CANNES, Francia.— En 1960, en el Festival de Cannes, las películas L’Avventura, de Michelangelo Antonioni, y La Dolce Vita, de Federico Fellini, suscitaron silbidos y los premios que recibieron (el Gran Premio del Jurado para la primera y la codiciada Palma de Oro para la segunda) provocaron un escándalo. Reacciones difíciles de imaginar dado el lugar que ocupan hoy esas dos películas en el referente universal de las grandes obras cinematográficas.
“El Festival de Cannes tuvo razón de seleccionar en 1960 a Fellini y a Antonioni. Como nosotros tuvimos razón hoy de haber seleccionado a Xavier Dolan, a Olivier Assayas y a Nicolas Winding Refn”, dice Thierry Frémaux, director del Festival de Cine de Cannes.
La víspera de anunciarse el palmarés de la edición número 69 del festival, el 22 de mayo pasado, Frémaux se anticipaba ya a la polémica que horas más tarde provocarían los premios otorgados por el jurado presidido por el cineasta australiano George Miller.
Mientras Cannes pululaba de pronósticos, rumores y especulaciones sobre el palmarés, el delegado general del Festival se sentó a charlar unos momentos con Newsweek en Español en su luminosa oficina del Palacio de Festivales de Cannes, sede de este multitudinario evento.
A un lado del escritorio colgaba el smoking de rigor y la inmaculada camisa blanca que Frémaux portó cada noche para recibir desde lo alto de la célebre escalinata roja al equipo de la película en turno y a todas las luminarias invitadas.
El lugar es estratégico para observar el desfile de estrellas y todo el bullicio alrededor de este sitio que, durante 12 días y 12 noches, se convierte en el ombligo del séptimo arte mundial. Igual de estratégica es su función como delegado general del Festival de Cannes, encargado de seleccionar las películas que compiten por la Palma de Oro.
“Cannes es una extraordinaria torre de control del cine mundial”, asegura.
No obstante, desde lo alto de la escalinata Frémaux no puede hacer nada cuando los artistas contravienen el estricto protocolo, como lo hizo este año Julia Roberts, presente por primera vez en Cannes, y que caminó descalza por la alfombra, o bien los miembros del equipo de la cinta brasileña Aquarius,del director Filho Kleber Mendoza, que desfilaron con carteles de protesta contra la desaparición del Ministerio de Cultura en su país.
Como tampoco puede evitar los abucheos de la prensa y de la crítica cuando desaprueban una película o un premio como sucedió este año con películas como la del francés Olivier Assayas, Personal Shopper, estelarizada por Kristen Stewart; la del danés Nicolas Winding Refn, The Neon Demon, o la de Sean Penn, The Last Face, mientras la película del canadiense Xavier Dolan, Juste la fin du Monde, dividió opiniones.
La crítica que tenía como gran favorita a la hilarante comedia de la alemana Maren Ade, Toni Erdmann, repitió silbidos y abucheos el domingo 22 de mayo cuando el jurado entregó un palmarés casi contrario a todas sus previsiones con una Palma de Oro a I, Daniel Blake, del británico Ken Loach, un doble premio a mejor director para Assayas y el rumano Cristian Mungiu por Baccalauréat (Bachillerato), o el Gran Premio del Jurado para Dolan.
Aunque Frémaux advierte que no hace balances, sí acepta revisar un poco lo que fue esta edición número 69, en particular sobre algunas acciones en la alfombra roja o las reacciones de la prensa a algunas películas en competencia. Además de sus desavenencias con la prensa, habla más personalmente sobre sus afinidades con América Latina y sus gustos cinéfilos.
—Las estrellas contravienen a menudo el protocolo. Julia Roberts desfiló sin zapatos, el equipo de la pelícila brasilena Aquarius utilizó la escalinata para una protesta política…
—No, la escalinata no se utilizó para reivindicaciones políticas. El equipo de la película decidió hacer esa manifestación de reivindicación dentro del marco del Festival de Cannes, no nos habían avisado que lo harían, pero no me molesta. El Festival no interfiere en los asuntos de los brasileños, resulta que el equipo de una película quiso aprovechar su presencia en este festival para esa protesta, y punto. Cannes es un festival internacional de cine con artistas de todo el mundo y es un reflejo del mundo. Por lo tanto hay de todo aquí. En esta ocasión brasileños que reivindican, pero no nos molesta. Hay un protocolo preciso en la escalinata y cuando hay reglas sucede que las estrellas las pueden contravenir, pero eso tampoco me molesta.
—Algunas películas en competencia generaron este año abucheos, ¿cómo toma estas reacciones?
—Las películas son abucheadas únicamente por la prensa. La película de Nicolas Winding Refn fue abucheada por la prensa, pero aclamada por 2000 personas. ¿Eso qué quiere decir? ¿Que esas 2000 personas son más generosas que los periodistas? ¿O son los periodistas los que tienen razón? No lo sé, pero observo que hoy el público más complejo, más difícil y más mal educado es la prensa. La prensa escribe, y también tiene ganas de manifestar su sentimiento en la sala de cine.
—¿Pero cómo explica ese desfase entre la apreciación de los seleccionadores y el de la crítica?
—Creo que a la gente se le olvidan todos aquellos silbidos que hubo contra L’Avventura (de Michelangelo Antonioni, Premio del Jurado del Festival de Cannes en 1960) y contra La Dolce Vita (Palma de Oro del Festival de Cannes el mismo año). Pero el Festival de Cannes tuvo razón de seleccionar a Fellini y a Antonioni en aquel entonces. Y hoy nosotros tenemos razón de seleccionar a Xavier Dolan, a Olivier Assayas y a Nicolas Winding Refn. Sé que la prensa ha perdido hoy mucho poder y debería preguntarse por qué. Y la prensa comenta a la prensa.
“En Cannes hay, por una parte, el Festival de la prensa y el resto (porque) los periodistas sólo ven una parte del festival y escriben sobre esa parte, pero no acuden a ver el resto de lo que sucede en Cannes. Si acudieran a otras proyecciones (distintas a las reservadas a la prensa), les cambiaría la vida. Los periodistas sólo perciben el diez por ciento del Festival. Además, hay varias prensas. Está la prensa crítica, la audiovisual y otras. La opinión de la prensa se expresa en el Festival de Cannes en mayo, pero cambia tres meses después cuando la película aparece comercialmente. La prensa es muy importante, pero no se puede considerar que hay un público más importante que otro. No digo que las 2000 personas que aclamaron a Nicolas Winding Refn tienen razón, pero tampoco es seguro que los 1800 periodistas que lo silbaron tengan razón. El jurado es soberano, independiente y hay que dejarlo libre, incluso de hacer errores. Cada quien tiene su palmarés. Sí, Cannes es todo a la vez, es la audacia, pero también puede ser conservador, es todo eso.
—¿Qué necesita un filme para ser seleccionado en Cannes?
—No sé bien cómo explicarlo. Conozco perfectamente lo que es el esprit cannois, eso que caracteriza a Cannes, conozco muy bien el cine también. Pero no significa que seleccionar una película para Cannes sea decir esto está bien o no está bien. Tampoco es esto me gusta o no me gusta. Seleccionar una película para Cannes corresponde a reflexionar para encontrar ese algo que me indica que este filme debe o no debe estar en Cannes. Una buena película puede no estar en Cannes.
—¿Quiere decir que en Cannes no se seleccionan las mejores películas?
—Al final del año siempre se constata que en Cannes sí están las mejores. En las ceremonias de los Óscar, de los premios César (equivalentes franceses de los Óscar), en los balances de fin de año vemos que siempre están las películas de Cannes. Mire, ¿quién ganó el pasado Óscar a la mejor película extranjera? El hijo de Saúl, película que se descubrió en el Festival de Cannes (y ganó el Gran Premio del Jurado), aunque no ganó el premio de la Cámara de Oro (que se otorga a la mejor ópera prima de Festival).
—¿Qué es el esprit cannois?
—El esprit cannois es una mezcla de gran amor del cine, de gran conocimiento sobre el cine y de gran generosidad hacia el cine, así como algo más que no tiene nada que ver con el cine, y todo eso se equilibra. Sin olvidar el Mercado del Filme. Cannes decidió hace mucho tener un Mercado del Filme y la gente viene aquí para trabajar. En el Mercado se presentan proyectos, se compran películas, se ven distribuidores, productores. Sucede que incluso algunas películas en competencia llegan sin haberse vendido. Nosotros estamos al servicio del cine, sean películas de arte, de gran espectáculo, o cualquier otro tipo.
Relaciones extravagantes: “Tengo una relación extraña con América Latina. Es un lugar del mundo en donde me siento como en mi casa, no sé por qué”. FOTO: Anne Christine Poujulat
—¿Ese algo más es el glamour, las estrellas de Hollywood?
—También tenemos el glamur y las estrellas. Desde ese punto de vista este festival fue extraordinario, pero la prensa no lo ve.
—Con América Latina tiene lazos particulares, ¿qué le atrae tanto?
—América Latina me gusta mucho, pero no sé bien explicar el porqué me gusta ir tanto, es una región que me ha atraído desde siempre. Tengo una relación extraña con América Latina porque conozco sobre todo los dos extremos, México y Argentina. Es un lugar del mundo en donde me siento como en mi casa, no sé por qué. En mi infancia era una región en donde había muchos problemas políticos y en Francia había mucho interés por esa parte del mundo. Además, tienen esa pasión por el fútbol, un deporte que me gusta y, por supuesto, el cine. Es, por lo tanto, una mezcla de cosas que han permitido que desde la primera vez que puse los pies en esa región me sentí como en casa. En Chile, en Argentina, en México, en Brasil, en todos los países de América Latina me siento realmente como en casa. Desde que descubrí esa región de joven, nunca he dejado de ir.
—¿Cómo ha influido eso en su visión del cine latinoamericano?
—Como me gusta América Latina y desde siempre también me ha gustado el cine, pues siempre me ha interesado el cine de la región. Sin embargo, como seleccionador en Cannes no tengo preferencias particulares por alguna región o país. Aquí sólo queremos contar con las mejores películas. Ahora bien, cuando yo llegué a Cannes como seleccionador (en 2007) fue la época en la que también emergían las nuevas generaciones del cine en México, Argentina e incluso Brasil. Actualmente el cine de América Latina pasa por un buen momento y me da gusto poder destacar eso. Lo cual tampoco significa nada particular en relación con la selección de películas para el Festival. Por ejemplo, este año no había una sola película de México, solamente hubo un filme brasileño y uno argentino.
—Antes de ser el seleccionador del Festival de Cannes ya acudía al Festival, ¿qué tipo de cinéfilo era?
—No sé con precisión qué tipo de cinéfilo soy. Soy un historiador del cine y me interesa mucho, pero en el ámbito personal e íntimo trato de tener lo menos posible de referencias. Conocer bien el cine sí, pero creo que los críticos de cine, sobre todo en Francia, están muy sometidos a una historia prestigiosa pero ya rebasada y hay que reinventarla. En Cannes la reinventamos, de modo que es necesario ser conocedor, pero generoso, abierto, y me parece que hoy falta mucha tolerancia. Hay actitudes de ciertos espectadores que no son mías, yo prefiero decir que me gusta, que no me gusta. Vemos más de 1500 filmes, seleccionamos 50 y los comentamos, pero no el resto. Aunque vemos cosas formidables, no podemos seleccionar todo, ahora evidentemente también hay muchas cosas que no me gustan.
—¿Cómo ha cambiado su mirada de cinéfilo desde que es seleccionador?
—No cambió tanto mi mirada como mi geografía porque Cannes es una extraordinaria torre de control del cine mundial. Nos llegan películas de todo el mundo y sabemos todo sobre las cinematografías de todo el mundo, hasta de los más pequeños países. Por ejemplo, he seguido la evolución del cine mexicano, argentino, rumano, coreano. Este año fue un buen año coreano y rumano. Los mexicanos no estaban presentes este año porque hay ciclos. No quiero decir que el cine mexicano ha terminado un ciclo, sino que hay ciclos de producción: la realización de películas toma dos, tres años, las películas se estaban rodando, no estaban terminadas, entonces hay que esperar un poco.
—¿Cuál es la película de la que está más orgulloso que Cannes nos haya permitido descubrir?
—El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro. Es la primera verdadera película de un género cinematográfico preciso que se mostró en Cannes, una película de monstruos, y ello prueba que podemos tener todo tipo de cine en competencia, fue un momento muy importante.
—¿Las películas que lo han impactado?
—Es una cuestión delicada porque hoy puedo darle cinco y mañana otras cinco. Hay muchas películas que me han impactado, como Pierrot le Fou (de Jean-Luc Godard) o La Chevauchée Fantastique (La diligencia) de John Ford. Son filmes que son hoy clásicos, un western en blanco y negro, y una película francesa moderna de la década de 1960, ese es mi cine, películas de todos los cines. En el orden latinoamericano siempre me han gustado las películas mexicanas de la década de 1950, las argentinas de la década de 1970 y el Cinema Novo brasileño.