De
acuerdo con la Fundación Americana de Lupus, en el mundo se han reportado
alrededor de 5 millones de casos de esta patología que afecta la piel, las
articulaciones y los órganos vitales. Su detección no es fácil, suele
confundirse con otras condiciones médicas y el 90 por ciento de los casos son mujeres
entre los 15 y 44 años.
En
el 2001, durante el Congreso
Internacional de Lupus, representantes de diversas organizaciones pidieron que
se estableciera una Semana Mundial de Lupus, con el fin de conmemorar la
batalla que viven quienes la padecen la enfermedad, señala la Federación
Española de Lupus.
Y
en el 2004 se celebró por primera vez el Día Mundial del Lupus, el 10 de mayo, en
el VII Congreso Internacional de Lupus realizado en la ciudad de Nueva York, Estados
Unidos.
El
Servicio Nacional de Salud Británico (NHS por sus siglas en inglés) define al
lupus como es un trastorno en el que el sistema inmunológico se ataca a sí
mismo y a diferentes órganos en diversos grados.
Mientras
que en algunos casos sólo se ve afectada la piel, en otros el padecimiento
también se puede desarrollar en las articulaciones y órganos vitales del cuerpo
como el corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro.
El
lupus más común es el eritematoso sistémico, que afecta a muchas partes del
cuerpo, pero también existen el eritematoso discoide, (que ocasiona manchas y sarpullido),
eritematoso cutáneo subagudo (causante de llagas en partes del cuerpo expuestas
al sol), el secundario (provocado por el uso de algunos medicamentos) y el neonatal
(un extraño padecimiento que afecta a bebés recién nacidos).
Esta
enfermedad tiene mayor presencia entre los afrodescendientes, hispanos,
asiáticos e indígenas americanos. Aunque aún no se conocen las causas precisas
que la causan, algunas investigaciones señalan que los genes y ciertos factores
ambientales juegan un papel importante.
No
existe una cura definitiva, sin embargo la quimioterapia combinada con ciertos
medicamentos ayuda a controlar los síntomas y reducir el riesgo de daños en los
órganos. La detección precoz y su diagnóstico son la clave para aumentar la
supervivencia y la calidad de vida de los pacientes.