HACE UNAS semanas todos los ojos voltearon a Venezuela y los cambios drásticos que a nuestro parecer hacía su presidente Nicolás Maduro en contra de los empresarios, lo que nos hizo preguntarnos si esto era reflejo de algo más grande que afectaba a América Latina; al analizarlo, por fortuna, descubrimos que no y que era un caso aislado, de hecho se podría decir a grandes rasgos que la economía de Centro y Sudamérica goza de buena salud.
Lo que se muestra en el último informe Perspectivas Económicas de América Latina 2014, presentado a principios de octubre por el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala: “América Latina enfrenta un período de moderación de sus tasas de crecimiento, causado por una menor demanda externa y las limitaciones estructurales de sus economías. Si bien esta moderación por ahora no es dramática, hay razones para considerarla como persistente en ausencia de acciones de política que eleven la capacidad de crecimiento de las economías de la región”.
La Dra. Leticia Armenta Fraire, directora del centro de análisis económico del Instituto Tecnológico de estudios Superiores de Monterrey campus ciudad de México, nos explica que si bien el crecimiento no es homogéneo, varios países no mantendrán un déficit: “Hay distintos bloques, porque América Latina es divergente.
En el caso de Brasil, Argentina y el cono sur, se han beneficiado del crecimiento chino y sus mercados han estado asociados a la minería. Ahora bien, China ha reducido el ritmo de crecimiento, aunque ha seguido un impulso importante que ronda el 7 por ciento, es verdad que no son las tasas de hace 10 años en las que crecían al 14 por ciento, eso sigue estimulando el mercado externo en estos países.
Hay otro bloque que es el que está asociado al acuerdo Asia-Pacífico, que recientemente ha estado muy en boga en los medios porque se ha estado impulsando; este acuerdo en países como Perú, Colombia y México particularmente, y pretende generar un acuerdo para acomodar la balanza comercial. En el caso de México se tiene un déficit con el intercambio de productos, por lo que ya se buscan mayores acuerdos”.
Lo que se explica también en el ya mencionado informe de la OCDE y el CEPAL, ya que China importa fundamentalmente materias primas de América Latina, y –a diferencia de Europa y Estados Unidos- juega un papel importante en el mercado de bienes básicos. Por ejemplo, su participación en la demanda global de hierro, cobre, aluminio y carbón se estima cercana al 60 por ciento, 40 por ciento, 42 por ciento y 45 por ciento, respectivamente. Y es que la participación de China como socio comercial de la región remontó significativamente durante la última década (de menos de 1 por ciento a 8 por ciento), aunque la exposición varía sustancialmente de país a país.
Sin embargo, EE UU sigue siendo el principal socio comercial de la región con un 35 por ciento de participación en las exportaciones totales. Por ejemplo, México dirige el 80 por ciento de sus exportaciones de productos a EE UU, Colombia el 43 por ciento, Costa Rica el 37 por ciento y la República Bolivariana de Venezuela el 28 por ciento. Por lo que vemos que México es particularmente vulnerable al ciclo económico de EE UU dado que el grueso de sus exportaciones hacia ese mercado son manufacturas en cadenas de valor, entre las que destacan electrónicos, textiles, automóviles y autopartes.
De igual forma, el intercambio comercial Sur-Sur ha pasado de ser un 25 por ciento del comercio global a mediados de la década de 1990, a un 41 por ciento en 2011; y con respecto a la inversión extranjera directa.
Perspectivas macroeconómicas
En la década pasada, América Latina registró una expansión económica que fue acompañada por importantes avances en materia de reducción de la pobreza. Entre 2003 y 2012 la región experimentó un crecimiento promedio anual del 4 por ciento, a pesar de la contracción registrada como consecuencia de la crisis financiera internacional (2008-09). Actualmente, el escenario internacional se presenta menos favorable como resultado de la desaceleración en la demanda externa. Prospectivamente las clases medias ubicadas en economías emergentes pasarán del 55 por ciento del total en 2010, al 78 por ciento en 2025, convirtiéndose en un pilar importante para la profundización del desarrollo económico.