Cuando Delilah comenzó a trabajar como acompañante, el año pasado, decidió desvanecer su rostro en las fotos que publica en su sitio web y en su perfil de Twitter. La estudiante universitaria de Ottawa, Ontario, tomó la decisión de esconder su rostro para ocultarle su trabajo sexual a su familia conservadora musulmana y para poder realizar una transición suave y sin estigmas hacia una profesión distinta cuando se graduara.
Pero ocultar su rostro tiene sus desventajas. “Ciertamente obtendría muchos más clientes. Y ninguno de ellos estaría preparado para sufrir un shock cuando me vea”, dice la chica de 23 años, y explica que su cara de niña podría sorprender a sus nuevos clientes. “Ojalá viviera en un mundo donde pudiera mostrar mi rostro”.
La decisión de un acompañante de revelar u oscurecer su rostro en línea arroja luz sobre los complicados problemas por los que atraviesan los trabajadores sexuales mientras tratan de equilibrar sus ingresos con la competencia, sus planes para el futuro y la posible atención por parte de la policía. Varios acompañantes también declararon a Newsweek que muestran su rostro porque esperan que su “salir del clóset” contribuya a eliminar la vergüenza del trabajo sexual y dé impulso a su despenalización, que en este año ha atraído la atención de los medios de comunicación y de las organizaciones sin fines de lucro.
Hilary Holiday, una acompañante de Minneapolis, señala que cubría su rostro en sus fotos cuando comenzó a ejercer el trabajo sexual a principios de la década de 2000. Después, hace unos seis años, varias competidoras celosas comenzaron a publicar en foros en línea de acompañantes que seguramente ocultaba su rostro porque era horrible, y Holiday se sentía cada vez más frustrada. Finalmente, publicó fotos para probar que se equivocaban. “Mis ingresos casi se duplicaron cuando mostré mi rostro, así que me volví una especie de adicta a mostrarlo”, dice Holiday a Newsweek, explicando que sus ingresos anuales pasaron de 150 000 a 300 000 dólares.
Ahora, Holiday publica fotos con el rostro descubierto por la posibilidad de ingresos, pero también porque se siente orgullosa de lo que hace y de lo que ha logrado. “Todo el mundo sabe que hago esto con integridad. Mis hijos han hecho buenos viajes; tenemos una piscina con agua caliente en el jardín. Soy una buena proveedora”, dice Holiday, que no atiende a fumadores ni a hombres de menos de 35 años. Sin embargo, advierte a las nuevas trabajadoras sexuales que el hecho de cubrir sus rostros en las fotos que publican en línea no garantiza su protección ni su privacidad. “Es probable que al final seas expuesta, así que realmente deberías sentirte cómoda con ello”, afirma.
El trabajo sexual también puede poner a una acompañante en desventaja en una batalla por la custodia de sus hijos, especialmente si una ex pareja furiosa utiliza ese argumento para afirmar que la trabajadora sexual es una mala madre. “Tan pronto como se presenta una disputa con una pareja sin escrúpulos, esta última simplemente dice, ‘¡Su Señoría, mi ex es una trabajadora sexual!’ ¿Y qué crees que ocurre?”, dice la acompañante y defensora del trabajo sexual Maggie McNeill. Añade que su decisión de mostrar su rostro fue más fácil porque no tiene hijos y no planea ejercer una futura carrera que pudiera “ser bombardeada” por su larga historia de trabajo sexual.
McNeill, que escribe en su blog como “la Honesta Cortesana”, señala que las nuevas acompañantes toman en cuenta varios factores para decidir qué tan abiertas serán con respecto a sus imágenes en línea. “Yo les digo a las jóvenes, ‘Quizás desees considerar realmente si deseas mostrar tu rostro o no’”, señala McNeill. “‘Quizás te cases, quizás tengas hijos. Aun si tu familia de sangre no tiene ningún problema con esto, ¿cómo sabrás si tu familia política tampoco los tendrá?’”
Este año, la prostitución ha estado en el centro de las conversaciones en los medios de comunicación, desde que la revista New York publicó en marzo un artículo titulado “¿La prostitución es solo una profesión más?” y The New York Times Magazine hizo lo mismo en mayo con “¿La prostitución debe ser un delito?” Luego, a finales de mayo, Amnistía Internacional publicó su política sobre la protección a las trabajadoras sexuales contra el abuso, en la que recomienda la despenalización del trabajo sexual consensuado. “Esto se basa en pruebas de que, con frecuencia, estas leyes hacen que los trabajadores sexuales de ambos sexos estén menos seguros y conceden mayor impunidad a los abusadores, además de que los trabajadores sexuales suelen estar demasiado asustados por la posibilidad de ser penalizados como para informar a la policía acerca del crimen”, declaró la organización.
Al igual que otros temas que rodean a la prostitución y la despenalización, el hecho de decidir revelar su rostro en línea es más preocupante para las acompañantes de alto nivel que cobran 400 dólares la hora y poseen sus propios sitios web y perfiles de Twitter, mientras que las prostitutas pobres y marginadas tienen otras preocupaciones más urgentes.
Las acompañantes se arriesgan a ser arrestadas. Publicar sus rostros en línea podría ayudar a los organismos de seguridad a investigar y enjuiciar a los trabajadores sexuales. “Tener tu rostro en Twitter puede ser una oportunidad para que la policía te busque y te atrape”, señala Mike Crawford, acompañante de Philadelphia que se autodenomina “marica de tiempo completo, dinerosexual a tiempo parcial” en su perfil de Twitter. “Si tienes la misma imagen en tu página de Facebook y en tus anuncios, un investigador podría usar rápidamente la búsqueda de Google para encontrar coincidencias.” (Cuando Holiday fue arrestada por cargos de prostitución en 2013, la policía declaró que buscó coincidencias entre las fotos de su sitio web y su licencia de conducir).
Aun así, Crawford afirma que su decisión de mostrar su rostro está apoyada por su trabajo como defensor de los trabajadores sexuales y la despenalización. Él y otros defensores piensan que, actualmente, los derechos de los trabajadores sexuales están evolucionando, pero se encuentran en el mismo punto en el que se hallaban los derechos de los homosexuales en la década de 1950, una época en la que salir del clóset podía poner en riesgo los lazos familiares y laborales de una persona.
“Varios trabajadores sexuales se han disculpado conmigo por no mostrarse al público”, dice McNeill. “Y yo les digo, ‘Oh querida, ¡no me pidas perdón! Tienes una vida. Yo tomé mi decisión. Si tuviera 30 años, quizás no habría decidido mostrar mi rostro.’”
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek