Un equipo internacional de investigadores ha desenterrado pruebas de un pueblo “perdido” que vivió hace miles de años en el noreste de Siberia, descubrimiento que aporta nueva información sobre las migraciones que dieron origen a las primeras poblaciones humanas en el continente americano.
El pasado 5 de junio, la revista Nature publicó en línea los dos artículos que produjo la investigación, donde los científicos detallan tanto la historia poblacional del norte de Siberia durante el Pleistoceno como el análisis genético de unos restos humanos hallados en otro sitio de la misma región, los cuales revelaron estrechos nexos genéticos con los nativos americanos: el primer pariente cercano que se haya encontrado en el Viejo Continente.
Para su estudio, el equipo analizó el ADN de 34 individuos que vivieron hace unos 32,000 a 600 años en distintas partes del extremo noreste de Siberia.
Encabezado por Eske Willerslev, genetista evolutivo de las universidades de Cambridge y Copenhague, el equipo describe al grupo perdido como “antiguos siberianos del norte” que poblaron la región durante la última Edad de Hielo.
Dicho grupo fue identificado mediante el análisis del ADN extraído de dos dientes de leche humanos -ambos con una antigüedad aproximada de 31,600 años- desenterrados de un sitio conocido como Yana. Los dos individuos de quienes provenían los dientes son los humanos más antiguos jamás hallados en esa región.
En opinión de los científicos, Yana debió ser un asentamiento de unas 40 personas, mientras que toda la región pudo haber albergado una población total de alrededor de 500 individuos. El hallazgo de restos animales y otros materiales sugiere que lo más probable es que aquellos antiguos habitantes hayan sobrevivido cazando mamuts lanudos, rinocerontes lanudos y bisontes.
Aun cuando es bien sabido que los humanos han poblado el noreste de Siberia desde hace más de 40,000 años, nuestra comprensión de la historia regional es muy limitada, por lo que el equipo emprendió su reciente estudio en un intento de solucionar esa desinformación.
En entrevista con Newsweek, Martin Sikora, uno de los autores del estudio y miembro del Cenntro de GeoGenética de la Fundación Lundbeck, explicó: “Decidimos investigar esa región debido a que no se ha esclarecido la historia de sus poblaciones antiguas. Estudiamos varios sitios, entre ellos Yana. Todos tienen una antigüedad de más de 30,000 y han producido los restos humanos más antiguos del extremo noreste de Siberia. Queríamos entender quiénes fueron aquellos pueblos primitivos y cuál era su relación con los siberianos contemporáneos”.
“Empezamos por secuenciar y recrear el genoma completo de algunos individuos a partir del ADN antiguo extraído de sus restos; específicamente, sus dientes o huesos”, prosiguió Sikora. “Y después comparamos esos genomas con otros genomas antiguos y modernos para determinar las relaciones genéticas y reconstruir la historia poblacional”.
El análisis genético reveló una compleja historia de migraciones humanas dentro de la región. “El hallazgo más importante es que el noreste de Siberia ha sido una zona sorprendentemente dinámica”, informó Sikora.
“Pudimos documentar al menos tres grandes rotaciones poblacionales en la región, y los linajes de las poblaciones precedentes son distintos del linaje de los habitantes actuales. También determinamos que, a pesar de lo apartado que es el territorio, el grupo de pobladores más antiguos del norte de Siberia tenía de una diversidad asombrosa”.
Entre los hallazgos más significativos, la investigación demostró que los siberianos antiguos tenían nexos genéticos con pueblos de Eurasia Occidental y Asia Oriental, lo cual apunta a que ya había ocurrido una cruza. No obstante, los investigadores encontraron que el rastro genético de los individuos descubiertos en Yana se interrumpió hace 31,600 años, lo que podría indicar que aquella cultura terminó por extinguirse.
Por otra parte, el análisis del ADN extraído de unos restos humanos de 10,000 años de antigüedad, descubiertos en el río siberiano de Kolimá, demostró que aquel individuo conservaba rastros del antiguo linaje del norte de Siberia, si bien los investigadores pudieron atribuir la mayor parte de su ADN a otra población que han denominado “antiguos paleo-siberianos”.
Los científicos consideran que dicho grupo podría ser el eslabón genético “perdido” de muchos nativos americanos contemporáneos.
“Es posible demostrar que, pese a estar emparentados con uno de los linajes ancestrales de los nativos americanos, los pueblos de Yana no fueron sus predecesores directos,”, agregó Sikora. “Sin embargo, de todos los humanos antiguos estudiados hasta ahora, el individuo de 10,000 años hallado en el río Kolimá es el antepasado del Viejo Mundo más próximo a la población ancestral nativa americana”.
La teoría más aceptada es que, hace unos 15,000 años, los primeros pueblos asentados en el continente americano cruzaron el puente de tierra que alguna vez conectara Siberia con Alaska, conocido como el puente de Beringia.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek