Quizá sea incorrecto considerar principiante en las lides del poder a nuestro Presidente de la República, ya que ha ejercido de presidente “legítimo” desde hace dos sexenios, cuando la reelección aún no estaba permitida, bueno, ahora tampoco a nivel de Presidencia de la República, además siendo justos, tampoco es un principiante de la política, es un viejo lobo de mar con harta experiencia como activista y político ejerciendo el poder público y desde varios partidos protagónicos de la vida nacional. Pero ahora como Presidente legal, sí es un principiante y con buena suerte.
Hablando en justicia, hay que darle la razón al Presidente en lo de haber recibido un país maltrecho y en muchos aspectos de la vida nacional en ruinas, quizá la economía, sea un área que presente una ambivalencia en este sentido, ya que venimos de una década de mediocridad en su desempeño, con un triste 2% promedio de crecimiento, con un manejo prudente, pero limitado, favorecedor de un modelo neoliberal para las grandes empresas, transnacionales y fomentador del mantenimiento de la pobreza, desdén por la MIPYMES, con fundamentales de la economía en el último lugar de la tabla de los países competitivos, pero dentro de lo mínimamente permisible, finalmente somos la doceava economía del mundo pues, pero podríamos estar en la tabla, en un quinto o sexto lugar si nos hubiéramos aplicado hace 50 años, como hicieron otros países que eran más desafortunados que nosotros, como los asiáticos, pero que sus gobernantes sí hicieron la tarea, siendo responsables y competentes, verdaderos estadistas, no incompetentes, ni corruptos; si en algo tenemos que reconocer estar en doceavo lugar, es a nuestra dependencia y cercanía con el tío Sam, que nos ha mantenido con sus exportaciones e importaciones de sus propias marcas hacia nosotros y que por décadas hemos trabajado para darles un terreno de juego ad hoc a sus necesidades y quereres.
A algunos, durante estos últimos meses se les llenaba la boca de decir “no pasa nada”, “todo va a mejorar”, “es nuestra esperanza”, “¿qué no ves, cómo está el dólar?”, “ya acabó con la corrupción”, “la inflación está controlada”, “la violencia acabará con la guardia nacional”, “les quitó las pensiones a los ex presidentes, vendió el avión presidencial, vive en su departamentito, es sencillo como el pueblo, viaja en su Jetta, les quitó Los Pinos, eliminó el lujo y boato además del estado mayor presidencial, recuperará más de 500 mil millones de pesos que se perdían por la corrupción, le dio un golpe a los corruptos del NAIM y construirá un aeropuerto más barato” y un largo etc., etc.; la suerte y el éxito estaban sólo en la cabeza del Presidente y sus fieles seguidores, aunque si bien es cierto, que muchas de estas aseveraciones son ciertas, no traen un beneficio generalizado, son más bien puntales de una percepción débil de cambio y nutren las expectativas del pueblo sabio de que vamos por buen camino, para ellos percepción es realidad.
Hoy para nuestra mala pata, se acaba la suerte y fortuna de nuestro presidente, al menos nos referiremos al campo económico, pero no es limitativo a éste. Hoy la situación de recesión mundial, provocada por la guerra comercial China-EU, la debilidad económica de Europa, las crisis de geopolítica en medio Oriente, Asia y todo el mundo, tienen a las economías pendiendo de un hilo y a eso tenemos que sumar los errores de política interna del Presidente y algunos de sus colaboradores más cercanos. Todo esto, nos arroja un escenario poco alentador para nuestra economía, que hacen que el dólar comience a jugar su papel estelar de catalizador de los miedos externos e internos sobre la suerte de corto y mediano plazo de México, manifestando su tradicional crecida frente a nuestra moneda, superando los $20.46 pesos por dólar en ventanilla bancaria, adicional a este panorama nada halagüeño, el crecimiento del país está comprometido en la requete buena recesión técnica del 0 por ciento y su consecuente pueblo feliz, feliz, feliz. Con un escenario de corto y mediano plazo desalentador para el crecimiento, ya que la confianza en nuestro país está comprometida, porque la incertidumbre, de que se respete el estado de derecho en México es muy alta y no da muestras claras de que vayamos avanzando en un camino de fortalecimiento de las instituciones, más bien, se va vislumbrando un cuadro apocalíptico, donde las instituciones nacionales se están minando, debilitando, ridiculizando, atacando y destruyendo; lo más grave de esto, es que todo se origina desde el vértice del poder de la presidencia y esto no contribuye a generar confianza. El desempleo va creciendo mes con mes desde su llegada al poder, ya van más de 72 mil 547 plazas de trabajo perdidas, el flujo de las inversiones extranjeras a México según BANXICO se van disminuyendo de forma dramática, (tengo que decirles, que en una de mis participaciones en la radio, causó escozor en un fanático presidencial lo de la baja en las inversiones foráneas y descalificó mis dichos, entiendo que ellos tienen otros datos), la inversión extranjera directa en México (mmd) fue de 18,416 primer semestre 2018 y de 14,589 primer semestre de 2019, esto es, si Pitágoras no miente, es una caída de 20.8 por ciento. En Inversiones en Cartera corremos similar suerte, una baja de 12.4 por ciento comparando mismos periodos, con una salida de 4,050 mmd en el 2T de 2019, esto trae como consecuencia entre los inversionistas, que su percepción del país empeore y si continúa la caída de los flujos de inversión, se seguirá presionando el peso y se mantendrá la parálisis y estancamiento económico, como parece es la tendencia.
La inflación aunque contenida (para suerte de todos), según la medición del INEGI, muestra señales de rebeldía y de rompimiento con su sana aunque incipiente tendencia a la baja y estabilidad, tiende a subir en los siguientes meses, será todo un reto para BANXICO sostener su crecida, ante la terca realidad, pero al parecer aún tienen margen ante un relajamiento económico.
Hay que decirlo, no todo está perdido para nuestro Presidente, la suerte lo sigue acompañando aun marginalmente, ya que dados los movimientos de las bancas centrales de más de una docena de países, BANXICO también se unió a la baja de tasas como paliativo al advenimiento inminente de la recesión y esto le cae de perlas al Presidente y a todos, ya que nos dará un mayor margen de tiempo para que podamos resentir los dañinos efectos del estancamiento mundial, aunque las primeras manifestaciones en el mercado financiero, no han sido que el sistema bancario baje sus tasas, al parecer esperarán a septiembre a que se dé la segunda baja y las subsecuentes hasta que alcancemos la tasa de 7.25 por ciento, o bien, si tenemos mucha suerte presidencial, hasta 6.50 o 6.25 por ciento. Esto quizá no sea suerte, pero el hecho de volver a sentarse con los empresarios de los gasoductos a negociar, plantea una leve esperanza de que el Presidente puede reflexionar y arrepentirse, por lo tanto, cambiar de sus rígidas y poco sopesadas decisiones, a las que más convengan a México y el Bien Común. Ésta, es más bien, buena suerte para nosotros, para todos los mexicanos, ojalá y se le vuelva una sana costumbre reconsiderar, ya que es de sabios cambiar de opinión.