El presidente ruso, Vladimir Putin, “aprobó probablemente” el asesinato con polonio del exespía ruso Alexander Litvinenko en 2006 en Londres, afirma una investigación judicial británica publicada el jueves que desató una tormenta entre Londres y Moscú.
Litvinenko murió en noviembre de 2006 a los 43 años, envenenado con una sustancia radioactiva -polonio- puesta en su té en un hotel de Londres por dos agentes rusos, Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun, y tuvo que ser enterrado en un ataúd de plomo para evitar fugas radiactivas.
El informe británico afirma: “La operación del FSB (servicios de inteligencia rusos) para matar a Litvinenko fue probablemente aprobada por (Nikolai) Patrushev (director del FSB en la época) y también por el presidente Putin”.
Luego de darse a conocer el resultado de la investigación, el gobierno británico convocó al embajador ruso en Londres, mientras el primer ministro David Cameron manifestó que el informe confirmó sus sospechas.
“Lo que pasó fue absolutamente abominable, y este informe confirma lo que siempre creímos, y lo que el último gobierno laborista pensaba en el momento de este asesinato horrible, que es que se trató de una acción de Estado”, dijo Cameron en una declaración a la televisión británica desde Davos.
El informe de la justicia británica dado a conocer este jueves señala que el presidente ruso, Vladimir Putin, “aprobó probablemente” el asesinato con polonio del exespía ruso Alexander Litvinenko en 2006 en Londres, lo que desató una tormenta entre Londres y Moscú.
Enemigos personales
La muerte de este exagente del servicio de seguridad ruso FSB, que trabajaba entonces para el MI6 británico y asesoraba a la policía española en la lucha contra la mafia rusa, fue definida como el primer acto de terrorismo nuclear de la historia.
En el informe, el juez Owen dice que Litvinenko “era percibido por quienes estaban en el FSB como alguien que había traicionado a la organización”, lo que puede entenderse se se ve el video difundido cuando estalló el caso, en el que se observa a agentes del FSB entrenando con una diana con la foto de su exespía.
Litvinenko era un veterano de la guerra de Chechenia (1994-1996) que había servido en el KGB durante la época soviética y luego en su organismo sucesor, el FSB.
Después, en 1998, él y otros agentes del FSB acusaron a la agencia de un complot para matar a Boris Berezovsky, un oligarca que ayudó a Putin a llegar al poder, pero que más tarde se volvió contra él.
Murió tres semanas después de ser envenenado, al cabo de una horrible agonía, la que suele acompañar a quienes sufren grandes dosis de radiación. Su foto en el hospital, muy enfermo y sin pelo, dio la vuelta al mundo.
En un comunicado en su nombre, acusó al presidente ruso y vaticinó que “el grito de protesta de todo el mundo sonará en sus oídos, señor Putin, el resto de su vida”.
Bajo la ley británica, estas investigaciones establecen los hechos de un caso en público, pero no resultan en condenas. En particular, porque Moscú se niega a extraditar a los dos sospechosos.
Los responsables de la investigación invitaron a Lugovoi y Kovtun a declarar por videoconferencia, pero las autoridades rusas descartaron cualquier colaboración con la investigación, al grado de que Lugolov volvió a rechazar este jueves su participación y tildó de “absurdas” las conclusiones del informe.
En su momento, Putin rechazó las acuaciones como una “provocación política”, pero el informe judicial británico da cuenta de la animosidad que existía entre los dos hombres.
Había “indudablemente una dimensión personal en el antagonismo” entre ambos, que se remonta a su único encuentro personal, en 1998, cuando Putin era director de los servicios de inteligencia y Litvinenko un agente que quería reformas en el FSB.
El exespía lanzó numerosos ataques personales al presidente, acusándolo incluso de pederastia. “En términos generales, los miembros de la administración Putin, incluyendo al mismo presidente y al FSB, tenían motivos para tomar medidas contra Litvinenko, incluida su muerte”, escribió el juez.
Con información de AFP.