El sueño americano ha atraído a innumerables personas a la frontera entre México y Estados Unidos, en busca de mejores oportunidades y una vida próspera. Sin embargo, detrás de las promesas de una tierra de oportunidades, se encuentra una realidad desafiante y a menudo desalentadora. Las largas filas que se extienden a lo largo de la frontera son un recordatorio tangible del tiempo de vida que uno debe pagar para cruzar a Estados Unidos. Es decir, el sacrificio que las personas están dispuestas a hacer y el tiempo que invierten en el proceso de cruzar la frontera.
Tan solo debemos imaginarnos parados en una fila interminable, rodeados de ávidos visitantes y ciudadanos estadounidenses. Para muchos, esta espera representa una lucha constante por la supervivencia y una búsqueda desesperada de oportunidades. Aquellos que son de primera y segunda generación y no encuentran mayores perspectivas en el país del norte se ven obligados a vivir en Tijuana, justo al otro lado de la frontera.
La espera en la fila de la frontera se convierte en un componente central de la vida diaria para aquellos que anhelan ingresar a Estados Unidos. Sorprendentemente, estas personas pasan en promedio 60 horas al mes en este proceso, lo que se traduce en 720 horas al año. En el transcurso de 20 años, que aproximadamente representa la vida laboral útil de una persona, se estima que se pierden alrededor de 14,400 horas, equivalentes a 600 días o aproximadamente 2 años de su vida, simplemente esperando en la fila. Aunque se podría argumentar que todo se paga con tiempo de vida porque al final trabajamos para obtener una ganancia, sin embargo, estás ahí solo haciendo fila, sin adquirir nada a cambio.
Detrás de estas cifras hay vidas enteras desperdiciadas, oportunidades perdidas y sueños que se desvanecen lentamente. Aquellos que se encuentran en estas filas para ir a laborar sacrifican su tiempo, su energía y su esperanza en busca de una vida mejor.
Esta realidad también pone de relieve la desigualdad y la falta de oportunidades que existen tanto en México como en Estados Unidos. Aquellos que se ven obligados a esperar durante horas interminables son testigos de las disparidades económicas y sociales entre ambos países. La frustración y la sensación de injusticia crecen mientras ven cómo sus vecinos disfrutan de una vida próspera al otro lado de la frontera, sobre todo los que son anglos, que son los que tienen las mejores oportunidades.
En este sentido el sociólogo francés Pierre Bourdieu dice que las desigualdades se perpetúan y reproducen a través de los sistemas de educación, cultura y economía. Bourdieu argumenta que la desigualdad no es simplemente el resultado de diferencias individuales o de la capacidad individual, sino que está arraigada en las estructuras sociales y simbólicas más amplias.
La vida misma es el precio que muchas personas están dispuestas a pagar para cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Las interminables filas y el tiempo perdido son solo una pequeña parte del costo humano que enfrentan. Detrás de cada persona en esa fila hay una historia, una lucha y un deseo de una vida mejor. Por lo que es fundamental reflexionar sobre estas realidades y abordar las causas subyacentes de la migración y la desigualdad. N