Aunque Aguascalientes se ubica entre los estados con menor índice de homicidios de hombres y mujeres a nivel nacional, sólo por debajo de Yucatán, este tipo de delitos registran características específicas según el género, el método utilizado y el lugar en el que sucedió el crimen, que reflejan la realidad de la entidad, de acuerdo al informe “Claves para entender y prevenir los asesinatos de mujeres en México”, elaborado a partir del Programa de Derecho a la Salud del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) Región Centro, Open Society Foundations y Data Cívica.
Por ejemplo, entre los años 2000 y 2017, el 55.7% de los asesinatos de mujeres ocurrieron al interior de la vivienda, mientras que el 16.8% fueron en la vía pública, lo que podría indicar que las muertes podrían estar más vinculadas a causas derivadas de las relaciones familiares o la violencia doméstica.
Los métodos más comunes para la privación de la vida de las mujeres en Aguascalientes son las lesiones con arma blanca, en el 32.1% de los casos, seguido de la asfixia o estrangulamiento, en el 19.8% de los homicidios.
En el caso de los hombres de Aguascalientes, ocurre lo contrario, el 54.7% suceden en la vía pública y el 19.9% al interior de la vivienda. Las lesiones con arma de fuego son el principal método para la privación de la vida en los varones.
El estudio está basado en los Registros de Mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con datos comprendidos de los años 2000 a 2017.
De visita por Aguascalientes, la directora de la asociación Intersecta y realizadora del informe, Estefanía Vela Barba, afirmó que contrario a otros estados de la República, en Aguascalientes no se han disparado, en gran medida, los homicidios de hombres y mujeres, y la tendencia se ha mantenido estable.
“Cuando se contrasta Aguascalientes con otros estados de la República, todo indica que aquí no ha habido una explosión de la violencia en la misma magnitud en la que ha habido en otros estados, ni para los hombres ni para las mujeres, aunque tampoco se han logrado reducir los homicidios en 17 años”.
La especialista mencionó que aunque la investigación está tendiente a visibilizar el feminicidio y las implicaciones sociales, en el informe no se pudo abordar este delito como tal, ya que algunas entidades de la República cuentan con tipos penales diferentes, además de que los datos aportados por el INEGI, sobre todo los de mayor antigüedad, tampoco abarcan el término de feminicidio, englobándolos como homicidios o asesinatos de mujeres, aunque en algunos casos sí se encuadraran las razones de género como causa de muerte.
Panorama nacional
El año 2007 fue el que registró un menor número de homicidios de hombres y mujeres en México, sin embargo a partir de entonces el crecimiento de la violencia fue determinante, al grado de alcanzar en el año 2017 las tasas más altas de los últimos 40 años en materia de homicidios.
Durante esa década, el INEGI registró la muerte de 238 mil 800 personas, de las que 25 mil correspondieron a muertes de mujeres, es decir, el 11.2%.
Uno de los hallazgos de la investigación es que en los últimos 10 años los homicidios de mujeres han tenido un comportamiento similar a los de los hombres, pues han aumentado los crímenes en la vía pública y el uso de arma de fuego como método para la privación de la vida de las mujeres, sobre todo a partir del año 2009.
“En los estados en donde vemos un aumento en los homicidios de hombres, también vemos un aumento, casi en la misma proporción, de los homicidios de mujeres; además se observa un aumento en los homicidios que se cometen en la vía pública y en vivienda, a hombres y mujeres, en una proporción similar”, mencionó Vela Barba.
En el caso de los homicidios en vivienda de las mujeres, se incrementó de una tasa de 0.8 por cada 100 mil mujeres en 2007 a 1.5 por cada 100 mil mujeres en 2017, mientras que los homicidios en la vía pública crecieron aún más, al pasar de 0.7 homicidios en 2007 a 2.5 homicidios por cada 100 mil mujeres en 2017.
La edad de las víctimas también se redujo en la última década. En 2007 morían 2.5 mujeres de entre 20 y 27 años por cada 100 mil mujeres, mientras que en 2017 la cifra aumentó a 8.9 mujeres.
Como resultado de la “guerra contra el narcotráfico”, el uso de armas de fuego se popularizó aún más, de tal forma que en 2017 el 39.9% de los niños y el 25.5% de las niñas fueron asesinadas con un arma de fuego, mientras que el 72.5% de los adolescentes y el 51.2% de las adolescentes fueron asesinadas con este método.
Por otra parte, de los homicidios de mujeres ocurridos en México, en el 5.1% se comprobó que hubo violencia familiar antes del homicidio. La cifra puede ser mayor, pero de acuerdo al INEGI, en el 91.1% no hubo datos.
Asimismo, en el 3.6% se confirmó un vínculo de parentesco entre el agresor y la víctima, siendo principalmente una relación de concubinato (compañeros) o cónyuges (esposos).
Finalmente, un dato que llama la atención es que aunque los Registros de Mortalidad del INEGI incluyen una variable que señala si la víctima era, o no, hablante de una lengua indígena, desde el año 2012 el porcentaje de los registros de que “no existe información” oscilaba entre el 37.5 y el 57%, lo que implica que al día de hoy no se sepa cómo afecta la violencia homicida a las personas indígenas del país.
Conclusiones
Por lo anterior, la investigadora hizo un llamado a que se evalúen las políticas públicas y estrategias de las autoridades gubernamentales en la prevención de la violencia, a fin de medir los resultados que han arrojado hasta el momento.
En el caso del gobierno federal, Estefanía Vela señaló que se debe fortalecer el control de las armas de fuego y replantear las funciones de la Guardia Nacional.
“Hay temas que no necesariamente se están abordando como el control de armas, en donde hay algunas propuestas pero no queda claro que haya una estrategia, y como vimos, a nivel nacional los homicidios por arma de fuego son los más comunes, tanto en hombres como mujeres, además de que preocupa la apuesta por la militarización de la Guardia Nacional, qe ha sido una estrategia que no ha rendido frutos, y que hay ciertos rasgos de esa estrategia que siguen persistiendo”, aseveró.
Asimismo, reconoció que los resultados de las alertas de género en estados con altos índices de feminicidio y violencia hacia las mujeres, así como las instituciones encargadas de la procuración de justicia, no han tenido resultados efectivos, ya que la incidencia delictiva sigue yendo a la alza.
“Hay otras estrategias específicamente para las mujeres, como las alertas de género o los centros de justicia para mujeres, que hay que evaluar porque tampoco han dado los resultados deseados, y hay que entender en dónde radica el problema. Sí hay medidas, pero se tienen que evaluar a detalle y lo que no ha funcionado se debe cambiar, mientras que lo que sí ha funcionado se debe replicar en los demás estados”, concluyó la especialista.