A lo largo y ancho de Estados Unidos, más gente muere por las llamadas “muertes por desesperación” —suicidio, envenenamiento por drogas y alcohol, y enfermedad hepática alcohólica— que en cualquier otro momento de la historia registrada, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
En 2017, la tasa general de mortalidad en este conjunto (45.8 personas por cada 100,000) rebasó al cáncer pulmonar, la apoplejía y los accidentes vehiculares al ajustarlas por edades, según la información de los CDC. Esto es un aumento superior al 180 por ciento desde 2000.
Motivadas principalmente por enfermedades cardíacas y una epidemia sin precedentes de sobredosis de drogas, la muerte por desesperación ha contribuido a tres años de reducciones consecutivas en la expectativa media de vida, haciendo de Estados Unidos la única nación rica en tiempos modernos que exhibe tal inversión, según los CDC y Deaths of Despair and the Future of Capitalism, un libro nuevo de Anne Case y Angus Deaton, profesores de Princeton.
“Los pilares que otrora ayudaron a darle sentido a la vida —un buen empleo, una vida hogareña estable, una voz en la comunidad— se han deteriorado”, escribió Case en una declaración escrita a Newsweek.
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Entre los 25 y 40 años, casi la mitad de las muertes entre los blancos de Estados Unidos son atribuibles a suicidio, muertes hepáticas relacionadas con el alcohol y sobredosis, según Case y Deaton. Para los blancos de cuarenta y tantos años, suman aproximadamente una tercera parte de todas las muertes; para quienes apenas rebasan los cincuenta años, suman el 20 por ciento.
La causa subyacente: el capitalismo y la democracia estadounidenses dejaron de servirles a las personas sin grados universitarios, escribió Case. El mercado laboral se ha vuelto más duro, los salarios de los hombres se han estancado por cincuenta años, los buenos empleos con beneficios están desapareciendo, y las compañías subcontratan trabajadores menos capacitados, continuó ella.
“Todos los países ricos deben responder al impacto de la globalización y el cambio tecnológico. ¿Qué hace diferente a Estados Unidos? Para empezar, Estados Unidos es el único que financia demasiada atención médica a través del empleo, con costos que exceden por mucho los pagados en otros países ricos”, dijo Case. Esto ha llevado a las compañías a recortar empleos y mantener bajos los salarios de quienes permanecen para poder pagar su cobertura, continuó ella.
Los empleadores encabezaron el mayor gasto en salud en 2017 (20 por ciento), detrás del gobierno federal y los hogares (28 por ciento), según los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid. Por más de una década, le han pasado el costo a los trabajadores en la forma de planes de salud altamente deducibles con el fin de tener bajo control a las primas.
Es incierta la relación exacta entre la desesperación medida por estas muertes y los costos de la atención médica y el desempleo, pero los estudios muestran que la cobertura lleva a más tratamiento por el consumo de sustancias y trastornos del ánimo detrás de su resurgimiento.
Por ejemplo, las recetas de buprenorfina, un medicamento clave para las adicciones, aumentaron en 70 por ciento en estados que ampliaron la cobertura de Medicaid bajo la Ley de Atención Asequible, según un estudio publicado por la Asociación Americana de Salud Pública. La droga reduce el riesgo de sobredosis en más de 50 por ciento, pero se lo sigue recetando poco en un momento en el que lo recibe menos de 10 por ciento de la población que necesita el tratamiento por trastorno de consumo de opioides, reporta la Organización Mundial de la Salud.
“Si tuviéramos acceso más fácil y más asequible a atención médica física y mental de alta calidad y basada en evidencia, muchísimas menos personas morirían”, dijo Jeremiah Goulka, un investigador y alto miembro del Laboratorio de Acciones Salud en la Justicia en la Escuela de Leyes de la Universidad Northeastern, en una entrevista con Newsweek. “Y también reduciría el estigma de buscar tratamiento para muchos problemas que entran dentro de la gama de muertes por desesperación”.
Para empeorar las cosas, está el hecho de que el abastecimiento ilícito de drogas se ha vuelto más peligroso. Algo es seguro, la tasa de mortalidad combinada de suicidios y muertes relacionadas con el alcohol es más alta que en cualquier momento del siglo pasado, pero no ha crecido exponencialmente, como lo han hecho las sobredosis de drogas.
Rebasando por mucho la infelicidad creciente desde la década de 1990, las muertes debidas a envenenamiento por drogas probablemente señalan un problema “del lado del abastecimiento”, en vez de la mera demanda de maneras para adormecer los dolores de la vida estadounidense, según un informe reciente del proyecto de capital social en el comité económico conjunto del Congreso.
“La infelicidad creciente tal vez haya aumentado la demanda de maneras para adormecer o terminar la desesperación… Pero la proliferación de una clase de drogas excepcionalmente adictiva y mortal ha significado que el abastecimiento de alivio para la desesperación se ha vuelto más prevalente y más letal, lo cual habría aumentado la mortalidad incluso en ausencia de un aumento en la desesperación”, escribieron los republicanos del comité.
La proliferación de muertes por opioides comenzó con el abastecimiento excesivo y abuso de los analgésicos legales. Como secuela, las regulaciones federales tomaron medidas enérgicas con las recetas, pero algunas personas, incluidos quienes antes tomaban prestada la reserva de Oxycontin de sus amigos y familiares, optaron por el abastecimiento callejero. Hoy, los CDC reportan que el fentanilo ilícito, un opioide sintético, está implicado en la mayoría de las sobredosis fatales. Es letal en microdosis y a menudo combinado con otras drogas como la heroína sin el conocimiento del consumidor.
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La narrativa de las muertes por desesperación, la cual se ha enfocado en la clase obrera blanca, puede saltarse estos tipos de complicaciones, según Sheila Vakharia, subdirectora de investigación y compromiso académico en la Alianza por la Política de Drogas. Aun cuando ha ayudado a humanizar el dolor y sufrimiento de ciertas comunidades, pasa por alto las disparidades raciales en la salud y corre el riesgo de minimizar el papel de las corporaciones en la medicina estadounidense, dijo ella en una entrevista con Newsweek.
“No es coincidencia que estas píldoras terminaran donde lo hicieron, porque las grandes farmacéuticas crearon un mercado para sus productos al hacer del dolor el quinto signo vital, restándole importancia a los riesgos ante los médicos inconscientes, y manipulando los controles gubernamentales que les dieron carta libre”, dijo ella.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek