Pasaron 50 días de incertidumbre desde que volvió a cerrarse la tapa metálica del pozo de más de 50 metros de profundidad, ubicado en las inmediaciones del velódromo Bicentenario en la capital de Aguascalientes, en el que de acuerdo a indicios presentados a través de denuncias anónimas a familiares de personas desaparecidas, lo señalaban como probable punto de referencia en el que podrían localizarse restos de personas víctimas de desaparición forzada entre los años 2010 y 2015.
Aquél 21 de octubre, después de tres horas de evaluar los riesgos para preparar un descenso de elementos del Cuerpo de Bomberos del Estado, se determinó suspender las acciones. En ese momento, las imágenes proyectadas por una cámara de visión 360° que fue ingresada al fondo del depósito fue evidencia suficiente para que las autoridades de la Fiscalía General del Estado informaran que no se apreciaban restos humanos y que realizar el descenso podría representar un riesgo mayor para el cuerpo de rescatistas, pues en ese momento, lo gases que habitan el lugar desde hace decenas de años, podrían poner en riesgo su salud.
Se volvía a cerrar la tapa, pero no las esperanzas para el señor Sergio de Lara, padre de Sergio de Lara Quezada, quien desapareció desde el 30 agosto de 2011, y de quien se busca ubicar indicios de su paradero en la zona.
Aunque las acciones de búsqueda en el sitio se suspendieron, el depósito ubicado en los antiguos talleres del ferrocarril no dejó de estar en la mira, alcanzando incluso el respaldo de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas y del área de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU-DH).
Se retoma la búsqueda
Cuando parecía que de a poco se cerraba la posibilidad de retomar la búsqueda en el velódromo Bicentenario, una llamada telefónica de la Fiscalía General del Estado regresó las esperanzas al señor Sergio de Lara y a los activistas del Colectivo “Buscando Personas, Verdad y Justicia” y del Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG): este jueves se reanudaría la búsqueda en la zona.
Fue así que a partir de las 08:30 a.m., comenzaron a llegar los familiares y activistas, además de los elementos de la fiscalía, la Coordinación Estatal de Protección Civil y Bomberos Estatales y la Comisión Local de Búsqueda de Personas. Asimismo, les acompañaba un investigador bioquímico de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) que asesoró los trabajos para garantizar que el descenso de los bomberos al fondo del depósito fuera una maniobra segura.
Para ello, se confeccionaron ductos de aire aluminizados que permitieran la salida del monóxido de carbono y sulfuro de hidrógeno, que en altas concentraciones podrían suponer un alto daño para la salud de los rescatistas, e incluso el riesgo de una explosión al interior.
Durante más de una hora se ventiló la noria, hasta que el explosímetro detectó que había las condiciones propicias para descender.
Las cuerdas y arneses quedaron fijadas, así como la mirada de los expectantes. La atención se concentró en esa abertura que apenas permitía el ingreso de una persona al fondo del depósito.
La encomienda a Dios al santiguarse, por parte del bombero, daba cuenta del riesgo de la maniobra. Sin embargo, su valentía representaba la certeza para más de una familia en Aguascalientes.
Después de varios minutos, la cuerda dejó de descender, el rescatista había llegado al fondo del pozo. Arriba, los únicos mensajes que se recibían eran a través de un aparato de radiocomunicación.
Evidencias
El calor no conoce de calendarios, y sin importar la víspera del invierno, comenzaba a causar estragos en los rescatistas. Se dejaba sentir durante el mediodía. La esperanza, la ilusión, la lenta agonía se respiraban en la superficie.
El silencio se entrecortó cuando emergió una bolsa a través de una cuerda. En su interior se colocó un casco y un zapato, que de inmediato fueron resguardados por personal del área de Criminalística de la Fiscalía General del Estado en sobres sellados y marcados con la leyenda “evidencias”.
Después de completarse la media hora en el fondo del depósito, comenzó el ascenso del bombero, quien al llegar a la superficie se desprendió de una bolsa negra. En su interior había un short verde, que aún se mantenía prácticamente intacto a pesar del paso de los años y de los estragos de la humedad y de los gases. También fue incluido entre las evidencias.
Sin embargo, al ser cuestionado sobre lo que logró ubicar en el fondo, fue tajante: no se observaron indicios de restos humanos.
“Hay un chingo de tierra, me llegaba hasta acá”, expresó el rescatista, señalando su muslo, pero que a pesar de la complejidad de la misión, se observaba íntegro, entero y hasta de buen humor. Pero olvidó algo.
Una cámara, la última esperanza
Durante las maniobras de ascenso, la cámara que cargaba el rescatista cayó nuevamente al fondo, por lo que un segundo elemento tuvo que ingresar para rescatarla.
En ella se tomaron fotografías y video de las condiciones en las que se encuentra el depósito, y que podrían significar la luz para las familias que esperan encontrar los restos de sus seres queridos o algún indicio que permita dar con ellos en vida.
20 minutos después, el segundo rescatista volvió con el dispositivo.
Sin embargo, contrario a lo que esperaban los familiares y activistas, la cámara fue puesta en resguardo por las autoridades de la fiscalía, sin permitirles observar lo que se captó, lo que nuevamente regresó las dudas.
“Nos preocupa, porque nosotros pedimos acceso inmediato al video de lo que se grabó para tener la certeza de lo que el rescatista buscó y nos dijeron que no, que no podemos tener acceso al video, lo que se nos hace extraño porque en la anterior búsqueda que se hizo, el señor Sergio pudo ver el video en tiempo real de la cámara que descendió aquella vez, entonces no hay un impedimento real que no nos permitiera tener acceso inmediato”.
Tras completar el ascenso de los rescatistas, se procedió a retirar los ductos de aire y el equipo que se utilizó para la misión, para comenzar a retirarse del sitio.
Nuevamente, las dudas
Tras concluir los trabajos de búsqueda, la coordinadora del Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG), Violeta Sabás, señaló que las acciones no dejaron satisfechos a los familiares pues no se le permitió tener acceso al video que capturó la cámara, ni tampoco a las evidencias que se recolectaron.
“Consideramos que no fue una búsqueda exhaustiva como nosotras pensábamos, porque nos comentan que había hasta medio metro de tierra, en donde se puede guardar cualquier cosa, además de que nos dicen que había materiales de muchísimo tiempo que se fueron acumulando”.
Por ello, comentó que continuarán insistiendo para que se les dé certeza en los trabajos de búsqueda en la zona y se siga con las investigaciones, tanto en el caso de Sergio de Lara Quezada, como en las más de 250 personas que se encuentran en calidad de desaparecidas en Aguascalientes según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas.