Aunque no existe una persona igual a la otra y todos somos diferentes, buscamos pertenecer a algún grupo, etiquetamos y somos etiquetados y tendemos a generalizar cuando encontramos a personas con preferencias, gustos, costumbres y características en común, sean positivas o negativas. Somos un coctel de diferencias sociales, culturales y económicas, pero todos buscamos no pasar inadvertidos y sí combatir el anonimato. Todo lo que nos rodea comunica, por eso vestimos, usamos y compramos artículos que nos acercan a lo que queremos ser o aparentar.
Por eso frecuentamos lugares donde existe gente como uno, o por lo menos lo más parecida a uno, porque cuando pasa mucho tiempo con un grupo de personas similares entre sí, el individuo termina mimetizándose con ellos, y así surgen las tribus urbanas. Aquí algunos ejemplos:
Buchonas: son las novias del narco, mujeres que se pasean por los centros comerciales, van muy producidas, son voluptuosas, con joyas y ropa llamativa que otras mujeres consideran vulgar. Es común verlas en ciudades como Guadalajara, Morelia, Uruapan, Saltillo, Monterrey y Chilpancingo. Este tipo de mujeres gusta de escuchar corridos, música mexicana y banda.
Chairos: usan barba y bigote mal cuidados, son desaliñados, visten ropa con motivos étnicos, tocan la armónica, usan objetos y utensilios de madera, hueso o piedras, porque los conecta con la madre tierra, viven algo aislados y escuchan música étnica o reggae. Están alejados de la modernidad y no les gusta la globalización. Deambulan por Coyoacán y Tlalpan, y si estudian, les gusta la antropología, filosofía o historia.
Chakas: la palabra se deriva de “chacal”, son personas que se dedican a delinquir, grafitear y vagar, perfectos organizadores de disturbios en lugares públicos como el metro, marchas, paros y plantones. Usan pantalones de mezclilla amplios, collares, aretes y tenis de colores toscos, blancos o de colores brillantes. Pero eso sí, son fieles devotos de San Judas Tadeo, a quien le rinden culto el día 28 de cada mes.
Cosplay: son seguidores de los superhéroes o anime, de quienes conocen todos y cada uno de los detalles, y se disfrazan ad hoc; surgieron en la década de 1970 en Japón, aunque luego se propagaron por todo el mundo. Es común verlos en convenciones de cómics, intercambian fotos, videos y juguetes de colección con sus similares, son muy creativos para sus vestuarios.
Cougars: son mujeres de entre 40 y 60 años que tienen atracción por los hombres jóvenes. Son protectoras y maternales. Sus ingresos provienen de las ganancias de su divorcio, del trabajo o de una carrera profesional exitosa. Les encanta la fiesta, van al gimnasio, pero les gusta el alcohol, invierten en cirugías estéticas, están en la eterna búsqueda de un “príncipe azul”, pero no puede ser viejo ni contaminado de poder, encuentran el amor verdadero en cada relación y van vestidas muy a menudo con animal print.
Emos: es común (aunque menos que antes) encontrarlos en la glorieta del metro Insurgentes de la ciudad de México o alrededor del Museo del Chopo, son oscuros y usan fleco de lado que les cubre un ojo de la cara. Usan pantalones ajustados, siempre andan tristes y son muy emocionales. El 40 por ciento de los emos tiene tendencias suicidas.
Fashionistas: Son compradores compulsivos, conocen precios y tipos de ropa, están presentes en eventos de marca porque les gusta estar a la moda y ser cool, saben lo que quieren por lo menos si se trata de saber qué atuendo deben utilizar. Son innovadores y extrovertidos, tratan de no caer en la compra de imitaciones pirata, pero no siempre lo logran.
Los anteriores estereotipos son solo una pequeña parte de la gran gama de tribus que de manera divertida, pero puntual, describe Paco Santamaría en su libro Las nuevas tribus urbanas, lectura obligada que nos lleva a recorrer, conocer y entender los diferentes grupos de personas que forman nuestra sociedad.