La realidad es que, mientras unos no tienen que comer, otros desperdician los alimentos.
La actual administración del gobierno de México emprendió la Cruzada Nacional contra el Hambre, programa enfocado a reducir los índices de pobreza extrema alimentaria de más de 52 millones de mexicanos y de pobreza extrema de 10 millones de personas más.
Por su parte, la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos denuncia que cada día se desperdician, en todo el país, más de 30 000 toneladas de alimentos en buen estado que se van directo a la basura. Ese tiradero de comida ocurre ante los ojos de todos en centrales de abasto, tiendas de autoservicio, restaurantes y mercados, la razón es que estos comercios almacenan los alimentos perecederos que no se venden hasta que llega el último momento, entonces la única opción es tirarlos debido a su alto grado de maduración.
Poco ayuda a su conservación y precio el que una buena parte de las frutas, verduras y hortalizas que se producen en toda la república son trasladadas a la central de abasto de la capital del país para luego ser distribuidas, muchas veces, a sus mismos puntos de origen. En todo México existen 65 centrales de abasto y 35 mercados mayoristas que distribuyen a más de un millón de puntos de venta, y en todos existe desperdicio y descuido en el manejo de los alimentos. Este problema no es exclusivo de México, ocurren a diferente escala en todo el planeta, por lo que el Banco Mundial pronostica que, a corto plazo, 100 millones de personas podrían estar seriamente en riesgo por una crisis alimentaria.
A pesar de que desde la cosecha hay pérdidas asociadas con los fenómenos naturales, México es la cuarta potencia en biodiversidad a nivel mundial; de su campo han salido al mundo, entre otros, productos como el cacao, algodón y diversos tipos de picantes; no obstante, las mermas por acopio, transportación, manejo, selección y empaque son cuantiosas debido a la falta de tecnología para la conservación de alimentos, como lo demuestra un estudio realizado por el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Del total de alimentos que se producen, se pierden entre el 5 y el 10 por ciento. El desperdicio se da porque, cuando no hay suficiente demanda, los comerciantes prefieren tirar los comestibles que ofertarlos; en contraste, quienes pueden adquirir los alimentos al costo establecido, no están dispuestos a sacrificar la calidad de los productos. Y aunque en México existe suficiente producción de alimentos, no hay un balance entre la distribución de los productos y la pobreza extrema en la que vive gran parte de la población, y en los tiraderos de comida es común ver a gente rescatando lo que otros tiran.
El desperdicio sería mayor si no existieran los llamados bancos del hambre, o bancos de alimentos, bodegas a las que se dona la comida que está a punto de echarse a perder; este alimento se distribuye en zonas marginadas y abastecen a las instituciones de beneficencia pública dedicadas a ayudar a grupos marginados.
En 2014 la Cruzada Nacional Contra el Hambre ejercerá un presupuesto total de 200 000 millones de pesos para tratar disminuirla. De esta cantidad, la Secretaría de Desarrollo Social aporta 80 000 millones de pesos para reducir las brechas de desigualdad y las condiciones de pobreza extrema. Lo que no se ha logrado es que diariamente dejen de tirarse toneladas de comida a la basura que representan la posibilidad de alimentar a miles de personas, pero que, además, son costeadas por usted… el consumidor.
Pablo Reinah es periodista mexicano, premio nacional de periodismo 2001. Actualmente colabora en el canal de televisión por internet UNO TV como reportero y conductor. @PabloReinah