Levanté el teléfono y del otro lado, mi madre: “Reina, ya tengo unas bolsas de sopa, arroz, latas de atún, harina y frijol, ¿qué me sugieres?, ¿a dónde lo llevo?, ¿cómo ayudo?”. Esas fueron la palabras de mi mamá incluso antes de saludarme, había visto mis reportes desde Guerrero y no le tuve que decir ya regresé y la situación es muy triste. Ella ya sabe que cuando me angustio, sufro y me desespero por algo que vi, la mejor manera de reconfortarme es sumarse a las acciones. Así que eso me dio una gran alegría, alegría que mitiga un poco el dolor que causa ver y estar en medio de una desgracia.
Cada que un reportero está metido en una cobertura así, nunca les decimos como nos sentimos, porque hay un principio en el periodismo muy claro “La noticia, no somos nosotros”, al contrario, hacemos todo lo que está de nuestra parte para llegar al lugar de los hechos, a veces sin comer, dormir, arriesgando la salud. El auditorio, nunca ve si terminando una transmisión nos refugiamos en la oscuridad a llorar, o si vamos bajando de peso porque generalmente no tenemos tiempo más que de trabajar; pero insisto, esto es apenas un poquito de lo que puedo compartirles cuando nos encontramos en coberturas tan tristes y rudas como lo son las desgracias naturales, porque la realidad a veces nos supera. No alcanzan las palabras.
Uno procura estar entero, ofrecer el micrófono para que alguien que necesita ayuda lo diga y del otro lado alguien entienda que le están hablando, que tiene que trabajar, que tiene que procurar el bien.
Es aún más frustrante cuando al que le toca ayudar, se tarda en llegar, se tarda en reaccionar, o simplemente no llega.
La preocupación en un mundo globalizado y moderno, es que también nos modernicemos, modernicemos los sistemas de alerta, mejoremos los llamados de atención y auxilio, pero también seamos más estrictos en castigar a quien no hace su trabajo, a quien no le dice a la población tenemos un riesgo hay que salir de casa, “YA”.
La naturaleza es cada vez más agresiva, está enojada por tanto maltrato, la hemos lastimado, hemos golpeado severamente al planeta con duros navajazos sobre los árboles, moles de construcciones donde no deben instalarse y contaminando los mantos acuíferos. Así que no podemos quedarnos cruzados de brazos, agradezco a mi madre como a miles de mexicanos su buen corazón, pero creo que también es tiempo de ser responsables. No podemos ser solo espectadores, mirar los ríos de agua contaminada estirando el brazo echando más basura y taparnos la nariz, no podemos seguir viendo que el vecino se inunda sin decirle a la autoridad, no debías haber vendido terrenos en zonas de alto riesgo, no podemos ni debemos permitir siquiera tirar un pedazo de papel por la ventana del auto.
¿Qué nos está pasando? la indiferencia de quien no hace nada, también es igual de grave que la del que comete un delito.
Presumimos ser una gran pueblo, es tiempo de demostrarlo. México experimenta una severa crisis socio-ambiental y productiva. A finales de enero de 2012, más de la mitad del territorio nacional estaba afectado por la sequía, lo que provocó altos costos en sectores como la agricultura y la ganadería afectados por la escasez de agua. Hoy tenemos agua en exceso y también afecta el cultivo. Me pregunto si vamos a cambiar o seguiremos siendo irresponsables.
El planeta tiene un gran letrero “S. O. S.” y parece que nadie lo ve.
Hannia Novell es periodista y conductora del noticiario Proyecto 40. Twitter: @HanniaNovell