Si revisamos las actitudes de gobernantes y representantes populares en nuestro país se nos revela con claridad y vergüenza que la primera minoría entiende la diversidad como una amenaza para la transformación. Olvidan que tolerancia y Pluralidad son instrumentos de alto nivel político que adjunto al diálogo salvan la democracia de un cáncer tipo “A una sola voz”. El diálogo plural nunca ha sido fácil, demanda talento y consideración, saber escuchar, usar el lenguaje y la lógica para orientar la discusión de los problemas colectivos.
La unidad debe ser con la identidad, con los símbolos nacionales. Seguridad, crecimiento, desarrollo, educación, cultura…, dependen de gobernantes y líderes sociales con talento y compromiso. Tienen como base los fines y propósitos que se conquistan mediante un debate civilizado que impulsa un ente vivo que se transforma a cada instante: la cultura, es decir, que la sociedad cuente con la información suficiente para ejercer su libertad y autonomía para defender a México. La determinación unilateral del presidente Trump sobre los aranceles rebobina la escena del despotismo de la 1ª minoría, nunca escucharon “las opiniones del PUEBLO” que desde vértices opositores reclamaron que su voz fuera tomada en cuenta para decidir su mega reformas. Me parece irresponsable llamar a la unidad para seguir ofreciendo “abrazos”. El narcotráfico no requiere defensores. La realidad demanda que la verdadera política no ofenda desde la propaganda y publicidad gubernamentales a quienes piensan distinto.
La política trasmite voces diversas que las hace significativas en un solo concepto: democracia. Democracia es la suma de las minorías que en conversatorio obtienen resultados de beneficio social y satisfacción colectiva. Los fundamentalismos son propios de las tiranías que interpretan el “nosotros” como el “YO” inconmovible, ciego y sordo; pero no mudo, su discurso jamás profiere compromiso con la libertad, democracia, menos con la verdadera política; arengan desde todos los frentes elegias al pobrerío, impulsan emociones de solidaridad para los indigentes, sin embargo su oratoria inocula, división, rencores, amenazas… Subrayan la diferencia entre su “nosotros” retórico e imperativo, acusador de culpas y fracasos a “Otros”; y, el “ustedes” que componen los “conservadores, enemigos, aspiracionistas, fifís, persignados…” La tolerancia impide xenofobia, osadías anti migratorias como las que padecemos, frena la soberbia étnica, racial, religiosa o, cualquier descredito desde cada alborada popular.
La política es ejercicio práctico que demanda preparación y cultura. El buen debate produce pluralidad. La política se da en “el mundo de la vida” real, en donde se toma partido, religioso, político, cultural, en opiniones y decisiones, por tanto, debe imperar respeto, cortesía de SABER escuchar, humildad para reconocer los mejores argumentos que vencen a los propios, HABILIDAD en el uso del lenguaje, con proposiciones adecuadas que produzcan civilidad, acuerdos, consensos, actitudes culturales que honren la política.
Despotismos, hegemonías, política de “nosotros” con soberbia y negación ponen fuera de la discusión a las oposiciones. Las oposiciones deben resistir con ética política e inteligencia para debatir, sin embargo, lamentablemente, lo que hemos padecido son amagos de retiro de la vida pública, malas narrativas, para luego aparecer en la formación de nuevos partidos políticos. En política no hay lugar para la huida, no se vale el éxodo político, no se abren los mares; el discurso disminuido aniquila la esperanza de los “Otros” y posibilita la llegada de intentos políticos extraviados. La razón política incentiva el pensamiento y la praxis.
El meta objetivo político son las coordenadas que ubiquen e identifiquen las rivalidades, la diversidad, la pluralidad, consustancialmente políticas en toda sociedad, por tanto, un proceso de discusión permanente en las circunstancias sociales. Impulsar innovación, disrupción, creatividad, emprendedurismo, abonará al debate político de este convulso siglo XXI.
Se trata de edificar otras realidades, culturales, sociales, económicas, políticas…, sostenidas con ética…, modificar una efectiva realidad política pluralista. El poder público sin ontología, una interpretación en la línea de Markus Gabriel, de su libro “Por qué el mundo no existe”, sugiere que “existen múltiples realidades independientes…”. Para darle SER a la política es preciso demandar una realidad en la que quepan todas las realidades sociales. La verdad que corresponda a hechos y proposiciones es la política que atañe a la sociedad.
El SER de la política plural sintetiza ideas múltiples, realidades variadas, visiones y perspectivas coexistentes. El poder público es de todos, pero no pertenece a nadie, no puede haber una sola voz que contenga la voluntad de una población de más de 137 millones. Por ello, la verdadera transformación política deberá estar en contra de un poder concentrado en primera minoría. La asignatura pendiente, si queremos esa transformación, es el diálogo que impulse diversidad e inclusión de voces y experiencias, un concierto democrático para el presente siglo. Políticas públicas que muestren la necesidad de lo necesario. El pluralismo político demanda decisiones dialógicas.
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Ignacio Ruelas Olvera, cuenta con estudios en Ingeniería Industrial, Filosofía y Derecho. Fue diputado en la LII Legislatura del Congreso del Estado de Aguascalientes y presidente de la Comisión Permanente. Ha colaborado en el Poder Ejecutivo del estado y en la Secretaría de Educación Pública en Aguascalientes. Trabajó en la Comisión Federal Electoral, Secretaría de Gobernación, Instituto Nacional Electoral y fue fundador del Instituto Federal Electoral. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.