El documental de Judd Apatow para HBO busca captar la influencia única de Garry Shandling: como comediante, sí, pero también como ser humano. Con más de cuatro horas, se siente demasiado corto.
Trata de imaginarte la televisión sin La oficina, Sacrificios de familia, Curb Your Enthusiasm, 30 Rock o Parks and Recreation. Si no puedes, culpa a Garry Shandling y su innovadora metacomedia de situación, The Larry Sanders Show. Ambientada tras bambalinas de un ficticio programa de entrevistas nocturno y presumiendo un reparto estelar —incluidos Shandling, Jeffrey Tambor, Rip Torn, Janeane Garofalo y, en un papel que la hizo destacar, Sarah Silverman—, el programa duró seis temporadas en HBO, de 1992 a 1998, y alteró fundamentalmente la manera en que funciona la comedia en televisión. Trabajo de cámara oculta, escritura acerba pero sincera y personajes rayando en lo indeseable son de rigor hoy día, pero eran novedosos cuando Shandling construyó Sanders.
Si ese programa hubiera sido lo único que él hizo, su lugar en el panteón cultural estaría asegurado. Pero ese logro se dio dos años después del todavía más innovador It’s Garry Shandling’s Show, que se transmitió en Showtime por cuatro temporadas. Lo que parecía, a primera vista, una tradicional comedia de situación de mediados de la década de 1980, se inclinaba mucho hacia encabezar la autoconciencia, incluidos los tropos —ahora— familiares de mostrar al público del programa y hablar directamente a los espectadores. Y luego estaba ese guiño de tema musical: “Este es el tema del show de Garry/El tema del show de Garry/Garry me llamó y me preguntó si escribiría su cortina musical”.
Increíblemente, el programa halló un público enorme, alimentado en parte por el estatus de Shandling como cómico de stand-up cuya forma de hablar nasal, su peinado bouffant exagerado y observaciones sardónicas (rutinariamente centradas en su destreza sexual, o falta de la misma) le dieron apariciones frecuentes en el Tonight Show de Johnny Carson y un lugar como uno de sus presentadores invitados regulares. También lo convirtieron en un modelo a seguir para múltiples generaciones de comediantes. “Él es como los Replacements”, dice Judd Apatow. “Una banda de rock que inspiró a muchas personas a que iniciaran sus propias bandas”.
Incluido Apatow. Por 25 años, el gurú de la comedia contó a Shandling —quien murió de un ataque al corazón en 2016 a los 66 años— como un amigo íntimo y mentor. El primer contacto de Apatow fue como estudiante de preparatoria, entrevistando a Shandling para la estación de radio de su escuela. Años después, cuando Apatow hacía stand-up en Los Ángeles, Shandling le pidió que escribiera chistes para su presentación de los Grammys en 1991. En 1998, Shandling le dio a Apatow su primer trabajo detrás de la cámara, en Larry Sanders, lo que lo llevó a una carrera de dirigir comedias en que lanzaba talentos como Jóvenes y rebeldes para televisión y las películas Virgen a los 40 y Esta chica es un desastre.
Su proyecto más reciente, The Zen Diaries of Garry Shandling, es un tributo magistral en dos partes y más de cuatro horas a estrenarse el 26 y 27 de marzo en HBO. Enmarcado alrededor de los aforismos y autocríticas que Shandling, un budista practicante, guardó en casi 40 años de libretas, el filme le da al comediante “el tratamiento de los Eagles”, comenta Apatow, refiriéndose a History of the Eagles y sus tres horas. “Ese es mi tipo favorito de documental. Cuando alguien me dice que el documental de los Grateful Dead dura seis horas, soy la primera persona en aplaudir”.
Le hace justicia al formato. The Zen Diaries considera el alcance total de la vida y la carrera de Shandling —desde crecer en Tucson, Arizona, hasta el funeral organizado tras su muerte repentina— justa, exhaustiva y briosamente. También es revelador de maneras que dejarán atónitos a los superseguidores.
Barry, el hermano mayor de Garry, murió de fibrosis cística en 1960, cuando Garry tenía diez años. Los dos eran tan cercanos como podían serlo los hermanos, pero los padres de Garry le prohibieron ver a Barry antes de su muerte o asistir al funeral. “Estoy seguro de que ello llevó a todo tipo de sensibilidades”, dice Apatow. “Esa relación era muy importante para él y parecía definitoria, pero fue algo que no compartió con la gente. Como resultado, él siempre se sentía misterioso”.
El trauma de la muerte de Barry acecha a Shandling durante toda la película, pero también da un momento de catarsis. Cerca del final del documental, Apatow comparte una carta, dirigida a Barry, hallada en una de las libretas de Shandling. La escribió ya de adulto, pero nadie la había leído antes de Apatow. “Solo empecé a llorar incontrolablemente”, comenta el director. “Sentí su pena y cómo la llevó por tanto tiempo. Me hizo sentir feliz que él lo hubiera resuelto al grado en que podía expresarse con tanta claridad sobre cuánto amó a su hermano y lo que la pérdida significó toda su vida”.
Al enfrentar el pozo profundo de dolor privado de Shandling, la película da un andamiaje emocional a muchas de las decisiones que Shandling tomó. Por ejemplo, el hombre que “reinventó la televisión dos veces”, como dice Apatow, casi fue un ingeniero eléctrico. Pero a los 19 años, después de estudiar 21 unidades de matemáticas y un curso de física atómica, algo cambió. “Un día salí del laboratorio —dice Shandling en el documental— y no pude volver a entrar. Pensé: ‘No puedo hacer esto el resto de mi vida’. Me senté y en verdad pensé: ‘¿Qué voy a hacer? Bueno, me gusta la comedia, y tengo la capacidad de aprender’. ¿Qué tal si tomaba esa habilidad y la aplicaba a algo que me gustaba?”
Una versión de esa experiencia se repite a lo largo de la carrera de Shandling. Escribió tres episodios de Sandford and Son, por entonces el programa más popular en la televisión, luego renunció para hacer stand-up. Terminó Shandling’s Show después de cuatro temporadas, a pesar de su amplia popularidad. Rechazó una oportunidad de ser el anfitrión de numerosos programas de entrevistas nocturnos, incluido posiblemente The Tonight Show, para hacer Larry Sanders, que terminó después de su sexta temporada, de nuevo, a pesar de su éxito. Esa inquietud lo mantuvo lejos de los reflectores en ocasiones, pero reflejaba la búsqueda de Shandling de toda su vida “de descifrar quién era yo auténticamente”. Sus diarios se convirtieron en un foro privado de esa travesía. “Tal vez tu comedia es un don natural para darles alegría a otros y ayudarles a través de esta vida imposible”, escribió Shandling.
“Siempre sentí una obligación de hablar de Garry [más tarde en su vida], porque él no trabajaba tanto y yo sabía que él era la razón por la cual todos tuvimos éxito”, comenta Apatow. “Quería recordarle a la gente todo lo que este hombre le dio a la comedia”.
La lista de cómicos y actores a quienes Shandling orientó, guio, ayudó, movió o influyó es notable, y esto es solo para empezar: aparte de Apatow, Sacha Baron Cohen, Adam McKay, Conan O’Brien, Kevin Nealon, Jon Favreau, Bob Saget, David Duchovny, Jerry Seinfeld, Chris Rock, Sarah Silverman, Jim Carrey.
“Tener al tipo a quien consideraba el más grande comediante del mundo decirme: ‘Puedes hacerlo’, fue inmensamente inspirador”, dice Cohen en la película. “Este tipo solo quería hacer que la gente se sintiera mejor y hacer a la gente mejor. Era como un ángel cómico. Cuando estabas hundido en mierda, él se aparecía, y allí estaba para decirte: ‘Tienes el talento para hacer esto bien’”.
Apatow dice que Shandling siempre estaba abierto a leer guiones, ver ediciones de películas y dar ideas sobre cómo hacerlas mejores. En el documental, comparte que Shandling sugirió un final diferente para Virgen a los 40. Argumentó que el sexo que tiene el virgen maduro Steve Carell debería ser mejor que el de cualquier otro porque está enamorado. Ello llevó, finalmente, a la inolvidable secuencia de la “Era de Acuario”.
“Era cariñoso y muy servicial”, comenta Silverman en la película. “El Efecto Gerry va, pienso yo, más allá de lo que cualquiera de nosotros en verdad imagina”.
El impacto a la George Bailey de Shandling en el mundo a su alrededor impulsa The Zen Diaries. “Conforme pasan las décadas, me percato de que, hasta cierto punto, fui como un hijo para Garry y él estaba orgulloso de mí y trataba de ayudarme”, dice Apatow. “Y él también lo hacía por otros. Era un hermano o una figura paterna para mucha gente. Todos sentimos que fue una verdadera bendición en nuestras vidas que tuviéramos esa relación con él”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek