Durante décadas, la comunidad científica ha advertido sobre un futuro cataclísmico en el que la Vía Láctea y Andrómeda, la galaxia más grande de nuestro vecindario cósmico, colisionarían en un evento que remodelaría por completo el universo conocido. Sin embargo, un nuevo estudio internacional acaba de reducir significativamente esa posibilidad, afirmando que la fusión entre ambas galaxias es tan incierta como lanzar una moneda al aire.
De acuerdo con una investigación publicada este lunes en la revista Nature Astronomy, la probabilidad de que la Vía Láctea y Andrómeda choquen entre sí en los próximos 10,000 millones de años es apenas del 50%. Esta estimación se basa en más de 100,000 simulaciones informáticas ejecutadas con datos actualizados de telescopios espaciales como Gaia y Hubble.
“Básicamente es como lanzar una moneda al aire”, explicó Till Sawala, astrofísico de la Universidad de Helsinki y autor principal del estudio, en declaraciones a la AFP. “Las proclamaciones sobre la inminente desaparición de nuestra galaxia parecen haber sido muy exageradas”.
LA COLISIÓN CÓSMICA, MENOS INMINENTE DE LO PREVISTO
Aunque se sabe que la Vía Láctea y Andrómeda se acercan entre sí a una velocidad de 100 kilómetros por segundo, los nuevos cálculos sugieren que una colisión dentro de los próximos 5,000 millones de años es “sumamente improbable”. De hecho, solo en la mitad de las simulaciones realizadas, la materia oscura logró arrastrar finalmente a ambas galaxias a una fusión total, lo cual ocurriría dentro de unos 8,000 millones de años, cuando nuestro Sol ya se haya transformado en una enana blanca.
Los modelos previos indicaban que esta colisión galáctica resultaría en una nueva megaestructura conocida como “Milkomeda”, con estrellas siendo devoradas por un agujero negro supermasivo o expulsadas al vacío intergaláctico. Sin embargo, las nuevas observaciones pintan un panorama mucho más complejo y menos apocalíptico.
Es más probable que las dos galaxias simplemente pasen cerca una de la otra —a una distancia de aproximadamente 500,000 años luz— y entren en una danza gravitacional prolongada. “Podría pasar que nuestra galaxia termine destruida”, reconoció Sawala, “pero también es posible que nuestra galaxia y Andrómeda orbiten mutuamente durante decenas de miles de millones de años. Simplemente no lo sabemos”.
UN FUTURO INCIERTO PARA LA VÍA LÁCTEA
El estudio concluye que el destino de la Vía Láctea “sigue completamente abierto”. Esta incertidumbre no significa que investigaciones anteriores fueran erróneas, sino que los nuevos datos —proporcionados por instrumentos de observación más precisos— permiten una visión más detallada y matizada del futuro galáctico.
La clave para resolver este misterio podría estar en los datos del telescopio espacial Gaia, que recientemente fue retirado de servicio. Según Sawala, una nueva generación de observaciones astronómicas podría brindar una respuesta definitiva sobre el destino de nuestra galaxia en la próxima década.
Mientras tanto, los astrónomos siguen observando el cosmos con una mezcla de asombro y cautela. Lo que antes parecía un desenlace inevitable ahora se revela como una posibilidad incierta y lejana —una danza cósmica cuyo clímax tal vez nunca lleguemos a presenciar. N
(Con información de AFP)