La madrugada del 21 de agosto de 2013 en Guta, Siria, dos cohetes que contenían gas sarín estallaron y dieron paso a un ataque químico mortal que provocó sufrimiento y posterior deceso de 1,400 personas, incluidos más de 400 niños. El ataque más mortífero de armas químicas desde la guerra en Irak e Irán fue negado por el gobierno de Bashar al Asad.
“Estaba en tal estado de shock. Olía la muerte”, explicó el paramédico Mohammed Sleiman de Zamalka, en el este de Guta, que perdió a cinco familiares ese día.
Este lunes 21 de agosto, los sirios de las zonas rebeldes conmemoraron el décimo aniversario de los ataques químicos cerca de Damasco, que como muchos horrores de la guerra de Siria todavía son impunes.
DESESPERACIÓN, INTOXICACIÓN Y MUERTE
Aquella madrugada la gente corría desesperada intentando cortar los efectos del gas sarín que causa una rápida intoxicación por organofosforados, con dolor de cabeza, sudor, náusea, vómitos, pérdida de coordinación y muerte.
A su vez, puede causar daño al sistema nervioso, entumecimiento, hormigueo o debilidad en las manos y los pies. El gas sarín no tiene olor ni sabor, sin embargo, una vez inhalado los estragos en el organismo son imposibles de evitar.
Un mes después de la tragedia, el entonces dirigente de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que la Misión de inspectores ha podido probar que el 21 de agosto se utilizaron armas químicas en las afueras de Damasco. Ese ataque provocó numerosas víctimas mortales, la mayoría civiles.
SUPERVIVIENTES DEL ATAQUE QUÍMICO NARRARON LO QUE SUCEDIÓ EN SIRIA
“El 85 por ciento de las muestras de sangre dieron positivo en las pruebas de gas sarín, la mayoría de muestras ambientales confirmaron el uso de sarín, la mayoría de los misiles o de fragmentos de misiles encontrados contenían sarín”, declaró Ban Ki-moon.
Las muestras biomédicas y medioambientales obtenidas en el terreno corroboran de forma objetiva e inequívoca la naturaleza masiva de los ataques. La misión pudo entrevistar a 50 supervivientes del ataque y a personal médico, que explicaron que las víctimas estaban inconscientes pero no tenían señales externas de violencia.
En el informe “Ataques en Ghouta: Análisis del presunto uso de armas químicas en Siria”(Attacks on Ghouta: Analysis of Alleged Use of Chemical Weapons in Syria), Human Rights Watch documentó los ataques. La organización analizó las declaraciones de testigos sobre los ataques con proyectiles, información vinculada con el posible origen de los ataques, los restos físicos de los sistemas de armas utilizados y los síntomas médicos que presentaron las víctimas, conforme fue documentado por personal médico.
GOBIERNO DE SIRIA LANZÓ 2 PROYECTILES CON GAS SARÍN
“Los restos de proyectiles y los síntomas de las víctimas del ataque químico mortal el 21 de agosto en Guta, Siria, ofrecen evidencias reveladoras sobre los sistemas de armas utilizados”, comentó Peter Bouckaert, director de la división de Emergencias de Human Rights Watch y autor del informe. “Estas evidencias sugieren de manera persuasiva que tropas del gobierno sirio lanzaron proyectiles cargados con agentes químicos en los suburbios de Damasco durante esa madrugada fatídica”.
La evidencia relativa al tipo de proyectiles y dispositivos de lanzamiento utilizados en estos ataques sugiere firmemente que se trata de sistemas de armas que, según se sabe y existen constancias, solamente están en poder de fuerzas armadas el gobierno sirio, señaló Human Rights Watch.
Se identificaron dos sistemas de misiles tierra-tierra presuntamente vinculados con la dispersión de agentes químicos. El primer tipo de proyectil, encontrado en el lugar donde ocurrieron los ataques al este de Guta, fue un misil de 330 mm cuya ojiva parece haber sido construida para cargar y dispersar un importante volumen de agentes químicos líquidos.
10 AÑOS DEL ATAQUE QUÍMICO MORTAL EN SIRIA
El segundo tipo, encontrado tras el ataque al oeste de Guta, fue un proyectil soviético de 140 mm que, según se indica en manuales, puede llevar una de tres clases distintas de ojivas, incluida una diseñada específicamente para cargar y dispersar 2.2 kilos de gas sarín.
Han pasado 10 años del ataque químico y el gobierno sirio sigue negando cualquier responsabilidad y ha culpado en cambio a grupos de oposición, pero no ha presentado evidencias creíbles para respaldar sus señalamientos.
Ni Human Rights Watch ni varios expertos en armamento que hacen un seguimiento del uso de armas en Siria han documentado información que indique que las fuerzas de oposición sirias puedan tener en su poder los proyectiles de tipo 140 mm y 330 mm utilizados en el ataque, ni los respectivos dispositivos de lanzamiento. N