Cuando le pregunto a la gente cuál es el propósito de crear una organización, la primera respuesta que recibo es “para ganar dinero”, y si esta es una idea repetida, tenemos un problema, ya que nuestro principal propósito debe ser satisfacer una necesidad —que posteriormente se traducirá en dinero—, de lo contrario nuestra organización no tiene sentido y la probabilidad de tener éxito es muy baja.
Sin embargo, emprender es algo difícil en la vida, siempre hay temores y dudas, y si eres uno de los tantos que quiere emprender un negocio startup, es importante tener en mente que más del 75 por ciento fracasan después de tres años. ¿Por qué? Sencillamente porque su capacidad de innovar, crear y emprender se pierde. Se centran en la producción repetida de algo que les dio éxito sin preocuparse por los cambios en las necesidades de sus clientes, lo que lleva a que sus productos se conviertan en obsoletos después de un tiempo. Es como muchas cosas en la vida, no solo basta con emprender o iniciar, hay que enfocarse en el continuar y adaptarse con flexibilidad a las diferentes etapas del camino.
Entonces, ¿qué podemos hacer para que nuestra idea se convierta en realidad, lograr el éxito y continuar en el mercado para evitar convertirnos en un número más de las estadísticas de fracaso? Ya en algún momento hablé de los componentes para que una empresa logre crecer y perdurar en el tiempo: P, A, E e I, Producir, Administrar, Emprender e Integrar; ahondemos en estos conceptos.
Al iniciar un negocio, la primera vitamina que se necesita es P (producir), pues es la que se ocupa del “qué”hay que hacer con foco en el cliente, es decir, la que cumple sus necesidades. Una vez que tenemos el “qué”, necesitaremos la A (administrar), que seocupa del “cómo” hacerlo y se basa en un reglamento por seguir, se preocupa de “cómo” se están haciendo las cosas y da la serie de reglas que se tienen que cumplir para tener una producción exitosa.
Pero en el camino nos encontraremos con que los clientes y las necesidades cambian, y el éxito de hoy no asegura el de mañana. Así que se precisa de la tercera: la E (emprender). No hay que adaptarse a un futuro, sino crearlo para obtener eficacia a largo plazo. Y para hacerlo se requiere de dos componentes: creatividad y capacidad de arriesgar.
Pero para triunfar se requiere de un último componente: el I (integrar), que es la capacidad de una empresa de suceder a sus fundadores. Una organización integrada siente lo que pasa en el resto de la organización y trata de que todo continúe fluyendo. Como todo proyecto vivo, es necesaria la flexibilidad y, por tanto, que las vitaminas se puedan usar juntas. Un buen uso permitirá lograr eficacia y eficiencia, a corto y largo plazo.
Hacer empresas no es fácil, pero el camino está lleno de satisfacciones. Lo importante es disfrutar, entender y tener claros los objetivos que nos planteamos cuando nuestra empresa era solo un sueño pero teníamos las ganas de conquistar el mundo.