CIUDAD JUÁREZ, CHIH.— La guerra comenzó con una ráfaga
de fusil, la madrugada del 20 de enero de 2008. Un capitán
de policía fue acribillado a bordo de su patrulla, y a partir de
entonces más de 13 000 personas han muerto asesinadas. Hay
decenas de desaparecidos y miles más con las secuelas de la
tortura y la extorsión. La era violenta golpeó como nunca a
infantes y mujeres, cuya incidencia de homicidio y desaparición
se elevó 500 por ciento. La impunidad prevalece en 97 de
cada 100 casos.
Pero la desgracia se fraguó mucho antes. En 1984, con la
firma de intención de México ante el Fondo Monetario Internacional,
la ciudad fue uno de los escenarios en los que se experimentó
el nuevo modelo de economía, que apostó a la captación
de divisas mediante la instalación de multinacionales
a lo largo de la frontera, y desatendió el mercado interno. Se
vivió entonces un primer estallido del sector maquilador, que
terminó por afianzarse en 1995, al año de firmarse el TLCAN.
Cientos de miles de mexicanos huyendo de la pobreza llegaron
en busca de trabajo y garantías sociales. La industria se
los daba, a cambio de salarios que en principio promediaban
el equivalente a tres mínimos. Juárez duplicó su población en
30 años, al mismo tiempo que ensanchó su población en condiciones
de miseria. De los tres salarios mínimos se pasó a uno
y medio después de la crisis que siguió al tratado comercial
con Estados Unidos y Canadá.
“Para 1997 la ciudad ya había agotado no solamente la
mano de obra femenina y masculina disponible en la ciudad y
sus alrededores”, dice Hugo Almada, profesor investigador de
la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, que ha seguido el
fenómeno desde la década de 1980. “Entonces se produce la
gran migración de veracruzanos, orquestada por las mismas
maquiladoras, que enviaban camiones por ellos”.
Un puñado de familias, de no más de diez, fomenta
YURI CORTEZ/AFP
hasta la fecha el modelo para beneficiarse. El fundo legaldel municipio ha crecido para su conveniencia. Cada alcalde
desde 1979 proyectó la mancha urbana hacia las tierras
yermas que poseen esos empresarios. En 1995 el Instituto
Municipal de Investigación y Planeación concluyó que la
inmensidad de territorio abierto dentro de la zona urbana
—producto de la forma en que se especuló con la tierra—
bastaba para construir otra ciudad de millón y medio de
habitantes.
Juárez dispone hoy de un límite en el que cabrían tres
ciudades iguales, pero en los linderos del sur, a 60 kilómetros
del centro, se construyó la Ciudad Universitaria, en medio de
la nada, sobre predios inmensos que pertenecen al principal
artífice del modelo, Jaime Bermúdez Cuarón, quien también
fue alcalde a mediados de la década de 1980. Lo que se genera
con ello es una ciudad desprovista de servicios de seguridad
pública, transporte, limpia, con falta de espacios educativos,
hospitalarios y recreativos. Un trozo de mancha en donde se
han suscitado más de la mitad de los asesinatos y desapariciones
de la última década.