Mark Carney, exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, asumió este viernes como primer ministro de Canadá en un momento de alta tensión con Estados Unidos. La imposición de nuevos aranceles por parte del presidente Donald Trump y sus declaraciones sobre la posible anexión de Canadá como el estado 51 han generado una tormenta diplomática sin precedentes.
Carney, de 59 años y sin experiencia previa en cargos de elección popular, toma el relevo de Justin Trudeau, quien dejó el cargo tras una década en el poder (2015-2025). Su elección por el Partido Liberal busca ofrecer estabilidad ante la creciente incertidumbre económica y política que enfrenta el país.
“Canadá nunca será parte de EE.UU.”
En su discurso de investidura en Ottawa, Carney fue tajante al rechazar cualquier insinuación de anexión. “Canadá nunca jamás será parte de Estados Unidos, de ninguna manera”, declaró con firmeza. En un mensaje dirigido a Trump, añadió: “Los estadounidenses no deben equivocarse: tanto en el comercio como en el hockey, Canadá ganará”.
El primer ministro enfrenta el desafío de renegociar acuerdos comerciales clave mientras busca proteger la economía canadiense de los efectos de los nuevos aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio impuestos por Washington. En respuesta, Ottawa ha implementado sus propios gravámenes a productos estadounidenses, escalando aún más la disputa comercial.
Un tecnócrata en la arena política
Carney es reconocido por su trayectoria en el sector financiero, habiendo liderado el Banco de Canadá durante la crisis de 2008-2009 y el Banco de Inglaterra durante el turbulento proceso del Brexit. Sin embargo, su falta de experiencia política es vista como un reto en una coyuntura donde la diplomacia y la estrategia electoral serán clave.
El país se encamina hacia elecciones generales previstas para octubre, aunque se especula con un adelanto. Las encuestas reflejan un margen estrecho entre el Partido Liberal y la oposición conservadora, lo que sugiere una contienda reñida en la que las políticas de Trump y la soberanía canadiense serán temas centrales.
Un futuro incierto para las relaciones bilaterales
Desde el inicio de su segundo mandato, Trump ha utilizado los aranceles como herramienta de presión económica, exigiendo concesiones comerciales y medidas más estrictas contra el tráfico de fentanilo, a pesar de que el contrabando de esta sustancia desde Canadá es mínimo. La relación entre ambos países, históricamente sólida, enfrenta una de sus mayores crisis en décadas.
Carney ha expresado su disposición a negociar con Washington, pero también ha dejado claro que Canadá debe reducir su dependencia de su vecino del sur. “Ya no podemos confiar ciegamente en Estados Unidos como nuestro principal socio comercial”, señaló en una reciente entrevista.
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A medida que avanza su gestión, el nuevo primer ministro deberá equilibrar la diplomacia con la firmeza, buscando proteger los intereses de Canadá sin provocar una crisis aún mayor. Con un panorama electoral incierto y una economía en juego, Carney enfrenta la prueba de su vida en la política canadiense. N
Con información de Animal Político.