Resulta incomprensible que demócratas ni republicanos hayan comenzado un esfuerzo real para atraer el voto hispano.
En el censo oficial estadounidense de 2010 se reportó que el 16.4 por ciento de la población es de origen hispano, dato que reafirma a los hispanos como la minoría más grande de EE. UU. Se proyecta que para el siguiente censo, en 2020, este número podría incrementarse a 19.4 por ciento y que, para 2050, la comunidad latina pudiera representar el 30.2 por ciento de la población estadounidense.
Ahora los latinos no solo crecen en número, sino también en influencia política y económica. Es relevante mencionar que hoy en día los latinos figuran en los indicadores nacionales como la minoría con más representación en el sistema universitario, y el número de empresas propiedad de hispanos ha crecido un 44 por ciento entre 2002 y 2007 en comparación con un 15 por ciento entre no hispanos. Los ingresos generados por estos negocios fue de 345 200 millones de dólares en el 2007.
En 2010 se calculó que el total del mercado latino en EE. UU. era de un trillón de dólares con pronósticos de crecer a 1.5 trillones de dólares para 2014. Estos datos posicionan al mercado latino en EE. UU. como una de las 10 economías más importantes del mundo.
Los latinos y las elecciones
El peso económico de la comunidad latina en EE. UU. es clara, pero ¿qué tal el peso político? En 2012, de los casi 50 millones de hispanos que habitan en EE. UU., había 23.3 millones facultados para emitir su voto en las elecciones de ese año. Este número representa el 8.4 por ciento de la lista nominal estadounidense; sin embargo, únicamente votaron 11.2 millones de hispanos, es decir el 48 por ciento de los electores posibles. Como referencia, en 2012 votaron el 66.6 por ciento de todos los afroestadounidenses registrados y el 64.1 por ciento de los estadounidenses blancos registrados. De este voto latino, el 71 por ciento respaldó al actual presidente, Barack Obama, y el 27 por ciento votó por el candidato del Partido Republicano, Mitt Romney.
Si bien es cierto que el voto latino se pudiera identificar más con el Partido Demócrata por su papel decisivo en las últimas dos elecciones presidenciales, no se debe de olvidar que también se han caracterizado por ser gente con un fuerte apego y costumbres conservadoras. Este perfil conservador se mostró en las campañas presidenciales del expresidente George W. Bush donde el Partido Republicano logró el 35 por ciento y el 45 por ciento del voto latino en los años 2004 y 2008, respectivamente. Analistas afirman que, dada la cercanía de esas dos elecciones, el voto hispano inclinó la balanza a favor del Partido Republicano.
Aunque las elecciones de 2004 y 2008 fueron atípicas en cuanto al número de votos latinos que cosecharon los republicanos, tampoco fueron sin precedentes, ya que el presidente Reagan también llegó a lograr preferencias importantes para su elección y reelección. Esto nos indica que existe la posibilidad de persuadir a los hispanos de cambiar de tendencia.
Dado este peso electoral, su mostrada volatilidad y lo cerrado que estarán las elecciones intermedias de 2015, donde ambos partidos estarán buscando consolidar e incrementar su representatividad en el congreso, resulta incomprensible que ninguno de los dos partidos haya comenzado un esfuerzo real para atraer el voto hispano. Lo anterior, toda vez que este no solo tiene valor estratégico en las elecciones presidenciales, sino también el potencial de ser bisagra a nivel distrital para influir de manera importante en la conformación de las cámaras.
Ejemplo de esto es la importante cantidad de electores latinos en los estados de Texas y Arizona, entidades estratégicas para el Partido Republicano. En el censo del 2010 se calculó que el 38 por ciento de Texas era de origen hispano, así como el 30 por ciento de la población de Arizona. Si, por ejemplo, el Partido Demócrata pudiera incrementar el nivel de participación de los votantes latinos en esos estados, sería posible conquistar escaños en la cámara baja tradicionalmente republicana.
Las campañas no bastan
La nueva realidad y peso específico de los latinos en Estados Unidos representa un reto para los partidos políticos en la construcción de estrategias electorales que les permita persuadir eficientemente a una población cada vez más consciente y preparada para enfrentar e influir en su realidad.
Sin embargo, ninguna campaña política podrá persuadir efectivamente en el público hispano sin que alguna fuerza política integre a su plataforma propuestas para la construcción de políticas públicas a favor de y enfocadas específicamente a la comunidad latina. El desarrollo e implementación de políticas que busquen hacer prosperar a la comunidad hispana en Estados Unidos eventualmente permitirá hacer la transferencia de bonos populares o temas bandera a candidatos tanto demócratas como republicanos que ofrezcan satisfacer las necesidades de los latinos en territorio estadounidense.
En este contexto, y ante la nueva realidad del peso político del voto latino, se debería generar una estrategia íntegra para la atención de los latinos en Estados Unidos. Específicamente, la creación de programas y políticas públicas que fortalezcan el tejido social, económico y cultural de las comunidades hispanas a la par de una comunicación política incluyente que vaya atrayendo la suma de voluntades y de convencimiento de los latinos a no dejar de votar. Para lograrlo, se requiere una estrategia donde el latino no sea únicamente un actor más en la comunicación, sino que funja como centro de ella.
Juan Carlos Limón García es fundador y CEO de ByPower Group, consultoría referente en la comunicación política de Hispanoamérica.