Los precios de los combustibles como la gasolina ya no bajarán en la próxima década en México, al contrario, continuarán aumentando. Los precios dependen hoy en día de la inflación, de los precios de referencia en el mercado de Estados Unidos y de la decisión que tome la Secretaría de Hacienda y Crédito Público cada semana para mantener un precio que permita tener una recaudación de impuestos vía Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
Es una falacia el decir que los precios han bajado. Debemos ser claros, están aumentando por los ajustes a la inflación general observada en forma anualizada, la cual es usada para calcular los impuestos a los que el gobierno puede tener acceso.
En 2020, el consumidor pago una mayor cantidad de impuestos en la gasolina regular ante la caída del precio del barril de petróleo. Y en 2022, el gobierno tuvo que dar subsidios para mantener el precio por debajo de la inflación observada.
La gasolina regular ha aumentado entre 16 Y 18 por ciento, tomando como punto de referencia de 2018 a 2022. Esto indica que el mayor costo del incremento ha sido derivado del costo del precio de barril y que afecta a los costos de refinación. Los impuestos han disminuido, dejando una menor recaudación para el erario, pero manteniendo un ingreso.
LOS PRECIOS NO BAJAN
Este dato fue confirmado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en conjunto con los datos registrados por parte de la Comisión Reguladora de Energía, Procuraduría Federal del Consumidor y la Secretaría de Energía, donde, a precios corrientes se identifican estos incrementos.
En las últimas semanas se ha comentado que los precios en los combustibles han disminuido, pero este valor demostrado no es real para el consumidor que, al final de la cadena del precio unitario, es el que paga, genera la demanda y el mercado.
En México no hay un mercado abierto real. Para lograrlo hay que ser autosuficiente y no importar más del 95 por ciento para tu mercado para controlar los costos que suman el precio final. La realidad es que tenemos un mercado abierto controlado, donde el precio lo impone el gobierno.
En un estudio reciente de Centre for Economic Policy Research se indica que en un mercado abierto real como el de Estados Unidos, un aumento del 1 por ciento en el precio del crudo se traduce en un incremento del 0.6 por ciento en el precio de la gasolina, lo que reduce aún más el impacto de los precios del crudo en la inflación.
Los precios de los combustibles se miden a precio corriente (precio que pagas en la estación de servicio) y no a precios deflactados, lo cual es una operación matemática centrada en conocer el valor real eliminando posibles desviaciones.
TODO LO PAGA EL CONSUMIDOR
¿Es que acaso, cuando vamos a comprar en la estación de servicio, le pedimos al despachador: deme el litro a precio deflactado para poder tener un valor por debajo del mercado? Esto no es así, pagamos la suma de todos los costos adicionales para llevar el producto desde la refinería (fuera o dentro de México) hasta el punto de venta.
El precio de los combustibles en México se ha incrementado a precios corrientes por litro de 2018 a 2022 en esta forma: gasolina regular, 16 por ciento; gasolina prémium, 17 por ciento; diésel, 17 por ciento.
Otro dato que hay que dejar claro es que antes de la reforma energética había precios para que el consumidor pudiera tener acceso, pues eran subsidiados. Y el gobierno tenía que sacar, de los ingresos, recursos para poder mantener el consumo constante. Pero después de 2015, los gobiernos han estado beneficiados al ahora tener ingresos, y son usados para el gasto corriente de la nación y de los municipios. ¿Sabes tú en qué se usan?
Para bajar los precios de los combustibles pueden ocurrir varias cosas. La primera es eliminar el IEPS, llegar a ser autosuficientes o usar biocombustibles. Con eso se bajaría el precio de cada litro.
Hoy un sector que puede ayudar a mejorar los combustibles es el agrícola en la parte de la producción de caña de azúcar. La caña de azúcar es un importante motor económico y se debe aprovechar de la mejor forma en beneficio de agricultores y mexicanos que dependen de esta industria.
GASOLINA Y CAÑA DE AZÚCAR
Existen más de 800,000 hectáreas cultivadas en 267 municipios de 15 estados del país. Es decir, si se incrementa su productividad y competitividad, a través de la diversificación del cultivo, el beneficio será para los más de 2.5 millones de personas que dependen de la agroindustria de la caña de azúcar.
México es el séptimo país en cuanto a producción y exportación de azúcar a nivel mundial. Según el Pronac 2021-2024, la producción de etanol a partir de caña de azúcar es una alternativa sostenible para la diversificación de la agroindustria cañera, al tener un amplio potencial de mercado como alternativa al oxigenante metíl-ter-butíl-éter (MTBE), usado en las gasolinas del país que se importa de Estados Unidos.
Producir etanol con la caña de azúcar puede ayudar a bajar el precio de los combustibles y generar un ahorro de 70 centavos por litro en la gasolina, de acuerdo con un estudio realizado por Biomovilidad.
Imagina eliminar el IEPS y usar etanol. Tendríamos entre 2 y 4 pesos menos en el precio del combustible corriente que tenemos hoy día. Esto podría bajar la inflación subyacente y, por ende, bajar a la general. Y el dinero que se dejara de recaudar podría recuperarse por medio de inversiones directas en el sector energético, y esto incrementaría los impuestos al haber nuevas empresas que los pagarían. N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Es autor del canal Energía sin política. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.