Ilse Salas siempre supo que quería actuar. De adolescente pasaba horas leyendo en voz alta los viejos libros de su padre: era una jovencita dramática que leyó tanto a Sor Juana que llegó a considerar ser monja. La preparatoria destruyó su sueño de los hábitos y lo convirtió en noches de reventón que desembocaron en una banda de rock. Ilse escribía sus propias canciones y las tocaba junto con su banda frente a quien quisiera escucharla.
“Un ratito monja, otro rockstar, era obvio que quería ser actriz”, cuenta quien en 2014 interpretó a Valentina Ivanova, la misteriosa esposa de Cantinflas,y que este año interpretará a Belén, la villana del remake mexicano de la exitosa serie española Gran hotel.
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Cuidar un hijo de tres años; filmar dos películas (Sabrás qué hacer conmigo, de Catina Medina Mora, y Qué pena tu vida, de Nicolás López), tres series (Maldita tentación, para FOX; Sr. Ávila, para HBO, y El hotel de los secretos, para Televisa) y salir de gira a promover la película Güeros no es fácil. Ilse lo vive “como los alcohólicos: un día a la vez. Yo voy una semana a la vez. Es una vida muy inestable, pero siempre hay gente que te ayuda y tomas más en serio los papeles que vas a hacer”.
Acerca de su papel en el remake de Gran hotel, Ilse cuenta que no ha visto la serie original, como tampoco vio la original de Locas de amor cuando actuó en la versión mexicana de la serie argentina.
“Ya llevo veinte capítulos, así que lo que hice ya agarró su propio vuelo”, agrega, y confiesa estar nerviosa por las grandes expectativas que existen debido al éxito de la serie original.
Salas es una parte actriz y una parte activista social, participa en el proyecto El grito más fuerte, en el que varios actores, cantantes y personajes reconocidos se unen para hablar de los conflictos que existen en el país.
“Yo siempre soy muy crítica conmigo, con la sociedad y con el sistema de gobierno, pero también propongo soluciones”, explica emocionada. “Este año fuimos con Güeros a un festival de cine en Indonesia y hablaban de la situación del cine allá, hablaban mal de su gobierno y de la corrupción y cómo eso no hace crecer al cine; sin embargo, no había jóvenes cineastas en el festival, no había gente protestando y había pocas mesas de discusión. Ahí me di cuenta de que en México sí hay esos espacios y sí estamos quejándonos, pero cada vez hay más movimiento social”.
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—¿Cuál sería el último papel que aceptarías?
–He rechazado papeles de mujeres que me aburren porque son el premio del hombre por ser la guapa.
—¿La última vez que tu trabajo te puso nerviosa?
–Con Güeros hubo una polémica acerca de cómo se trató el tema de una huelga estudiantil en la película y el día que presentamos la peli en las islas de la UNAM estaba muy nerviosa y fue increíble y fantástico.
—¿Cuál podría ser tu último papel?
—Mujeres interesantes y complejas y hacer papeles de vieja “padres”, hay muy pocas pelis para mujeres mayores de 45 y yo quiero una generación de viejas actrices que no estemos llenas de bótox.
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