La destrucción de ecosistemas, el deshielo glaciar, las altas temperaturas marinas y la extinción de especies son solo algunas de las consecuencias palpables del deterioro ambiental. Sin embargo, ¿qué emociones predominan en los seres humanos ante esta crisis climática? Un reciente estudio de emociones reveló que, en México, el sentimiento más común es el miedo, seguido de la esperanza o expectativa.
De acuerdo con el artículo, analizado por la agencia Latam Intersect Intelligence, 24 por ciento de las menciones sobre el medioambiente en México están asociadas al miedo, superando a la expectativa (19 por ciento) y otras emociones como la tristeza y la ira.
“El miedo es una emoción muy intensa y, en el caso de México, parece estar relacionado con problemas ambientales específicos como la crisis del agua, los incendios forestales y la contaminación urbana. Esto sugiere que las estrategias de comunicación deben tener en cuenta el alto nivel de ansiedad de la población y evitar relatos excesivamente alarmistas que podrían generar parálisis en lugar de motivar la acción”, comentó Claudia Daré, fundadora de Latam Intersect Intelligence, en un comunicado.
En Brasil, por ejemplo, país sede de la próxima COP 30 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), 32 por ciento de las menciones digitales sobre el medioambiente están asociadas a la esperanza.
MIENTRAS EN MÉXICO GANA EL MIEDO, EN BRASIL HAY ESPERANZA
“Las emociones no son decorativas, son la base de toda comunicación efectiva. Si en México predomina el miedo, las narrativas deben enfocarse en empoderar, informar y proponer soluciones, en lugar de reforzar la desesperanza”, agregó Daré sobre el estudio basado en más de 1,086 millones de datos públicos en América Latina.
No es la primera vez que se aborda la conexión entre la salud mental y el cambio climático, ya que existen términos específicos para describir estos sentimientos. Uno de ellos es la ecoansiedad. A tenor del Foro Económico Mundial, este término hace referencia a la ansiedad, el miedo o la preocupación constante sobre el estado del medioambiente y las consecuencias del cambio climático, como la contaminación y los desastres naturales.

Esta puede manifestarse en todas las edades, pero a menudo se observa con mayor intensidad en jóvenes y adolescentes, quienes sienten la presión de ser la “generación del futuro”.
En tanto, la solastálgia es un término acuñado por el filósofo y académico Glenn Albrecht en 2003 para describir el sentimiento de angustia o malestar emocional que experimentan las personas al ver cómo su entorno natural se deteriora debido a la destrucción ambiental o la explotación de los recursos naturales.
A diferencia de la nostalgia, que es el dolor por un lugar que ya no se puede visitar o ha cambiado, la solastálgia se refiere al sufrimiento causado por el cambio o la destrucción de un entorno que aún está presente, pero ya no se siente de la misma manera. N