La primera vez que se creó un
elemento fue en 1939, cuando científicos de la Universidad de California en Berkeley
crearon el elemento 93: Neptunio, que dio pie a la creación del Plutonio,
utilizado en la bomba de Nagazaki.
Con el tiempo se han producido
múltiples elementos, como los cuatro descubiertos el pasado enero, que fueron confirmados por la
Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC, por sus siglas en
inglés) para integrarse a la séptima línea de la tabla periódica y que, ahora
han sido ‘bautizados’ por sus descubridores.
Luego de ser
aprobados por la IUPAC, los nombres asignados por los descubridores de los
elementos atravesaron un periodo de revisión pública de cinco meses, finalmente
fueron aprobados y quedaron de la siguiente manera: el elemento 113 fue
nombradoNihonium, con símbolo Nh; el 115 recibió el
nombre Moscovium, con símbolo Mc; Tennessine fue designado para el 117, con el
símbolo Ts; y Oganesson para el elemento 118, con símbolo Og.
Nihonium fue denominado en honor a
Japón, pues significa tierra del sol naciente; Oganesson (Og), como homenaje al
trabajo del químico ruso Yuri Oganessian; por su parte Moscovium y Tennessine,
recibieron esos nombres porque fueron descubiertos en Moscú y Tennessee,
respectivamente.
Su descubrimiento fue posible
gracias al trabajo realizado por científicos con aceleradores de partículas en
laboratorios sofisticados, quienes trabajan desde entonces, en la producción de
los elementos que formarán la octava fila de la tabla periódica, a partir de la
cual, los especialistas creen que se podría llegar a la isla de la estabilidad,
hecho que permitiría trabajar en la creación de átomos súper pesados
Aunque la producción de los cuatro nuevos integrantes de la tabla no fue
en grandes cantidades, estos podrían revelar información valiosa sobre el
núcleo de los átomos y fungirán como base para la creación de elementos aún más
interesantes, ya que los expertos consideran que a partir del elemento 120, se llega
a la isla de estabilidad, es decir, que se podrían producir átomos súper-pesados
estables, lo que permitiría un mejor estudio de la física nuclear.