El consumidor debe adaptarse a la tecnología, y los productores de combustibles deben mejorar la calidad de estos o balancear sus productos con biocombustibles para generar una cadena de productividad mayor. Y México puede aceptar este reto.
Actualmente, el mundo consume alrededor de 9,222 millones de litros diarios de gasolina y diésel, principales combustibles para el transporte en el mundo. De estos, 52 por ciento del total corresponde a la gasolina, y 48 por ciento, al diésel.
Esta cantidad de consumo provoca una producción de 25 millones de toneladas diarias de dióxido de carbono. De los cuales, 52 por ciento corresponden al diésel, y 48 por ciento, a la gasolina.
Esto significa que la calidad del aire está comprometida debido a que por cada tonelada de dióxido de carbono equivalente producida se desplazan aproximadamente 1.6 toneladas de oxígeno. El dióxido de carbono (CO2) desplaza al oxígeno en el aire porque se encuentra en la atmósfera en mayor concentración.
Esto significa que, en forma diaria, son desplazados alrededor de 40 millones de toneladas de oxígeno. Esto da lugar a tener una pobre calidad en el aire, el cual así entra en los pulmones de los seres vivos. Además, se tiene una reacción química de la combustión incompleta al quemarse la gasolina, lo que produce moléculas de monóxido de carbono en la atmósfera, y estas no son absorbidas por los seres vivos que realizan la fotosíntesis en forma diaria.
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La edad promedio de todos los vehículos en el mundo está entre los 12 y 16 años. Dicha cifra se calcula al sumar la edad de todos los vehículos en circulación y dividir el resultado entre el número total de vehículos.
Esto significa que la contaminación puede aumentar derivado de la falta de mantenimientos preventivos adecuados y que no están alineados en tiempo con las especificaciones establecidas de cada unidad. Una unidad que circula, en cierto periodo tiene desgastes en sus piezas, y pueden deteriorarse en forma rápida. Esto puede reducir el rendimiento de litros consumidos por kilómetros recorridos, lo que provoca tener unidades deficientes circulando en las calles.
Entonces, tener durante mucho tiempo las unidades en utilización, y tener un parque vehicular que está fuera en su mayoría de la nueva tecnología, tiene como consecuencia el tener un menor rango de kilómetros por cada litro de combustible consumido.
¿Cómo debe, entonces, mejorarse la quema de estos combustibles? En el mundo han sido creadas mezclas en los combustibles que ayudan, sobre todo, a mejorar la reacción de la combustión tras adicionar oxigenantes como el etanol o el éter metil terbutílico (MTBE), los cuales tratan de mejorar la reacción química de la combustión. El etanol es considerado una mejor opción para la combustión que el MTBE, especialmente en términos de sostenibilidad y de menor impacto ambiental.
LOS BENEFICIOS DEL ETANOL AL 85 POR CIENTO
El etanol, como biocombustible, es renovable y puede producirse a partir de fuentes vegetales como la caña de azúcar, mientras que el MTBE es un derivado del petróleo.
El etanol puede aumentar el octanaje de la gasolina, lo que puede ayudar a mejorar el rendimiento del motor. Además, tiene un porcentaje de oxígeno en peso del 34.8 por ciento, mientras que el MTBE es del 18.2 por ciento, lo que le da una mejor potencia al motor.
Aproximadamente 80 por ciento del etanol producido en el mundo (312 millones de litros diarios) se utiliza como combustible en la industria del transporte. Se mezcla con la gasolina para mejorar el rendimiento y reducir la contaminación. Una mezcla común es la E10, que contiene 10 por ciento de etanol y 90 por ciento de gasolina. Pero existen mezclas del tipo E85 (85 por ciento etanol y 15 por ciento de gasolina).
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A todo esto, ¿En dónde queda México? Actualmente, se consumen alrededor de 207 millones de litros diarios entre gasolina y diésel, lo que produce 550,000 toneladas de dióxido de carbono equivalente, que desplazan alrededor de 880,000 toneladas de oxígeno.
Adicionalmente, debemos considerar, con base en la orografía que tiene el país, que principalmente zonas metropolitanas de Monterrey, Guadalajara y el valle de México están a diferentes alturas sobre el nivel del mar. Esto ocasiona que, aunque la concentración de oxígeno en el aire debe ser la misma en todos los niveles, la presión parcial del oxígeno disminuye a medida que aumenta la altura, lo que puede afectar la eficiencia de la reacción de la combustión, por no obtener oxígeno de forma eficiente.
Por lo tanto, debe haber un adecuado balanceo químico. Este consiste en igualar el número de átomos de cada elemento en los reactivos y los productos de una ecuación química, como el de la combustión, asegurando que se cumpla la ley de conservación de la masa. Al haber más oxígeno puede haber menos gases o partículas que afecten al medioambiente.
El mundo no dejará de usar los combustibles fósiles y sus derivados. Pero habrá una adaptabilidad en cuanto a la mejora del rendimiento de litros por kilómetro recorrido, sobre todo, en aquellos automóviles más viejos, para lo cual es necesario adaptarlos para que consuma etanol al 85 por ciento, E85. El objetivo es contribuir a que gases y partículas emanen de su escape automotor. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.