“Sé que enfrentas muchos prejuicios, pero llegará un momento en que podrás jugar futbol e inspirar a otras jóvenes“: Marcia Tafarel recordó emocionada las palabras de su madre cuando iba al campo para jugar, hace 34 años, la primera Copa América femenina de la historia.
Una generación de pioneras como ella y la goleadora Adriana Burke plantaron en ese torneo en Brasil las semillas del futbol internacional femenino en Sudamérica y alzaron con la Seleção (Selección de futbol brasileña) el trofeo de campeonas.
El futbol estuvo vetado por decreto para las mujeres en el país de Pelé desde 1941 hasta 1979, pero llegaba la hora de desafiar los viejos estereotipos y empezar a dejar claro que patear la pelota no era solo cosa de hombres.
El viernes comienza la décima edición de la Copa América femenina en Ecuador. Allí figuras del nivel de Marta y Tarciane, la colombiana Linda Caicedo o la venezolana Deyna Castellanos, seguirán caminando por la senda que comenzó a abrirse en 1991 en Maringá, en el estado de Paraná.
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En el partido inaugural de aquella primera Copa América, Brasil-Chile, Marcia Tafarel recordó el apoyo de su madre, Marlene, en los días en los que jugaba con hombres en las calles de su natal Bento Gonçalves, una pequeña ciudad de Río Grande del Sur.
“Comencé a jugar en la década de 1980. Mucha gente venía y decía: ‘No puedes jugar con los muchachos’. Mi mamá siempre los confrontaba”, relata Tafarel, ahora de 57 años.
La Copa América masculina —el torneo de selecciones más antiguo del mundo— se estrenó en 1916, pero no tuvo equivalente femenino hasta 1991.
“Era una época en la que nuestro deporte dejaba de ser amateur y comenzaba a profesionalizarse”, comenta Adriana Burke, de 56 años, artillera de ese evento con cuatro goles en los triunfos de Brasil sobre Chile (6-1) y Venezuela (6-0). Solo participaron estas tres selecciones.
EL FUTBOL FEMENINO VIVIÓ DÉCADAS DE SEQUÍA
Brasil clasificó al primer Mundial femenino de la FIFA, China 1991, como único representante sudamericano. Después el futbol femenino se ganaría su lugar en los Juegos Olímpicos en Atlanta 1996. Era deporte olímpico masculino desde París 1900.
“Estuve en la primera Copa América, en el primer Mundial de la FIFA y en los primeros Juegos Olímpicos del futbol femenino, tengo varios ‘primeros’ en mi vida. Gracias a Dios formé parte de esa generación de mujeres que plantó esa semillita”, bromeó Tafarel.
Y Sissi —un ícono al que una lesión la impidió competir en aquella Copa América—, Marta, Formiga y otras estrellas abonaron luego el campo con sus brillantes carreras para popularizar el futbol femenino en el gigante sudamericano.

Pero el balompié femenino vivió décadas de sequía. “Eran poquísimas las jugadoras que podían vivir del futbol”, rememora Tafarel, familiar del exarquero brasileño Cláudio Taffarel, campeón mundial en 1994, y quien combinaba el deporte con un trabajo como asistente en un consultorio dental.
Pudo dedicarse 100 por ciento al futbol cuando llegó al Corinthians para jugar un joven Campeonato Paulista femenino, reanudado en 1997 tras un tímido arranque en la década de 1980 y una parálisis de nueve años.
“NO ES MASCULINO O FEMENINO, SOLO ES FUTBOL”
“Yo jugaba en el Radar, que era considerado el mejor equipo femenino de Brasil. Era una de las más jóvenes (en la Seleção) y estaba estudiando. Tuve la oportunidad de jugar en Estados Unidos con mi universidad”, expresa a su vez Burke.
“Me fui con 18 años y Estados Unidos ya tenía una estructura bastante buena, porque en el futbol femenino estadounidense comenzó al frente”, agrega.
Con las primeras competencias oficiales llegó la lluvia que necesitaba la semilla para germinar. Márcia Tafarel y Adriana Burke viven hoy en Estados Unidos. Desde lejos esperan el Mundial femenino de 2027, en Brasil, el primero en un país sudamericano.
El actual seleccionador brasileño femenil, Arthur Elias, consideró que el evento podría “ser una revolución”, según dijo al diario O Globo. “Tengo certeza absoluta de que va a ser exitoso, porque tenemos el futbol en la sangre” y “futbol es futbol, no futbol femenino, no futbol masculino; solo futbol”, remata Tafarel. N
(Con información de AFP)