La Suprema Corte tiene la oportunidad de liberar la televisión de su enmohecida cárcel del siglo pasado.
Estimada Suprema Corte:
Por favor, haga estallar la televisión para volver a empezar.
En una era de ubicuas redes de alta velocidad, las transmisiones televisivas aéreas, lineales y por contrato son tan necesarias como los zepelines o el vodevil. Si partiéramos de cero para crear una televisión contemporánea, en nada se parecería a la que tenemos en la actualidad.
La Suprema Corte de Estados Unidos está ventilando el caso de la empresa Aereo, que aprovecha un tecnicismo legal para canalizar transmisiones televisivas a internet, de manera que los usuarios puedan mirar 60 Minutos o partidos NBA en vivo a través del teléfono o la computadora. Las televisoras dicen que, si Aereo gana, la industria estará perdida.
Y yo digo: ¡Bravo! Al fin podríamos transformar ese espléndido espectro de transmisiones de radio y televisión en un servicio internet inalámbrico a velocidad warp. Con suerte, también desaparecerían las compañías de cable (terrible pérdida porque cualquiera sabe que los consumidores morimos por pagar 100 dólares mensuales para ver repeticiones de Gente del pantano y Alienígenas ancestrales) y al eliminar su programación, sus cables se convertirían en gruesos conductos para conducir internet a los hogares.
Todos los contenidos de video que circulan en la red fluirían hacia televisores, laptops, dispositivos móviles, Google Glass y cualquier cosa habilitada para internet. Aunque ABC, NBC y los canales locales no se extingan, su programación nos llegaría en línea y lo único que no harían las transmisoras sería transmitir; es decir, no enviarían programación lineal por las ondas radiofónicas.
Claro, tampoco recibirían los miles de millones de dólares que cobran a los operadores de cable por transmitir sus programas y a su vez, los operadores de cable no desangrarían a los usuarios con los miles de millones de dólares que cobran por dicha programación, situación que arruinaría muchos modelos empresariales y haría muy, pero muy felices a los consumidores.
Si la Suprema Corte falla a favor de Aereo, acelerará el progreso. Todo en la televisión tiende a la “Internetificación” y Aereo no es más que otro ejemplo de esa tendencia.
Demos un vistazo a las noticias más recientes. A fines de abril, Yahoo anunció que desarrollará dos series cómicas de duración televisiva que transmitirá solo en sitios web y aplicaciones móviles. ¿Es posible que los programas diseñados para los 800 millones de usuarios Yahoo compitan con la calidad de programas como The Goldbergs (ABC), por ejemplo? Marissa Mayer, CEO de Yahoo, asegura que sí y promete que el nivel será incluso más elevado. “Los usuarios esperan que los contenidos en línea sean tan buenos o mejores que los de televisión”, declaró.
Esa misma semana, Microsoft desveló su Xbox Entertainment Studios, mientras que Glam Media (agregador de contenidos de estilo de vida, con un auditorio global de 253 millones) cambió su nombre a Mode Media y lanzó un nuevo canal de video. “Tenemos un estudio de entretenimiento en Los Ángeles y nuestra programación incluirá 5 a 10 por ciento de contenidos originales que produciremos allí”, informó el CEO Samir Arora, en entrevista con Newsweek.
Estas acciones ocurren a la zaga de un montón de acontecimientos en el ámbito del video de base internet, incluidas innovadoras series de Netflix como House of Cards e importantes intentos de programación de Amazon y YouTube. Si las televisoras creen que son especiales porque crean programas desde hace mucho, les invito a conversar con editores periodísticos que se sintieron especiales porque cubrieron las noticias durante mucho tiempo.
Quizás algunos argumenten que la transmisión televisiva es necesaria en ciertos casos, como los deportes. Tonterías. NHL y las Grandes Ligas de Béisbol ofrecen juegos en vivo y gratuitos a través de la red, así que sería perfectamente factible que eliminaran la intermediación de las televisoras y los proveedores de cable. El Óscar, noticias en vivo: todo eso podría circular en la red.
Por su parte, los publicistas empiezan a favorecer los contenidos de video en la web. Si bien el gasto de la publicidad televisiva es 25 veces mayor que el de la publicidad de internet, esta crece a un ritmo de dos cifras y está cerrando la brecha rápidamente. Los contenidos de corte televisivo y alta calidad ofrecen muchas opciones para generar dinero: apoyo publicitario (YouTube), suscripción (Netflix) y pago por evento (Louis C.K.).
La Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos entiende la lógica y el próximo año recomprará el espectro radial de algunos transmisores para revenderlo como internet inalámbrico, fomentando la migración de contenidos de la vieja escuela a la nueva. La Unión Europea también está emprendiendo un estudio sobre el uso potencial del espectro de transmisión televisiva.
¿Qué pasará con la gente que no tiene cable y recurre a la televisión aérea gratuita? Según a quién pregunte, ese sector representa alrededor de ocho por ciento de los hogares estadounidenses y si todos los contenidos migran a la red, habría que encontrar la manera de que cada hogar pueda conectarse. Un objetivo nada despreciable.
El caso de Aereo demuestra que la industria televisiva tradicional depende cada vez más de maniobras legales e influencias políticas. Aereo podría perder la batalla legal, pero solo porque hay leyes diseñadas para proteger a las transmisoras. Grupos de consumidores argumentan que Aereo –respaldado por Barry Diller, antiguo ejecutivo de televisión- nos ofrece lo que realmente queremos: nuestros contenidos de video favoritos en cualquier momento y pantalla, a un precio razonable. Las difusoras y compañías de cable también habrían podido ofrecerlos, pero los modelos empresariales heredados hacen que sea imposible. Como suele ocurrir en la era digital, el intruso que pone el desorden puede precipitar un cambio que estaba gestándose.
Aereo no es la primera compañía que lo intenta. En 1999, los seis empleados de ICraveTV, empresa de Toronto, montaron una antena y captaron las señales de 17 televisoras de Canadá y Búfalo, Nueva York, enviando la programación a través de internet hasta su sitio web. En esos días, internet era bastante lo-fi (low fidelity-de baja fidelidad-), de manera que los usuarios miraban videos borrosos en ventanas del tamaño de Post-its. No obstante, la industria televisiva se asustó, presentó una demanda y clausuró ICraveTV en el año 2000.
En aquellos días, Bill Craig –fundador de ICraveTV- me dijo: “El hecho de que sumen fuerzas contra nosotros, hace que nos preguntemos: ‘¿Por qué tanto barullo?’… Casi siempre, es indicio de inseguridad”.
Al cabo de 14 años, resulta que la industria televisiva tiene motivos para sentirse insegura. Antes nos fascinaba la televisión. Ahora, se ha vuelto como Willie Mays en 1973, cuando aún jugaba con los Mets pese a sus 42 años: demasiado vieja, fuera de lugar y estorbosa.