Análisis de ADN han revelado el parentesco de más de 10 generaciones de individuos de la Edad de Piedra que fueron sepultados en tumbas megalíticas de Irlanda, Escocia y Suecia.
Según el estudio publicado el 15 de marzo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, las evidencias apuntan a que, hace miles de años, unas grandes estructuras de piedra conocidas como megalitos se utilizaron como tumbas para grupos familiares en el noreste de Europa.
Este hallazgo esclarece el origen y la estructura social de los grupos que construyeron megalitos en esa región, y cuya historia ha permanecido envuelta en el misterio desde hace mucho tiempo.
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En entrevista con Newsweek, la Dra. Helena Malmström, coautora del estudio por parte de la Universidad de Uppsala, Suecia, informó: “Los megalitos son tumbas construidas con piedras que se utilizaban para enterramientos comunales. Era común que sepultaran varios individuos, y muchas de esas tumbas se usaron durante cientos de años. Algunos eruditos opinan que [las estructuras] también eran marcadores territoriales. Se ha debatido mucho sobre el uso de los megalitos como tumbas para la población general o solo para ciertos segmentos de la sociedad”.
Los monumentos megalíticos emergieron en Europa con las oleadas de migrantes procedentes de la Creciente Fértil de Oriente Medio. Esos grupos comenzaron a llegar al continente alrededor de 9,000 a.C. y llevaban consigo la revolucionaria práctica de la agricultura. Hacia 4,500 a.C., empezaron a erigir megalitos en la región atlántica de Europa -área que abarca desde Portugal hasta Escandinavia- y muchas de esas construcciones se han vinculado con enterramientos o prácticas funerarias.
Para su estudio, el equipo internacional de investigadores analizó los genomas (todo el material genético de las células) de 24 individuos de la Edad de Piedra, los cuales habían sido sepultados en cinco sitios megalíticos de Irlanda, Escocia y Gotland, una extensa isla que forma parte del territorio sueco en el mar Báltico.
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La datación con radiocarbono confirmó que los individuos vivieron en un periodo que abarcaba de 3,800 a.C. a 2,600 a.C., mientras que el análisis de ADN reveló un estrecho nexo familiar entre muchos de los restos hallados en un mismo megalito.
“En términos de la perspectiva más detallada, nos sorprendieron las relaciones de parentesco observadas en los entierros megalíticos”, agregó Malmström. “Pudimos establecer linajes paternos que se extendían más de diez generaciones, así como varias relaciones de parentesco de primero y segundo grado”.
En un comunicado, el Dr. Federico Sánchez Quinto, primer autor del estudio por parte de la Universidad de Uppsala, declaró: “Las estrechas relaciones de parentesco en los sitios de enterramiento sugieren que esas sociedades neolíticas eran muy cerradas. Fue de lo más sorprendente”.
Por otra parte, los resultados demostraron que los individuos sepultados en los megalitos estaban emparentados con los agricultores neolíticos del norte y el oeste de Europa, así como con algunos grupos ibéricos, si bien eran genéticamente distintos de otros cazadores-recolectores. Esto se hizo especialmente evidente en el sitio de Ansarve, en la isla de Gotland.
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En el mismo comunicado, la Dra. Magdalena Fraser, co-primera autora de la Universidad de Uppsala, precisó: “El genoma de las personas sepultadas en la tumba de Ansarve es muy diferente del perfil genético de sus contemporáneos excavados en contextos de cazadores-recolectores, lo cual demuestra que grupos muy específicos derivados de la expansión neolítica europea realizaron los enterramientos de esa tumba megalítica, misma que se utilizó durante más de 700 años.
Otro resultado importante del análisis de ADN fue la preponderancia de varones en las tumbas de las islas británicas.
“El hecho de que las personas sepultadas en los megalitos tuvieran linajes paternos bien definidos, aunado a la preponderancia de varones y sus claras relaciones de parentesco, apunta a que los individuos eran parte de un segmento patrilineal de la sociedad más que una muestra aleatoria de una extensa comunidad agrícola neolítica”, concluyó Mattias Jakobsson, autor principal del estudio, y profesor de Evolución Humana en el Instituto de Biología de Organismos, en la Universidad de Uppsala.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek