Las precampañas que no fueron precampañas dejaron lecciones que se deben tomar en cuenta en una próxima reforma política-electoral. Todo comenzó cuando el Presidente adelantó la sucesión presidencial al destapar a las corcholatas. A partir de ese momento y hasta finales de agosto cuando inició la encuesta de selección de la llamada “coordinación para la defensa de la cuarta transformación”, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto, Ricardo Monreal, Noroña y Velasco, no dejaron de hacer campaña. En el caso de algunas corcholatas incluso antes iniciaron las campañas, basta recordar las giras de Claudia Sheinbaum a los estados cada fin de semana cuando aún era jefa de gobierno de la CDMX y de Marcelo Ebrard inventándose eventos que no tenían nada que ver con sus funciones como Canciller.
El calendario para elegir a quien sería la o el coordinador de la 4T estaba completamente fuera del calendario electoral. Evidentemente, este método es para dar más tiempo de reconocimiento o campaña a quien será el o la precandidata que eventualmente obtiene la candidatura. Ante esto, abundaron quejas ante el INE. La situación orilló al órgano electoral a improvisar lineamientos para evitar que se violara la ley. Estos hechos eran algo que para nada se tenían previstos con miras al proceso electoral que aún no comenzaba. Cabe señala que los lineamientos no cumplieron su propósito ya que no fueron respetados.
Por otra parte, la oposición no se quiso quedar atrás al ver que había reglas de parte de la autoridad electoral para la coalición 4T. Siguieron la misma fórmula del oficialismo y se inventaron la coordinación del frente amplio. En ese punto, parecía que todos podían hacer de todo para buscar encabezar las coordinaciones de los dos frentes.
El método del oficialismo fue para legitimar a quien previamente ya había sido elegida por el Presidente. Él mandó todas las señales y su partido y aliados las entendieron. De esta forma, gobernantes y funcionarios de la coalición de todo el país se encargaron de hacer su parte. En ese camino hubo violaciones sistemáticas a la ley electoral y uso de recursos públicos, privados y/o de procedencia ilícita.
Por si fuera poco, la secretaria general de MORENA, Citlalli Hernández, declaró que se utilizaron alrededor de 930 ponderadores en la encuesta. Por ejemplo, uno de esos ponderadores fue que los votos tenían distinto peso dependiendo la región y estatus socioeconómico de las personas. Del lado de la oposición, no llegaron a ala elección porque en el camino fueron declinando uno tras otro de quienes aspiraban a la coordinación. Es verdad que fueron hechos atípicos, pero no por su naturaleza democrática como lo señalan quienes justifican los procesos. Al contrario, actuaron fuera de las reglas democráticas establecidas.
La primera lección que deja el proceso es que las restricciones en materia electoral solo convienen cuando se es oposición. Ahora, la 4T señala que el árbitro electoral censura porque ha emitido medidas cautelares contra el Presidente y otros funcionarios. Lo que ahora hace el oficialismo es lo que tanto criticaron en procesos electorales pasados. Es una burla señalar que no estaban en precampaña presidencial sino en proceso interno para elegir a coordinadores. Las cosas deben ser claras, pueden modificar las leyes de tal forma que quien aspire a una candidatura pueda expresarlo y promocionarse antes del periodo electoral. Lo importante es que, en un proceso electoral, las reglas deben garantizar certeza y claridad sobre los procedimientos a operar.
La segunda lección, que seguramente no pasará, es la necesidad de establecer elecciones primarias generales y simultaneas. Es decir, en un día la ciudadanía puede votar por quien será la o el candidato de su partido y/o coalición. Con esto, se les quita la excusa a los partidos de no hacerlo porque votarán en su elección personas que no simpatizan con el partido. De la misma manera, habría un método general para todos los partidos políticos. Es tiempo de dejar de inventar cosas raras como las llamadas coordinaciones, en la práctica es una forma de evadir la ley electoral.
La tercera lección que deja este proceso, así como todas las campañas, es la urgencia de establecer medidas para reducir y sancionar el exceso de recursos que supera por mucho lo que marca la ley. En estos meses se observaron bardas, espectaculares, encuestas, portadas de revistas que nadie lee y libros de los aspirantes. Resulta que en la mayoría de los casos nadie sabía quién pagaba la publicidad. Por otra parte, las presentaciones de libros fueron actos de propaganda disfrazadas a favor de la y los candidatos a la coordinación de la 4T.
Por cierto, una lección que aprendieron diversos actores políticos es seguir los pasos de las corcholatas. En diversos estados ya se puede observar propaganda de quienes aspiran a cargos de elección popular. Si se replica en lo local lo que ha sucedido a nivel federal, este proceso electoral puede convertirse en el más violatorio a la ley electoral en muchos últimos años.
Para concluir, estos procesos raros son una oportunidad para la reflexión sobre las múltiples formas que utilizan los partidos para evadir la ley. México es un país sobre regulado. Tenemos leyes para todo, pero de nada sirven si abunda la impunidad y lo electoral no se queda atrás. El reto para la próxima reforma política-electoral no tiene que ser poner más candados. Basta con tener los suficientes y quienes quieran romperlos, sancionarlos con todo el peso de la ley. N