La Universidad Autónoma de Yucatán, que siempre ha alegado conducirse bajo un esquema de honorabilidad y cordura, a la altura de su investidura académica, hoy tendrá que dar una explicación a la sociedad en general de cómo pudo permitir que estudiantes de medicina, pasantes de su propia Facultad, vayan a prestar un servicio social a las clínicas del IMSS-Bienestar, sin el equipo de seguridad que todo profesional del área de salud debe de contar, ante los riesgos que conllevan la pandemia generada por el Covid-19.
Esta historia dio un giro lógico, cuando un juez de distrito, les otorgó a tres pasantes de medicina de la UADY, un amparo promovido el pasado 28 de abril, en donde palabras más, palabras menos, fueron obligados a continuar prestando sus servicios en clínicas del IMSS-Bienestar del interior del estado, sin los insumos necesarios para enfrentar los riesgos sanitarios, motivo por la cual, nuestra “máxima casa de Estudios” procedió a darles de baja, por negarse a continuar laborando bajo un riesgo inminente.
Pero esta es historia conocida, y está demás seguir poniendo más esferas el arbolito de navidad, lo que sigue es lo que importa, y luego de consultar con profesionales en materia jurídica, coinciden en un punto: que el amparo está bien sustentado y tiene los argumentos y alegatos suficientes para que estos jóvenes -que lo único que desean es terminar su carrera profesional- la razón legal esté a su favor.
Pero eso tendrá un matiz jurídico, -largo y tedioso- intentando poner fin a esta historia vergonzosa, como si esto nunca hubiese sucedido, tratando de confundir a la sociedad, o esperar que el tiempo pase para que se “olvide el asunto”, como ya es costumbre en Yucatán, en donde los medios de comunicación poco serios, han sido cómplices con su vulgar silencio.
Y durante todo esta maraña de posturas, la UADY, la Delegación del IMSS y la SSY, (pues está instancia es la que tiene la obligación de emitir las cartas correspondientes a los pasantes al concluir el servicio social para su proceso de titulación) se van a dedicar a tirarse la bolita. Todos se van a enfrascar en una discusión sobre la cual debió ser la instancia responsable de suministrar los equipos que exigieron estos tres pasantes de Medicina de la UADY.
Cualquiera que sea el desenlace de esta complicada historia deberá pasar a un segundo plano, porque la principal pregunta es:¿Dónde quedó esa madurez ética y académica que tanto ha “verborreado” por casi cien años?