguridad (físicamente parecido a Joseph Goebbels), que les explica cómo Inglaterra es la ciudad más segura gracias a ser controlada por un sistema de videovigilancia total: el Big Brother.
Lisa Simpson, representación de la mujer pensante e inteligente, cuestiona hasta dónde van a ceder sus derechos por esa aparente seguridad, y si eso es lo que querían los padres de la patria (referencia a Benjamin Franklin y su frase sobre la libertad y la seguridad transitoria), y es donde se ridiculiza a la democracia, pues aparece por primera vez un personaje, representando al grueso de la sociedad, que dice “yo soy Wally, el padre de Wally, y esto es justo lo que quiero…”, una reacción sin pensar, provocada gracias al miedo, por lo que sólo Lisa está en contra de esa vigilancia, pero al tomar la votación, el Alcalde Diamante se dirige a los asistentes de la siguiente forma: “los que estén a favor levanten la mano; los que estén en contra levanten la mano y digan odio al país…”:ama al Gran Hermano, de lo contrario eres enemigo.
Así, Springfield se llena de cámaras por todos lados, en lugares públicos y privados, en la ciudad y en el campo, gracias a la empresa “Seguridad Orwell, establecida desde 1984”, cuyo logotipo es un ojo sobre una placa de policía:el ojo vigilante que todo lo ve.
Estas cámaras son controladas en el cuartel de Policía, que recluta a una serie de ciudadanos “chismosos pero no pervertidos” para que realicen la función de vigilancia. Ned Flanders toma el mando con la idea de crear un mejor Springfield, pero con lo que cree que es mejor para él mismo: la Policía del Pensamiento.
El capítulo prosigue y nos muestra un debate en el que participa Lisa Simpson que irónicamente señala que todos los estudiantes deben usar uniforme, para verse iguales y generar un equilibrio, y es mejor confundirse entre los demás, lo cual es una referencia a que en la novela 1984, los miembros del partido deberían vestirse y verse iguales, para no distinguirse y sentirse más que los demás, lo cual podría generar un desequilibrio (misma idea de la obra Fahrenheit 451). Además, al igual que en la novela orwelliana, las cámaras no sólo ven, sino que también pueden hablar, lo cual descubre Flanders cuando observa a Jimbo besar a una chica en un jardín; al hablarles, la reacción de la chica es “no me toques si alguien está mirando”, la idea de la misma novela sobre la falta de contacto físico, empatía y fraternidad humana, para lograr la división de los individuos.
En otro lado de la ciudad, concretamente el Bar de Moe, se encuentran Lenny, Carl, Homero y Moe haciendo apuestas sobre el clima. Flanders se da cuenta de esto, les habla a través de las cámaras y los obliga a que dejen de hacer apuestas ilegales. Carl le contesta que las cámaras las pusieron para protegerlos de los actos terroristas que los quieren dañar, y Flanders le replica: “¿cuántos actos se han dado desde que instalamos las cámaras?”; en otras palabras: la vigilancia no es para vigilar actos de afuera, sino para vigilar y controlar a los que están adentro, una vigilancia similar a la mostrada en la película de “La Aldea”, donde el miedo se infundía y el control se aplicaba para evitar que las personas salieran de la forma de vida que tenían. Homero Simpson, que en un principio estuvo de acuerdo con la instalación de las cámaras, se molesta, deja el Bar y e alega que en casa sí estará a salvo, pero se da cuenta que eso no es verdad ya que todo espacio está controlado por el ojo vigilante. En síntesis, el riesgo de instalar una cámara para tu seguridad, provoca violentarte tu privacidad e intimidad, que en última instancia deja de existir: la libertad es la esclavitud.
De repente Bart Simpson descubre un punto ciego en Springfield: su patio, el cual se convierte en el lugar a donde todos van a hacer lo que en privado se torna su libre desarrollo de personalidad. Este punto ciego representa el área de la prole de la novela orwelliana, donde se encontraba la sociedad denigrada, la sociedad “maligna” que no quería comportarse como los demás, ni amar al Gran Hermano.
Flanders se da cuenta de este punto ciego, llega al lugar, y se da cuenta que todos los que en principio aceptaron las cámaras, ahora no están de acuerdo por no poder vivir sus vidas sin sentirse observados y controlados. Flanders les dice que el no quería ser el Gran Hermano, sino la hermanita para lograr un mejor Springfied al delatarlos a todos; lo que muesta el sistema de autovigilancia expuesto por Michel Foucault, y representado también en la novela orwelliana, pues el sistema funciona, no cuando él te vigila, sino cuando provoca la autovigilancia, el delatar al vecino, el vigilar y denunciar a los propios padres, lo que incluso se refleja cuando Rod, hijo mayor de Flanders, delata a su hermano Todd (miembro del partido) que se encuentra en el punto ciego, tal como traicionaron a Winston Smith en la novela 1984; en el capítulo se muestra como Todd está a punto de ser atacado por ratas, debido a esa rebeldía contra el gran hermano al acudir al punto ciego de la prole: la Habitación 101.
Flanders se da cuenta que quiso convertirse en Dios, por lo que reflexiona, y junto con Homero Simpson, destruyen las cámaras de Springfield, dejando ciego al Gran Hermano; a diferencia del final de 1984 de George Orwell, los miembros del partido se rebelan y dejan de amarlo: un final feliz.
El capítulo finaliza dando a entender que las cámaras se instalaron para crear un “Reality Show” que se veía en Inglaterra: “Los Zoquetes Americanos”; lo que da a entender el porqué este tipo de programas han proliferado, al igual que la evidencia de información a través de las redes sociales: aprovechando la ignorancia de la población, que cree en todo lo que se le dice, que no investiga, que es acrítica, que no tiene una pisca de instinto o intuición, se le van restringiendo sus derechos al máximo, haciéndole creer que es para su beneficio; el programa del Big Brother creado para poner de moda algo aparentemente inevitable: la ignorancia es la fuerza.
Así, tenemos una muestra más de que el artista utiliza la mentira (ficción) para decir la verdad. El pretexto de inseguridad con el que se reacciona contra la ciudadanía, atiende a un concepto de seguridad pública, que fue creado por sistemas autoritarios cuya esencia es garantizar la protección y conformación de lo público, de lo estatal, o mayor seguridad del Estado, frente a la menor seguridad del individuo. En términos más claros, la reforma legal que pretende permitir que la milicia se involucre en actividades de seguridad interior, de investigación de delitos y de afectación de derechos de personas, atiende a un derecho de Estado, y no una Seguridad Ciudadana como derecho de las personas, ya que lo primordial es la seguridad de las instituciones gubernamentales, y en segundo término las políticas integrales para evitar el delito, que se trata de la satisfacción de necesidades sociales. Si se permite intervenir comunicaciones, redes sociales o el tránsito de personas, sin autorización judicial, así como eliminar “obstáculos” (entiéndase garantías) para combatir la delincuencia, seguimos fortalecidos como una sociedad orwelliana.
Lo que requerimos es Seguridad Ciudadana: una situación social que posibilita el desarrollo de la libertad y de los derechos humanos, y que no depende única y exclusivamente de los cuerpos o fuerzas de seguridad, ni de la seguridad privada, sino más bien de la cohesión social y de la solidaridad, que de manera real y efectiva exista en una sociedad y momento determinado, y de la existencia de un orden jurídico, económico y social justo, como lo ha dicho Gabriel Regino.
¿Por qué una Seguridad Ciudadana y no una militar?, porque la Seguridad Ciudadana es una situación social en la que no existen riesgos o peligros para las personas, es decir, que éstos pueden ejercitar libremente sus derechos y libertades sin que exista obstáculo para ello. Se trata de una situación que deber garantizar a los ciudadanos el libre y pleno ejercicio de todos y cada uno de los derechos y libertades que ostentan, tanto individuales como colectivos; y entendido como un derecho fundamental de la persona, no del Estado, permitirá exigir a la autoridad, la creación de las condiciones necesarias para su disfrute real; es decir, la visión cambia de una intervención policial o militar para la seguridad (derecho de protección del Estado), a una satisfacción de necesidades mínimas de las personas para generar seguridad (efectividad de los derechos humanos). Una Seguridad será Ciudadana cuando la comunidad política proporcione los mecanismos para satisfacer las necesidades básicas y lograr el total respeto de estas actuaciones de la persona. Al satisfacer necesidades sociales, se genera autonomía y libertad social; al generar ese adecuado contacto social, se disminuye la inseguridad y se aumenta la tranquilidad. Entonces, la seguridad no se logra con policías o fuerzas armadas en la calle, sino con la distribución efectiva de las riquezas, la disminución de las desigualdades, y la generación de un plan de vida adecuado para cada miembro de la comunidad.
El arte no sólo expresa un sentir, la televisión no sólo está para entretener, sino también para mostrar una visión del mundo en el que se vive, en el que uno se desenvuelve. Por ello en un capítulo de South Park, una autoridad gubernamental del dice a un académico investigador: “Su trabajo es pensar señor científico; el de nosotros, la seguridad nacional…”. Parafraseando a Norberto Bobbio, el problema de fondo de los derechos humanos no es tanto el de justificarlos, sino el de protegerlos; es decir, es un problema político, que refleja que tan represiva o libertadora es una sociedad determinada; y con elementos encañonándonos en las calles, no se ve un panorama muy alentador.