No se le conoce apellido, Quino
–el autor del personaje– no le otorgó ninguno; hay una pista, cuando la maestra
de la niña le corrige un dibujo, después del nombre de Mafalda asoma una letra
M o quizá sea una N.
Es la hermana mayor de una familia pequeña: papá, mamá y Guille, el
hermanito. Típica de clase media que habita un departamento en la calle Chile
371, en el barrio San Telmo en Buenos Aires, Argentina.
Parece que tiene al menos una
abuela, porque después de unas vacaciones le envió una postal. Y una tía, Paca.
Una mascota, la Tortuga Burocracia, que le puso el nombre justo por la lentitud
con la que hace todo. Sus amigos: Miguelito, Felipe, Manolo, Susanita y Libertad.
Mafalda es una niña curiosa, precoz y muy despierta; su visión del mundo
y consciencia existencial son más amplias que las de casi todos los seres
humanos. Es generosa y de patriotismo comprobado.
Nunca le faltan preguntas y sabe qué es lo que busca. Le preocupan los
derechos humanos, la paz, el mundo en general. Quiere cursar una carrera
universitaria –critica a su mamá por no haberlo hecho–. A su papá le echa en
cara –con mucho cariño, pero sin paliativos– su actitud un tanto pasiva con la
que va por la vida.
Le apasionan The Beatles, la paz, los dibujos del Pájaro Loco y jugar en
el parque a los vaqueros. No soporta la injusticia, la guerra, las armas nucleares, el racismo, las
absurdas convenciones de los adultos y, claro, la sopa.
El
responsable de Mafalda se llama Quino, Salvador Lavado Tejón. Se publicó por
primera vez el 29 de septiembre 1964 en el semanario Primera Plana de Buenos
Aires. En esa fecha se inició el imparable éxito de Mafalda, que cruzó las
fronteras nacionales para conquistar América del Sur y luego se extendió a
Europa.
El 25 de junio
1973 Quino decidió no dibujar más tiras de Mafalda; unos dicen que la niña
le exige demasiado, otros, que ya no siente la necesidad de utilizar la
estructura expresiva de las tiras en secuencia.
El interés por Mafalda,
sin embargo, se ha mantenido inalterado; sus libros continúan reimprimiéndose y
sigue como favorita para ilustrar campañas sociales de organismos como UNICEF,
Cruz Roja, y cualquier cantidad de carteles con temas de la niñez, del mundo,
de los derechos humanos, de cuestionar lo que pasa, de levantar la voz cuando
toca.