Gran solidez en lo macroeconómico y fuerte debilidad en lo microeconómico caracterizan a este país.
Desde que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de México, en diciembre de 2012, el país entró en una dinámica de cambio y agitación permanentes; primero, por la esperanza ciudadana de que los niveles de criminalidad disminuyeran, y segundo, por el anuncio del mandatario sobre un ambicioso plan de reformas estructurales que planeaba realizar mediante el consenso con todas las fuerzas políticas.
Muy pronto los augurios iniciales se cumplieron. La violencia abandonó la opinión pública como único tema relevante para el país, y el nuevo gobierno sorprendió con la implementación de un pacto nacional con los partidos de oposición, que permitió efectuar, en menos de dos años, más de 10 reformas estructurales que, de ejecutarse con éxito, cambiarán por completo el potencial de la nación. Incluso se reformó el sector energético, un verdadero tabú en la historia mexicana.
El éxito del gobierno no solo se ceñía a la visión contenida en los cambios estructurales inducidos, sino a la estupenda operación política con la que los había materializado. En México, los pactos políticos eran un paradigma, la misma lista de reformas tenía 15 años sin transitar por falta de consensos. En un merito innegable para gobierno y oposición, se pusieron de acuerdo.
México tiene lustros con dos características económicas relevantes: fuerte solidez en lo macroeconómico y gran debilidad en lo microeconómico. Hay buenos índices, pero nulo crecimiento, el mercado interno no despega. Lo primero es indispensable para lograr lo segundo y se ha seguido haciendo muy bien. Para detonar el crecimiento pendiente, la apuesta son estas reformas estructurales, se espera que atraigan inversión y eleven productividad.
Las recientes reuniones del Banco Mundial y el FMI dan muestra del potencial que se aprecia en México. Allí, la revista Euromoney le otorgó el galardón como el Mejor Emisor de Deuda Soberana de Mercados Emergentes durante 2014, un laurel para la excelente ingeniería financiera que se ha desarrollado. Asimismo, el FMI pronosticó buenas cifras de expansión del PIB para 2015 y subsecuentes. Vaya, fueron buenos reconocimientos para lo realizado.
Es la narrativa de una buena etapa. O lo era. En las últimas semanas la crisis de la violencia se recrudeció severamente, a grado tal que tiene arrinconado al gobierno. La desaparición de 43 jóvenes universitarios en el estado de Guerrero cimbró recio al país, así como el posterior hallazgo de múltiples fosas clandestinas repletas de cadáveres humanos. Es una barbarie donde se presume la participación ilícita de policías y autoridades, pero que el gobierno no ha sido capaz de esclarecer.
Lo sucedido es atroz y debe esclarecerse. Y precisamente en ello radica el análisis: ¿qué pasó con ese gobierno tan ágil y eficaz de los últimos 22 meses, dónde quedaron esos operadores firmes y de pensamiento estratégico que tan bien habían conducido? Ojalá que aparezcan pronto o se desmoronará México con esta gran crisis. Y bueno, ojalá que no, porque sería una lástima que se siga autodestruyendo.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado le corresponde a usted.
Óscar Armando Herrera Ponce es académico y profesional de las finanzas. Destaca como analista y docente en posgrado. @oscar_ahp.