Anthony Gignac, pasó más de la mitad de su vida bajo la opulencia, entre autos y ropa de lujo, arropado bajo su linaje real como “príncipe saudí” buscó durante décadas negocios multimillonarios en Estados Unidos, que resultaron ser un fructífero esquema de fraude. La extravagancia terminó este martes, como otras veces, con gritos de: ¡llamen a la embajada!
Gignac, en realidad nació en Bogotá, Colombia, pero desde la década de los 90 se ocultó bajo el disfraz de sultán Bin Khaled Al Saud de Arabia Saudita para estafar a los bancos y autoridades estadounidenses, publicó el Nuevo Herald.
Anthony fue un niño que llegó junto a su hermano a un orfanato de Bogotá, Colombia luego de que su papá matará a uno de sus hermanos menores porque no tenían nada que comer.
Adoptado por una pareja estadounidense y criado a la par en las calles de Michigan, Anthony desarrolló un talento por la estafa, según el diario peruano El Comercio. Desde pequeño aseguraba que su madre era dueña del Grand Hotel en Mackinac Island y que su padre era un reconocido actor del cine estadounidense.
Años después, valido de una placa diplomática y haciéndose pasar por un príncipe, el entonces joven estadounidense defraudó a un hotel por la suma de 10,000 dólares. Eso ocurrió en 1991 cuando la policía estadounidense obtuvo el primer registro de él.
Su segunda aparición como heredero del Rey fue en 1993 cuando se hospedó en el Hotel Grand Bay en Miami, el mismo donde Michael Jackson, Prince, Sophia Loren y Elizabeth Taylor se acomodaban cuando iban a la ciudad. Anthony evitó toda sospecha al transportarse en autos de lujo y derroche de abundantes propinas que, según El Nuevo Herald, repetía con el lema “póngalo a mi cuenta”.
En esta ocasión fue descubierto porque fue víctima de un delito.Cuando el supuesto sultán denunció que había sido golpeado y asaltado por dos hombres, a la Policía de Miami le pareció pertinente avisar a la embajada de Arabia Saudita del caso. Sin embargo, ellos no sabían quién era el supuesto príncipe Khaled.
Gignac logró escaparse a Chicago antes de que las autoridades lo capturaran por “estafar 27,000 dólares al Grand Bay y 51,175 dólares a la tienda Saks Fifth Avenue”, según El Miami Herald. Las autoridades de Miami lo capturaron allí y el colombiano fue extraditado a Florida.
Cuando esperaba su juicio en la “ciudad del sol”, logró convencer a su abogado de que efectivamente su linaje sí pertenecía a la realeza saudí. De este modo, logró su fianza en agosto de 1994.
Los problemas con la justicia no fueron ningún impedimento para que Anthony continuara su esquema de estafa, después de ese episodio consiguió una tarjeta de crédito por una suma de 200 millones de dólares, que gastó sin discriminación.
Sus movimientos, según el Miami Herald, los lograba con gritos enfurecidos de que su padre, el Rey, se enfurecería si dudaban de él.
Luego de esos episodios con la ley, en otras ocasiones fue descubierto y capturado, incluso cuando estaba en libertad supervisada, en 1997-1998; 2002; 2004-2006.
Anthony desapareció del mapa durante los últimos once años, hasta 2017 cuando buscó realizar un negocio multimillonario en el condado de Miami-Dade. En ese momento las autoridades de Florida ordenaron el arresto de Gignac por conspirar para cometer una ofensa contra Estados Unidos y otros delitos como “hacerse pasar por un diplomático extranjero, mal uso de su pasaporte, robo de identidad agravado y posesión de un arma por un criminal convicto”, según El Miami Herald.
Gignac se encuentra en un centro de detención en Oklahoma para luego ser trasladado a Miami donde enfrentará los cargos por los que es acusado.