Expertos de Ucrania examinan los restos de misiles rusos. Su objetivo: detectar la presencia de microelectrónica y otros componentes que Moscú sigue importando pese a las sanciones occidentales.
Decenas de misiles, de obuses y de distintos drones explosivos ocupan el patio del Instituto de Investigación Científica y Pericia Forense de la capital ucraniana, Kiev, parcialmente recubiertos de nieve. Con ayuda de microscopios, destornilladores y ordenadores, los examina un equipo compuesto principalmente por antiguos artificieros.
Los expertos cuentan a la AFP que identificaron componentes de armas procedentes de varios países, pese a las sanciones impuestas por varios estados occidentales a Rusia sobre las importaciones de tecnologías desde que lanzó su invasión de Ucrania hace casi dos años.
Algunos componentes llegaron a Rusia antes de las restricciones, pero otros fueron claramente entregados después a través de intermediarios y terceros países.
El jefe del laboratorio de investigación militar, Andrii Kulchitski, muestra un carburador de dron explosivo Shahed de diseño iraní, con el sello “Made in Ireland”, y objetivos de cámara japoneses procedentes de un dron de reconocimiento ruso Kartograf.
LOS MISILES RUSOS EXAMINADOS POR UCRANIA INVOLUCRAN A OTROS PAÍSES
A veces, Rusia suprime las marcas de identificación extranjeras de los componentes, como los microchips, pero el perito forense Oleksii, cuyo apellido no fue revelado por el instituto, cree que este camuflaje no sirve de mucho.
“¿Cómo ocultar todo eso? Si hay millones de microchips, ¿qué cambia borrar algunos?”, estima.
Si la industria de defensa rusa busca los componentes para sus misiles en el extranjero, es que su propia producción de microelectrónica no está al nivel. El gobierno ucraniano muestra una base de datos con componentes de más de 30 países encontrados en armas rusas. Oleksii considera que es necesario “presionar constantemente” a los Estados implicados en este comercio, empezando por Turquía, Kazajistán y China.
Un informe publicado este mes por el instituto económico ucraniano KSE, con sede en Kiev, y el grupo de trabajo internacional Iermak-McFaul sobre las sanciones contra Moscú, reiteró la preocupación de Ucrania porque “Rusia siga pudiendo importar grandes cantidades de bienes necesarios para la producción militar”.
Los expertos que visitaron los lugares de los recientes ataques con misiles en Kiev observaron un deterioro de la calidad de los proyectiles. Según Andriï Koultchitsky, un antiguo zapador militar de alto rango de 68 años, los recientes ataques masivos parecen ser menos precisos.
FALTA DE PRECISIÓN
Según Kulchitski, antiguo zapador militar de alto rango de 68 años, los recientes ataques masivos parecen menos precisos. Un ejemplo es el intenso bombardeo contra Kiev del 2 de enero, en el que un misil cayó junto a un edificio cercano a la estación central, matando a cuatro personas.
“Lo que vemos en el uso de sus supuestas armas de alta precisió es la falta de precisión, aunque no se debe necesariamente a una falta de componentes”, afirma el experto.
Los misiles rusos que deben tener “una precisión de 7 a 10 metros” impactan a entre “50 y 100 metros”. Esto desvela “problemas de producción en la industria rusa, misiles malos”, añade.
Los expertos del instituto también deben examinar un misil de crucero ruso Kh-32 que cayó en un campo de la región de Sumy, en la frontera norte con Rusia, a principios de enero.
“Cayó del cielo y se desintegró y no cumplió su misión operativa”, según el jefe del laboratorio de investigación.
Tras su análisis, las conclusiones se transmiten a la justicia ucraniana, y en casos con víctimas civiles, también se transmiten a tribunales internacionales para su posible procesamiento por crímenes de guerra. N
(Con información de AFP)