La infraestructura de seguridad en una ciudad no es solo ornamento. Cada poste, cámara o botón es un sistema vivo, interconectado, diseñado para reaccionar ante situaciones críticas. Esa expectativa solo se cumple si la ciudadanía reconoce el valor del equipamiento y lo preserva como parte de su responsabilidad colectiva.
En ese sentido, crear una cultura del cuidado implica dejar atrás la indiferencia frente al espacio público. La noción de ciudadanía exige reconocer que la infraestructura de seguridad no pertenece a un ente abstracto: es parte del pacto cotidiano entre instituciones y personas.
En el espacio urbano, cuidar implica atender los entornos físicos como expresiones de vida compartida, donde el mobiliario urbano —incluido el de seguridad— no es una imposición estatal, sino una infraestructura ética del nosotros.
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En la teoría del derecho a la ciudad, Henri Lefebvre insiste en que el espacio urbano es una construcción social, y todo ciudadano tiene derecho no solo a usar la ciudad, sino a producirla simbólicamente. Desde esta perspectiva, el uso compartido y el respeto por el mobiliario urbano es una forma de apropiación, de decir “esto también es mío”.
LA CULTURA DEL CUIDADO NOS BENEFICIA A TODOS
Desde el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5) de la Ciudad de México monitoreamos 83,414 cámaras de videovigilancia distribuidas en puntos estratégicos. Este entramado permite observar lo que ocurre en tiempo real, activar protocolos de emergencia y coordinar respuestas inmediatas.
Una pieza fundamental de este ecosistema son los botones de auxilio, dispositivos al alcance de la mano diseñados para conectar a una persona con un operador que escucha, responde y envía ayuda. En otros casos, basta presionarlo para que el sistema active las cámaras del entorno y emita una alerta.
Esta infraestructura, pensada para proteger, sufre daños que no siempre responden a fallas técnicas o ambientales. La vandalización de tótems y postes, el uso irresponsable de botones de auxilio, configuran una forma de erosión cívica, menos visible que otros conflictos, pero no menos grave.
Lo que se destruye no es solo un dispositivo, sino la eficacia potencial de una respuesta inmediata y se pone en riesgo a quienes, eventualmente, podrían depender de él en una situación límite.
La cultura del cuidado sobre el mobiliario que auxilia al ciudadano es central en la noción de construir seguridad desde la comunidad, como un principio básico de convivencia urbana. N
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Salvador Guerrero Chiprés es doctor en Teoría Política por la Universidad de Essex, Inglaterra, y coordinador general del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.