¿Los espías de Vladimir Putin salvaron la vida del presidente turco Recep Tayyip Erdogan en el reciente intento de golpe de Estado? La teoría salió a la luz por primera vez cuando la Agencia Noticiosa Fars, que es el organismo oficial de información de Irán, afirmó que los servicios de seguridad rusos avisaron a sus homólogos turcos tras recoger “diálogos en el ejército altamente sensibles y mensajes de radio codificados que mostraban que el ejército turco estaba preparándose para llevar a cabo un golpe de Estado”. La información electrónica fue recogida, de acuerdo con el informe, por una estación de escucha rusa en el aeropuerto de Hmeymim cerca de Latakia, Siria, operada por la Sexta Junta Directiva de Inteligencia Militar de GRU. Según se informa, los rusos escucharon al ejército turco “hablando acerca de planes para enviar varios helicópteros del ejército al hotel [en el balneario de Marmaris] donde Erdogan se hospedaba para arrestarlo o matarlo”.
Lo anterior coincide, al menos en parte, con un reciente informe presentado por un funcionario de seguridad turco de alto rango que dijo que la Organización Nacional de Inteligencia del país, también conocida como MIT, recibió informes de “actividad inusual” en la Comandancia de la Escuela Tierra-Aire en Guvercinlik cerca de Ankara alrededor de las 3 p. m. del 15 de julio. No está claro cuál fue el origen de estos informes. Sin embargo, fueron lo suficientemente serios como para hacer que Hakan Fidan, director del MIT, advirtiera al jefe del Estado Mayor Hulusi Akar, lo cual hizo que los planificadores del golpe de Estado entraran en pánico y adelantaran sus planes por 12 horas. Erdogan, según sus propias palabras, salió de Marmaris apenas 15 minutos antes de la llegada de un equipo de comandos enviado para capturarlo.
Los turcos y los rusos han negado oficialmente que los espías rusos hubieran avisado a sus homólogos del MIT. Sin embargo, es posible, al menos técnicamente, que la fatídica primera palabra saliera de una estación de escucha en Latakia, dicen los expertos.
Desde el inicio de la intervención oficial de Rusia en Siria el año pasado, los ingenieros militares de Moscú han instalado los más modernos equipos de intercepción e intervención en Hmeymim, así como sistemas de control del tráfico aéreo. Rusia tiene como objetivo mostrar la totalidad de su nueva tecnología militar más sofisticada en Siria, desde misiles crucero hasta ametralladoras para helicóptero Ka-52 Alligator y tanques T-90M, señala Justin Bronk, del Real Instituto de Servicios Unidos. Y la obtención de información mediante señales no ha sido la excepción. Ya desde febrero de 2014, Osnaz (Fuerzas Especiales), el organismo de inteligencia de radio y electrónica de GRU, ha estado ayudando al ejército de Bashar al-Assad a establecer estaciones de escucha por toda Siria (una de ellas, cerca de Al-Hara, fue capturada por el Ejército Sirio Libre en octubre de 2014). De acuerdo con el blog israelí de temas de seguridad Debkafile, los amplios sistemas de vigilancia electrónica y de radar establecidos por Rusia en territorio sirio abarcan Israel y Jordania y una gran parte de Arabia Saudita y Turquía, dando a “Siria e Irán una conciencia situacional en Oriente Medio”. En otras palabras, Moscú ha estado compartiendo su información electrónica con Damasco y Teherán durante años.
Esto hace que la historia sobre el papel de Rusia al advertir a Erdogan resulte creíble, pero el principal problema con la narrativa de este hecho es la distribución del tiempo. Aunque es concebible que los rusos hayan escuchado a escondidas charlas entre traidores en Guvercinlik, “no existe un canal directo de comunicación entre los organismos rusos de inteligencia y sus homólogos turcos” para lograr que se transmitiera dicha advertencia, señala Pavel Felgenhauer, corresponsal veterano de temas de defensa del diario Novaya Gazeta, con sede en Moscú. Además, “si los rusos advirtieron a los turcos, estarían revelando sus capacidades técnicas de monitorear los movimientos y comunicaciones [del ejército turco]. Esto suele ser una prohibición absoluta en lo que concierne a los servicios de inteligencia. Se requeriría una decisión política en el nivel de Putin para hacer una revelación de esa naturaleza”.
Turquía es miembro de la OTAN, y las relaciones entre Ankara y Moscú apenas comienzan a recuperarse después de que varios aviones de guerra derribaron un bombardero ruso en noviembre pasado. En pocas palabras, concluye Felgenhauer, es “muy improbable” que una decisión tan trascendental (advertir a Erdogan) pudiera haberse tomado en cuestión de minutos la misma tarde del intento de golpe de Estado.
MIRÁNDOSE A LOS OJOS: Putin y Erdogan son pioneros en un tipo de autoritarismo populista y comparten una profunda suspicacia con respecto a Estados Unidos. Foto: Alexey Nikolsky/Ria Novosti/EPA.
El verdadero significado de la historia es que señala que Rusia y Turquía están reparando su alianza estratégica después de la reciente ruptura.
Es probable que una de las principales consecuencias del fallido golpe de Estado sea que Erdogan recurra a su antiguo aliado Putin para recibir su apoyo estratégico. Dos semanas antes del golpe de Estado, Erdogan ofreció un importante reinicio en las relaciones entre Rusia y Turquía, disculpándose por el derribamiento del bombardero y calificándolo como “un error”. Por su parte, Rusia eliminó la prohibición de los vuelos chárter a Turquía. También se han reanudado las conversaciones acerca del proyecto de gasoducto Corriente del Sur que llevaría gas ruso al sur de Europa a través de Turquía, pasando por alto a Ucrania. Después del golpe de Estado, ambos hombres fuertes de los márgenes de Europa acordaron realizar una reunión cumbre en Moscú el 6 de agosto.
Putin y Erdogan tienen mucho en común. Ambos son pioneros de un tipo de autoritarismo populista. Y ambos comparten una fuerte suspicacia con respecto a Estados Unidos. En uno de sus principales discursos después del fallido golpe de Estado, Erdogan lanzó veladas acusaciones de que el gobierno de Obama protegía al hombre que él considera como instigador del golpe, el reservado predicador islamista Fethullah Gulen, que ha estado viviendo en el exilio, en Pensilvania, desde 1999. “Quienquiera que proteja a los enemigos de Turquía no puede ser un amigo”, dijo Erdogan.
Esto coincide con la narrativa que los medios de comunicación de Putin repiten una y otra vez: que Estados Unidos predica la asociación con las naciones mientras que, al mismo tiempo, busca la primera oportunidad para derrocar a cualquier gobierno que se atreva a desafiar la hegemonía de Washington. En 2011, cuando las manifestaciones masivas contra el regreso de Putin a la presidencia pusieron seriamente en duda su autoridad, Putin acusó a la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, de dar una “señal” a sus opositores para levantarse contra él.
El estilo de gobierno de ambos líderes también es cada vez más similar. Desde el intento de golpe de Estado, Erdogan se ha vuelto más parecido a Putin al reprimir a sus opositores en su propio país, no solo a los soldados y generales rebeldes, sino también a periodistas, académicos, maestros y jueces. Cerca de 60 000 turcos han sido suspendidos o han perdido sus empleos en la purga realizada después del golpe de Estado, y más de 6000 han sido encarcelados. Human Rights Watch afirma que muchos de ellos han sido torturados.
Y luego está Siria, donde Moscú y Ankara han estado en bandos opuestos desde que el gobierno de Erdogan le dio la espalda a Assad en 2013 y comenzó a apoyar a la oposición. Ahora las cosas se han vuelto en contra de Turquía: la intervención militar rusa en Siria ha fortalecido la posición de Assad, mientras que el apoyo de Estados Unidos ha impulsado a los kurdos de Siria, aliados en la lucha contra el Estado Islámico, pero enemigos del régimen turco. Finalmente, después del derribamiento del avión ruso por parte de Turquía, Moscú también se puso en contacto con los kurdos de Siria, proporcionándoles equipo e incluso permitiéndoles abrir su primera “embajada” en la capital rusa. De repente, el apoyo de Turquía a los infortunados rebeldes de Siria parece una mala apuesta, y Erdogan necesita la ayuda de Putin para evitar el nacimiento de un Estado kurdo en el norte de Siria, lo cual alentaría a los kurdos separatistas de Turquía a intensificar su lucha insurgente.
Todo esto significa que Erdogan y Putin tienen fuertes incentivos para reanudar su amor interrumpido. En la televisión rusa se informó de manera triunfal que el piloto del F-16 turco que había derribado al Su-24 había sido arrestado como sospechoso de participar en el golpe de Estado contra Erdogan, subrayando el incidente de manera simbólica.
Ciertamente, una relación más estrecha entre ambos complacería a muchas personas en Rusia y en Turquía. El veterano nacionalista Alexander Dugin estaba en Turquía el día en que ocurrió el golpe de Estado y se reunió con Melih Gokcek, el alcalde de Ankara y aliado cercano de Erdogan. De acuerdo con un blog de video en el sitio web de Dugin, Gokcek explicó que Turquía estaba dividida entre “patriotas” y “agentes gulenistas-estadounidenses”, y que el derribamiento del avión ruso había sido una conspiración creada por los gulenistas y la CIA para destruir la alianza natural entre Turquía y Rusia. “Subestimamos el poder del Estado paralelo creado en el interior de Turquía por los seguidores de Gulen y los estadounidenses”, dijo Gokcek a Dugin. “Fue nuestro error. Pero vamos a repararlo ahora mismo. El primer paso será un nuevo acercamiento con Moscú”. Dugin ha pedido repetidamente que Turquía abandone la OTAN y ha solicitado una acción conjunta entre Rusia y Turquía para expulsar a la OTAN del Mar Negro. Las opiniones de Dugin no reflejan la política oficial del Kremlin, pero él es muy cercano Putin.
Aun si Erdogan no le debe la vida (literal o políticamente) a la información de la inteligencia rusa, el intento de golpe de Estado ha hecho que las sospechas de Erdogan con respecto a Occidente se vuelvan más profundas, fortaleciendo sus instintos autoritarios y empujándolo más cerca del hombre que cada vez se asemeja más a su alter ego político, Putin.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek