Setenta y seis años sintetizan su influencia en al menos tres generaciones, me refiero a Luis Eduardo Aute, poeta, músico, compositor, filósofo, líder…, sus versos, canciones, contienen las claves que descifran la cultura del mundo de la vida. No todos sus poemas son musicalizados: “El amor nos hace amortales. / Amorir sería el verbo de la carne. / De la muerte del amor / nace el amor a la muerte. / Y Dios creó a la mujerte. / La muerte, ávida / de vida, / no te olvida. / En el juego del amor / se con-juga / el jugo de la vida / y de la muerte…”
Aute fue un crisol de arte y estética, un creador, un imaginativo, un vivencial, un artista total, admirador de Bob Dylan. Su minerva se desvela en cada uno de sus versos, de sus dibujos, de sus escritos, de sus entrevistas, lo puedo abreviar: “…libertad es la palabra más sobada, tergiversada, prostituida que yo conozco, también la más bonita”. Ello se demuestra en “Rito y Espuma”, muestra sus capacidades de lenguaje y juego en matrimonio con letras y acordes, su capacidad de combinar, para dar sentido a las frases, las hereda al mundo. Una prueba de ácido es mostrar la humildad, Aute siempre presto a aprender y no ser aprehendido, aprendió de todo, un reservado navegante al frente de la fragata en tiempos de tormentas a mar abierto, desde esas velas rebeldes e indóciles, creaba; dominó su carta de navegación, su locura lo definió como una persona excepcional, anormal, pues fue prueba de su excepcionalidad. Llevar en el disco duro de su mente los recuerdos desgarradores de la 2ª guerra mundial le sirvió para hacer prosa, dibujo, pintura, poesías que luego anota en pentagramas musicales, dirección de películas, aportar guiones literarios y cinematográficos.
De la generación de la utopía, Luis Eduardo Aute, forjó ideales intangibles en su subjetividad pero re-percusores de nuevas actitudes contestatarias, revolucionarias, palabras para mundos nuevos, justos, solidarios: “…Voy pidiendo libertad y no quieren oír. / Es una necesidad para poder vivir. / La libertad, la libertad. / Derecho de la humanidad, / es más fácil encontrar rosas en el mar. / Es más fácil encontrar rosas en el mar. / La la la la la ra ra, rosas en el mar…” Aute un libertario sin condiciones, comprometido con el sistema y concepto de libertad de la persona y de su vida compartida, con los propósitos de la libertad entendida en su más alta meta política. La realidad lo desengañó, las cosas no ocurren en libertad si no está el carácter de las personas dando cualidad a su “estar en el mundo”. Como preocupado y ocupado desde el arte y el pensamiento, dicto juicio sobre la falta de respeto y honra a la libertad, es su testimonio en canto a favor de la verdad de la libertad en clave de excelsitud, con el arte la libertad la triunfa a pesar de los políticos, urbanos cavernarios, que enervados de ideologías caprichudas todo lo invierten y todo lo destruyen.
En 1984, publicó su álbum “Cuerpo a Cuerpo” que incluye “Sin tu latido”, ejercicio que consolida la carrera de Aute, las letras llegaron al corazón del mundo sentimental y de pensamiento crítico, las canciones fueron tardeadas por generaciones; en los personal y en lo colectivo esta canción se hospedó en el cordis cultural, en el mérito de su letra que es una de las favoritas, muestra en el cruce de versos y melodías la vivencia el final de una relación de amor: “…Ay, amor mío, / qué terriblemente absurdo / es estar vivo / sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido. / Que el final de esta historia, / enésima autobiografía de un fracaso, / no te sirva de ejemplo, / hay quien afirma que el amor es un milagro / que no hay mal que no cure / pero tampoco bien que le dure cien años; / eso casi lo salva, / lo malo son las noches que mojan mi mano…”
Cada poema acopia a su modo, las esperanzas, los miedos, las obsesiones…, que la vida de la modernidad y posmodernidad han impulsado. No conozco edición de Obras completas de sus poesías, en la que logre el honor de la tipografía, entre otros: La matemática del espejo, 1975; y La liturgia del desorden, 1978, de esos entresijos editoriales surgieron canciones, “Una ladilla”, “El ascensor”. Un esencialismo muestra en la producción literaria y poética en las que la escena es muy bien actuada desde las combinaciones de las palabras y sus cálculos, la gramática, la ortografía… pero sobre todo la creatividad para dar vida a las palabras y sus juegos productores de metáforas en narrativas líricas con sus párrafos dialécticos que desoyen la más amplia gama de zafiedades.