Un grupo de científicos descubrió olas de lodo gigantescas enterradas en las profundidades del océano Atlántico, a más de 400 kilómetros de la costa de Guinea-Bissau, un país del oeste de África.
“Estas enormes olas de sedimentos submarinos, compuestas de lodo y arena, se encuentran a unos 999.74 metros debajo del lecho marino”, informaron los investigadores en un nuevo estudio publicado en Global and Planetary Change.
Las olas se formaron en la “Puerta Atlántica Ecuatorial”, la vía marítima que resultó de la separación de Sudamérica y África, lo que creó el océano Atlántico. Los hallazgos del artículo sugieren que la gran masa de agua salda pudo haber surgido millones de años antes de lo que se pensaba, “desencadenando un periodo de cambio climático”.
Al utilizar datos sísmicos y núcleos de pozos perforados como parte del Proyecto de Perforación en Aguas Profundas en 1975, los investigadores encontraron cinco capas de sedimento que usaron para reconstruir los procesos tectónicos que dividieron el antiguo continente de Gondwana en la era Mesozoica, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra.
“Esta evidencia sedimentaria directa muestra que el establecimiento de una conexión marina comenzó hace unos 117 millones de años, significativamente antes que las estimaciones previas y coincidiendo con el inicio del enfriamiento climático global”, escribieron los autores.
Y agregaron al tema: “Estos hallazgos muestran la interacción dinámica entre la apertura de las puertas oceánicas, la circulación y el cambio climático durante el periodo Cretácico medio, lo que destaca el papel fundamental de las puertas oceánicas en el sistema climático de la Tierra”.
“IMAGINEMOS OLAS DE UN KILÓMETRO DE LARGO”
Una sorprendente capa de sedimentos incluía vastos campos de ondas y “derivas de contorno”, que son montículos de lodo que se forman bajo fuertes corrientes de fondo, según Uisdean Nicholson, uno de los dos geólogos de la Escuela de Energía, Geociencia, Infraestructura y Sociedad que descubrieron las ondas.
“Imaginemos olas de un kilómetro de largo y de unos cientos de metros de altura: todo un campo formado en un lugar concreto al oeste de la meseta de Guinea, justo en el punto de inflexión final de la separación de los continentes de Sudamérica y África”, declaró Nicholson.
Estas olas se formaron debido al fuerte contraste de densidad entre las aguas dulces del Atlántico Central, al norte, y las aguas saladas, al sur. El agua densa y salada se derramó desde la entrada recién formada, explicó Nicholson.
“Piénselo como una cascada gigante que se formó debajo de la superficie del océano. Justo antes de esta época, se formaron enormes depósitos de sal en el Atlántico Sur. Cuando se abrió la puerta, el agua dulce se vertió en estas estrechas cuencas, y el agua más densa y salada fluyó hacia el norte, formando estas olas gigantes”, dijo.
EL OCÉANO ATLÁNTICO Y LA PUERTA ATLÁNTICA ECUATORIAL
Los hallazgos del estudio reevaluaron la apertura de la Puerta Atlántica Ecuatorial y su impacto en la regulación climática. Anteriormente se creía que la puerta se había abierto entre 113 y 83 millones de años atrás. Sin embargo, el descubrimiento de las olas de sedimentos indicó que la apertura comenzó antes: hace unos 117 millones de años.
La coautora del artículo y geóloga, Débora Duarte, sostuvo que hasta hace 117 millones de años la Tierra había estado enfriándose durante un tiempo, con grandes cantidades de carbono almacenadas probablemente en lagos y otras cuencas emergentes del Atlántico Ecuatorial.
“Pero el clima se calentó significativamente entre hace 117 y 110 millones de años. Y creemos que esto probablemente se debió a la primera conexión a través de este portal y a la inundación de agua de mar en estas cuencas emergentes”, declaró Duarte.
La eficiencia del enterramiento de carbono se redujo inicialmente al abrirse la puerta, lo que habría tenido un efecto de calentamiento. Se formó un sistema de circulación atlántica completo a medida que la puerta se hacía más profunda y ancha, y el clima entró en un periodo de enfriamiento a largo plazo durante el Cretácico Superior.
“Las corrientes oceánicas actuales desempeñan un papel clave en la regulación de las temperaturas globales, y las perturbaciones, como las causadas por el derretimiento de los casquetes polares, podrían tener profundas consecuencias”, afirmó. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)