Nuestros cerebros son pésimos para manejar los datos. Peor aún, a menudo nuestros cerebros utilizan datos aleatorios para engañarnos y obligarnos a hacer tonterías. Esto se conoce como sesgo cognitivo.
Tableau Software, una exitosa compañía de Seattle, piensa que puede ayudar a las personas a utilizar datos para ser menos estúpidas. Es difícil imaginar una tecnología que pudiera influir más profundamente en nuestra diaria existencia.
En esta época de los grandes conjuntos de datos, tenemos información sobre todo. Sin embargo, los datos se empaquetan en hojas de cálculo de Excel que son difíciles de decodificar o se encuentran en bases de datos que sólo los profesionales pueden consultar. Tableau desea cambiar eso al dar a las personas comunes un programa informático de visualización de datos que sea tan fácil de usar como Facebook, de manera que podamos tomar más decisiones basándonos en los datos y no en nuestros instintos, que actúan pésimamente la mayor parte del tiempo.
En cierta forma, este es un nuevo giro en la historia antiquísima del conocimiento humano. Poco a poco, los datos han usurpado nuestros sesgos cognitivos. Dependiendo de quién cuente, tenemos cuatro o cinco docenas de tipos de prejuicios cognitivos, entre ellos, el prejuicio de confirmación (preferimos la información que confirma nuestras ideas preconcebidas, o como lo llaman algunas personas, “el efecto Fox News”) y el prejuicio de negligencia de la probabilidad (oímos hablar de un solo hecho dramático, como el secuestro de un niño, y creemos que es mucho más común de lo que es, y luego obligamos a nuestros niños a quedarse en casa durante meses, haciendo infelices a todos los miembros de la familia).
A falta de datos, creemos en nuestros sesgos cognitivos. Hace siglos, las personas miraron el cielo y llegaron a la conclusión de que la Tierra era el centro del universo. Los datos sobre el movimiento de los planetas, célebremente recopilados por Galileo, finalmente acabaron con esa falsa creencia, aunque el sesgo cognitivo era tan fuerte que en lugar de celebrar a Galileo por su perspicacia, las autoridades de esa época lo pusieron bajo arresto domiciliario. En la lucha contra el sesgo cognitivo, los datos siempre pierden.
Con el tiempo, hemos recopilado datos acerca de cada vez más elementos de nuestro mundo, y hemos inventado herramientas como las computadoras para interpretarlos. Ahora, los datos se expanden como nunca antes. Los teléfonos celulares e internet tienen mucho que ver en esto. Estamos trasladando nuestra vida al entorno en línea: compramos, sociabilizamos, tenemos citas, leemos, hacemos reservaciones para un restaurante, llamamos un taxi, todo por internet. Esto significa que una parte cada vez mayor de nuestra conducta es rastreada y convertida en datos. También estamos desplegando inmensas cantidades de sensores que graban datos sobre el tránsito, el clima, los elementos químicos en el aire, el agua en el suelo, las tangas en Brasil o cualquier cosa que deseemos medir. Incluso tenemos sensores tan personales que convierten en datos nuestro ritmo cardiaco y nuestra producción de sudor.
Sin embargo, es asombroso cómo una cantidad relativamente baja de estos datos logra infiltrarse en nuestros sesgos cognitivos. Tomemos un ejemplo simple. En mayo, un tren de Amtrak descarriló en Filadelfia, y murieron ocho pasajeros. Desde entonces, los medios de comunicación y los políticos se han concentrado en formas de proteger más los trenes contra los descarrilamientos. Pero lo que estamos viendo es un prejuicio de negligencia de probabilidad: un incidente dramático nos hizo creer que el descarrilamiento es un problema muy común en Amtrak. No lo es. Para Amtrak, la causa principal de los accidentes y de las muertes desde 2010 han sido los trenes que embisten automóviles o a las personas en los cruces del ferrocarril. Es ahí donde se debe enfocar nuestra atención y el desarrollo de soluciones.
Los datos de Amtrak no influyen en nuestro pensamiento porque están enterrados en una hoja de cálculo del Departamento de Transporte que haría que los ojos de la mayoría de las personas se quedaran pasmados. Las personas comunes no pueden usarlos. Pero el software de Tableau pudo extraer los datos de la compleja hoja de cálculo y presentarlos como imágenes interactivas: mapas y gráficos que pueden revelar tendencias y patrones con un par de clics. Esa es la promesa de la visualización de datos.
No se trata de una tecnología trivial. Tableau fue producto de una investigación de doctorado y pasó al área de visualización de datos en la Universidad de Stanford. Anteriormente, no existía nada semejante, y una docena de años después de la fundación de Tableau, aún es una obra en desarrollo. La curva de aprendizaje de las herramientas de Tableau es más inclinada que la de PowerPoint, por ejemplo. Los ingresos de Tableau se han duplicado aproximadamente cada dieciocho meses, y actualmente la compañía tiene un valor de más de 8000 millones de dólares. Y sin embargo, como me dice Christian Chabot, director ejecutivo de la empresa, “hemos llegado probablemente a menos de 1 por ciento de las personas que podrían beneficiarse de nuestros productos. Hasta ahora, nuestra incursión ha sido mínima”.
Chabot imagina un mundo donde comparemos constantemente nuestros sesgos cognitivos con datos, de manera sencilla y fácil, en una forma muy semejante a como miramos el mapa del GPS en el teléfono celular en lugar de adivinar dónde estamos. Piensa en todas las decisiones que tomas actualmente sin contar con ningún dato. Si te tomas ese próximo whisky, ¿cuál será el respectivo intercambio entre la diversión que obtendrás y lo mal que te sentirás al día siguiente? Si aceptas ese trabajo, ¿serás feliz dentro de un año? Si tomas una bebida energética con efecto para cinco horas, ¿realmente obtendrás cinco horas de energía?
En un estudio de McKinsey se mostró que cuando las empresas trabajaban para reducir el efecto del sesgo cognitivo en la toma de decisiones, obtenían ganancias hasta siete puntos porcentuales más altas. En los deportes, el posible impacto parece obvio. Moneyball mostró cómo el béisbol profesional estaba inmerso en intuiciones que resultaron equivocadas. Los entrenadores de la NFL suelen ordenar la patada de despeje en cuarta oportunidad, aunque los datos demuestran que los equipos ganarían más si no lo hicieran. En el futuro, tendremos datos que pueden ayudar a tomar cualquier tipo de decisión, y esto debería hacernos más inteligentes, más lógicos, más anclados en la realidad y menos estúpidos como especie.
Pero entonces surge la cuestión de si esto nos hará menos humanos. Si compiláramos los datos sobre todas las decisiones tomadas en la historia, ello demostraría en forma concluyente que el sesgo cognitivo ha influido en muchas más de ellas que los datos. Hemos llegado hasta aquí, y creado nuestro entorno rico en datos, principalmente tomando decisiones mal informadas y haciendo uso de una intuición imperfecta. Así que si fuéramos a tomar una decisión enriquecida con datos sobre si debemos tomar más decisiones enriquecidas con datos, podríamos descubrir que debemos aferrarnos a nuestros defectos cognitivos.
A menos de que, por supuesto, mi opinión a este respecto esté irremediablemente sesgada.