Algunos actores dramáticos poseen un cierto elemento humorístico. Y David Duchovny es uno de ellos. En la nueva comedia multiestelar The Estate (en cines desde el 4 de noviembre), Duchovny se une a Toni Collette y Anna Faris para encarnar a una familia disfuncional decidida a heredar la fortuna de una tía moribunda (Kathleen Turner).
“Creo que soy un comediante ‘dibujado’ de una manera distinta a la que el público está acostumbrado”. Y más aún: el próximo mes, Duchovny expandirá su producción literaria (ha escrito cinco novelas muy exitosas) con Kepler, su primera novela gráfica y coescrita con Phillip Sevy. Novato en este género, Duchovny explica que, aunque “no crecí leyendo cómics”, la premisa —un thriller alegórico de ciencia ficción, al estilo de El planeta de los simios— es “un tema fascinante”.
Si tomamos en cuenta la fama que Duchovny alcanzó con Los expedientes secretos X, su nuevo interés en la ciencia ficción nos toma un poco por sorpresa. “Siempre me ha parecido que el asunto de los alienígenas es un tanto descabellado”. Pero si eres un apasionado del tema, no te preocupes, porque el también autor opina que “debe haber otras especies, lo que sucede es que no nos han contactado”.
BUSCO LO CONTRARIO
—The Estate es una auténtica producción multiestelar. ¿Eso fue lo que te atrajo?
—Disfruto mucho de la química que emerge cuando trabajo con varios actores. Es parte del placer de hacer cine. No quiero parecer jactancioso [al decir que] es como interpretar varios instrumentos a la vez. Pero eso es justo lo que haces, porque cada cual pone su parte. Y en The Estate, tienes a Toni [Collette], quien aborda la comedia desde un punto de vista muy realista —igual que yo; si bien mi personaje es mucho más absurdo de lo que soy en realidad—, y a Anna [Faris], cuyo estilo de comedia es muy personal, cosa que me parece genial. También tenemos a Keyla Monterroso, un monstruo de la comedia. Hay intérpretes muy versátiles, como Jennifer Coolidge, Lisa Kudrow y, obviamente, Keyla. A veces es difícil seguirles el paso y te quedas como “¿Qué ca… pasó?”.
—El público te conoce por tus roles dramáticos, pero incluso en esos papeles dejas que asome tu vena de comediante. ¿Acaso tratas de dar un toque humorístico a tus personajes?
—Sí, no lo niego. Siempre he tratado de hacerlo. Busco lo contrario y, sea lo que sea, lo hago. De modo que, si estoy haciendo comedia, busco sinceridad o el lado dramático. Puede que siempre me haya atraído eso; complementar el personaje porque algo me resulta incómodo. ¿Recuerdas lo que dijo Jessica Rabbit? “No soy mala. Es solo que me dibujan así”. Pues bien, creo que soy un comediante “dibujado” de una manera distinta a la que el público está acostumbrado.
REÍR EN SITUACIONES ESPANTOSAS
—¿Encontrar la humanidad y el humor de tu personaje te ayuda a definir la manera como vas a interpretarlo?
—Por supuesto. La humanidad de cualquiera radica en su capacidad para reír en situaciones espantosas. Eso, para mí, no es arrogancia ni falta de respeto. La esencia misma del ser humano es ser testigo de un desastre y no caer en la negación.
—En muchos sentidos, somos más sinceros cuando contamos chistes, porque la comedia siempre contiene un elemento de verdad.
—Así es. Y cuando tienes oportunidad de interpretar personajes como Richard [en The Estate] o Hank Moody [en Californiacation] encarnas individuos “sin filtros”, carentes de vergüenza. Eso es muy poderoso, liberador y, claro está, divertido, porque te transformas en alguien que no se da cuenta de lo que los demás opinan de él, ya sea por ignorancia o porque le importa un comino.
—¿Qué fue lo que más te gustó de The Estate?
—Me recordó las comedias “picantes” de Judd Apatow, aunque también me remontó a Dirty Rotten Scoundrels [Dos pícaros sinvergüenzas; 1988] y Dinner for Schmucks [Una cena para tontos; 2010]. Si las tomaras en serio, te parecerían películas perversas, asquerosas y horribles sobre gente espantosa. No obstante, son comedias escapistas y divertidas que te permiten observar a otros haciendo las cosas más terribles que puedas imaginar.
DAVID DUCHOVNY Y LA COMEDIA
—Tienes razón. Y se ha vuelto muy difícil encontrar ese tipo de comedias. Lo que hacen ahora son superproducciones de superhéroes.
—Estamos pasando por un cambio político acelerado y muy delicado. Hace como cinco o seis años entramos en un periodo en el que dudamos de hacer ese tipo de comedia. No sabemos si serán bien acogidas y vistas por lo que son, y no como una declaración política. Hoy día percibimos todo como un documento de intención; cosa que, aunque considero necesaria, me parece lamentable.
—Has publicado varios libros. ¿En qué se parece la escritura a tu método para definir la manera como interpretas un personaje?
—Puedo compararla con la actuación en televisión, donde —si hay suerte— tienes años para desarrollar tu personaje. Cuando escribes un libro o interpretas un personaje durante mucho tiempo, pasas por un proceso de sedimentación, por así llamarlo. A través del enfoque mental y el tiempo, las ideas se asientan en un “significado” o en una expresión que no existía durante el periodo de agregación. Cuando trabajas en una película, muy contadas veces puedes invertir el tiempo que te hace falta para escribir una novela o para hacer una serie de televisión con numerosas temporadas. Y he descubierto que me gusta ese proceso.
Escribir es como llenarte, llenarte y llenarte de ideas, hasta que ya no caben más y entonces te pones a escribir. En cambio, la actuación depende de otros factores. Por ejemplo, cuando llegas te dicen qué vas a hacer ese día. El ritmo es distinto. Todo es muy diferente. Pero cuando escribo un diálogo, lo que hago es repetir las voces que hablan en mi cabeza.
ME GUSTA ESCRIBIR
—Puedo percibirte claramente cuando leo tus diálogos. Sin embargo, en tu nueva novela gráfica, Kepler, trabajas con otra persona, Philip Sevy. ¿Cómo fue ese proceso?
—Muy peculiar. Para empezar, no he leído muchas novelas gráficas; y tampoco soy un fanático del género. No crecí leyendo cómics ni cosas así. Lo que más me sorprendió es que no hace falta escribir gran cosa. Y me gusta escribir; por eso disfruto mucho más de las novelas que de los guiones. Un guion es un plan de acción muy condensado, así que, si topas con uno muy bien desarrollado, recházalo porque lo importante son los diálogos. No importa cuán desarrollado esté el guion; nada de eso debería estar allí porque no hay manera de filmarlo.
Nuestro reto inicial fue crear el aspecto neandertal de los personajes y lograr que fueran muy diferentes del Homo sapiens. Eso sí, sin perder su apariencia de homínidos, para transmitir el concepto de que todos pertenecemos a la misma familia. La verdad es que, hoy día, podrías caminar por cualquier calle y verías un montón de gente que pasaría por neandertal. No lo digo con mala intención. Me refiero a que son personas con frentes muy amplias, narices más largas y ojos grandes.
Llevamos dentro la esencia de los neandertales, la incorporamos en nuestra genética, así que siguen con nosotros. Nuestra inquietud era cómo evitar que [los personajes] se parecieran al hombre de la publicidad de GEICO. Porque no queríamos personajes salidos de la nada, pero tampoco que fueran simplemente humanos. Así que el problema principal era el aspecto de los personajes, sus cuerpos, los rostros. Mi intención es hacer una alegoría sobre las especies, porque me fascina la historia de los homínidos de este planeta, los cuales nunca conocimos.
MI GRANITO DE ARENA
—Y también deja la sensación de ser muy diferente de tus otros escritos. ¿Cómo surgió la idea?
—Todo empezó mientras leía Sapiens, el maravilloso libro de Yuval Noah Harari. Además, de niño, El planeta de los simios fue mi película favorita, si bien entonces era demasiado inocente para darme cuenta del racismo implícito en el filme.
—Sabemos que también estás preparando You People, otra comedia multiestelar que se estrenará el próximo año. ¿Puedes darnos un anticipo?
—Para empezar, amo a Kenya Barris [el director]. Es una gran persona. Y un hombre extraordinariamente gracioso. Johan Hill es un actor y comediante maravilloso. No conocía a Julia Louis-Dreyfuss ni había visto mucho de su trabajo —excepto por Seinfeld, claro está—, pero trabajar con ella fue asombroso y muy divertido. En cuanto a Eddie Murphy, pues hablamos de Eddie Murphy, ¿verdad? Y Nia Long también es fabulosa. Creo que mi experiencia fue lo que dijimos al principio. Me encantó relajarme en escena y aguardar a que me dieran entrada. Porque nunca me quedó duda de que esos cuatro habrían de brindarme un montón de entradas. Sabía que las cosas evolucionarían de tal manera que me permitirían aportar mi granito de arena.
ALIENÍGENAS Y EXTRATERRESTRES
—Estoy seguro de que recibes un montón de mensajes absurdos debido a tu trabajo en Los expedientes secretos X. ¿Has recibido muchos mensajes sobre extraterrestres?
—No tienes idea. Sobre todo, el año pasado, cuando desclasificaron un montón de materiales. Muchos creen que tengo acceso privilegiado a esas cosas. La verdad es que el tema nunca me atrajo gran cosa. No niego que esas historias me encantaban cuando era adolescente. No obstante, ya de adulto, no me siento muy atraído por la ciencia ficción. Siempre me ha parecido que el asunto de los alienígenas es un tanto descabellado, aun cuando creo que debe haber otras especies en otros planetas. Lo que sucede es que no nos han contactado.
Cuando empecé a trabajar en la serie, yo mismo recogía la correspondencia de mis seguidores y me la llevaba a casa, porque no podía creer que tuviera seguidores. Ya que no tenía servicio de corresponsal, yo mismo trataba de responder a todos durante el fin de semana. Pero eso fue solo al principio, cuando no recibía mucha correspondencia; solo de personas a las que el programa tocaba profundamente. De modo que sí, recibí un montón de cartas extrañas —y a veces tristes— de gente que afirmaba haber sido secuestrada y todo eso. Incluso hubo quienes me pedían consejo. Mi respuesta era enviarles una foto firmada [ríe]. N
—∞—
Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.